Equívoco
Empezaron a matar y matar perros… y la rabia nada que se acabó.
[a Javier Sicilia, bajo el peso de un dolor jacóbico]
Conmoción en Transilvania
Una peste recorre las tumbas. Menudean las noticias sobre vampiros muertos.
La explicación resulta sencilla, aunque ha costado algo dar con ella: intoxicación aguda: la sangre de muchos de los noctámbulos de ahora es deletérea: trae nicotina, plomo, cocaína, antibióticos, esteroides, cafeína, triglicéridos, alcohol, ácido úrico, residuos de quimioterapia y alimentos chatarra, colesterol… En las dosis intensas, extraídas bajo pasión, ni los inmortales pueden con ese licor.
Error de apreciación
Con tal de salvar la relación, el Puercoespín decidió rasurarse.
—En adelante, todo será ternura y dulzura —pensó con ilusión.
Cuando reintentaron el amor, la Puercoespina le salió con que se veía rarísimo y le reprochó: «Te falta sal, te falta pimienta. No sé quién te dijo que se puede vivir sin espinas».
Justicia filosófica
Iba camino a desovar, cuando observó a pocos metros un gran embotellamiento en la autopista.
Mientras la tortuga seguía sin pausa, en su ruta, los automóviles avanzaban media rueda y paraban. Así, una y mil veces, durante horas.
—A ver qué dicen ahora los que se burlaban de Zenón —murmuró el quelonio, cuando ya casi llegaba a su destino.
Que quede claro
—Repito —dice el Espejo, en medio de abucheos e improperios que la conductora del reality show apenas neutraliza—, es inútil que pidan mi opinión. Las poquitas veces que dije quién era más bella fue bajo presión de la reina-madrastra y con la idea de salvar a Blancanieves. Yo vengo de la escuela de Narciso y de Tezcatlipoca, la misma que la de Lewis Carroll y la de Galardiel. Lo mío no es juzgar, sino reflejar. Además, no soporto que me digan «Espejito, espejito». ¡Qué se han creído!
Lección de dignidad
El cerdo más espabilado de la granja se declaró en huelga de hambre, sin mediar palabra ni plantear reivindicaciones.
—Si ven que no tengo de dónde, no me beneficiarán —calculó, sin reparar en que usaba el verbo al modo del verdugo.
Cuando el porquero se dio cuenta, ya era demasiado tarde.
—Maldito chantaje —masculló con rabia, y tomó providencias para que el ejemplo no cundiera.
—Por lo menos, ahorraremos en insumos —se le oyó decir al administrador, cuando hablaba por teléfono con el accionista principal de la empresa.
Fue así como el cerdo más espabilado de la granja se dejó morir por no dejarse matar.
Letra vía sangre
Una vez descubierto el gen de la lectura, el Organismo Internacional para la Cultura ejecutó el Programa Mundial de Hermenéutica: miríadas de transfusiones de sangre genéticamente enriquecida en todos los continentes.
Por fin, la Letra entró con sangre hasta en los más reacios y obtusos. «El futuro de las humanidades está garantizado», aseguró el Secretario General del Organismo.
Congruencia
Rumiaba y rumiaba pensamientos. Con razón, sólo le oímos mugir y mugir.
Por defecto
De tan humilde que se veía, despertó el apetito de las hienas.
Se dice que lo acorralaron en un callejón desierto.
Lo dicen los restos de su ejemplar del Cántico de las criaturas, de San Francisco de Asís, hallados en el lugar de los hechos.
Rana del desierto
Aprobó con honores el diplomado en sobrevivencia extrema y fue de los primeros en adaptarse a los nuevos tiempos: cero ríos, cero lagunas, cero estanques, cero pantanos… ¿Agua? Sólo embotellada.
No se veía tan mal, con su turbante, harto bronceador, lentes oscuros y la mochila con el kit para emergencias y algunas latas de conservas.
Se le veía brincar sin rumbo claro, entre las dunas. Eso sí: nunca más se le oyó croar, como cuando vivía en su charco.