Olga
I
Eras como nieve en la noche.
En mí muere tu palabra,
y en mi cuerpo, tu sorda tempestad.
II
Tus manos
cerraron el álbum de fotografías:
«No abras la puerta, déjame estar sola».
¿Dónde el principio del silencio?
«No abras la puerta, di que no estoy.
Toda puerta abre siempre hacia lo mismo».
III
El silbido de los trenes dispersó los tordos de aquel árbol.
Nada estaba escrito en tu voz.
Las hojas del árbol
dibujaron blancas sombras en la persiana.
IV
Dicen que se elige el momento, la hora.
Dicen que va abriéndose una puerta.
Mi padre me abrazó y juntos salimos a escoger la caja de cedro.
Dos flores nacieron del promontorio,
un sol se hundía, yo buscaba
los nombres que te hicieran compañía.
V
El cierzo inundó la oscura ribera.
Esa noche, tus pasos fueron el camino.
Esa noche, a tu silencio me abracé.
VI
El álamo cede su última plata.
Llueve
el día en que unos a otros nos miramos.
El tío Jorge
No lo conocí. No abracé
su cuerpo
aferrado a los barrotes
perdido
en una bata gris.
Dicen que miraba la lluvia
siguiendo al universo
cuando una noche de marzo
abrazó su muerte.
Miedo mi boca,
mar mi confusión.
Mi madre borró su imagen para siempre.
En ella vivió su peso muerto.
En Olga Ayub pervivió su oscura lumbre.