Preparatoria de Tonalá
Una niña vagaba por las calles de la metrópolis, en su cara se veía el hambre, llevaba ropa deshilada, buscaba un refugio y un poco de comida. Caminaba durante horas y horas, recorriendo la ciudad casi todo el día, en un desesperado afán de sobrevivir. Un día, la niña en su paso encontró una juguetería, se alegró y corrió hacia ella asombrada, alegre, emocionada. En el aparador vio una linda muñeca con un hermoso vestido azul y pelo rubio; la niña quedó hipnotizada. De repente el dueño de la tienda la miró, salió y le dijo:
-¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí, chicuela?.
La niña respondió:
-Nada, sólo estaba observando esa hermosa muñeca.
-Bueno, si ya las vistes, ¡lárgate de aquí!, que espantas a la gente -le dijo el vendedor.
La niña, muy triste, se fue del lugar, se sentó en un rincón, tenía frío y hambre. De pronto, frente a ella pasó un joven príncipe y la niña le pidió que le regalara algunas monedas.
El joven la observó tranquila, detenidamente, en sus ojos apareció la lástima, sacó algo de su bolsillo y se lo entregó.
La niña, asombrada, le preguntó:
-¿En serio me dará estas monedas? ¿Son reales, o son falsas?
-¿Qué te pasa, pequeña, crees que yo te daría algo falso?
-No, perdone usted, pero me sorprendí.
– Bueno, pequeña, toma el dinero y vete de aquí.
La niña corrió apresurada hacia la juguetería.
Al día siguiente en las noticias se informaba: “En la ciudad se encontró a una niña muerta, al parecer pordiosera. Lo sorprendente es que en sus brazos llevaba una hermosa muñeca rubia”.