Portrait of Dylan / Jorge Esquinca

El libro lleva un subtítulo: A photographer’s memoir. Lo encontré por casualidad, entre piezas de cerámica, viejos candiles, alfombras de dudosa procedencia oriental… Tamaño carta, la pasta dura y forrada en tela color verde lleva impreso el título en caracteres dorados junto a un medallón de reminiscencias celtas. La autora, Rollie MacKeena, fotografió a Dylan Thomas en su casa y los alrededores de Laugharne (Gales), y en Nueva York durante los últimos años de su vida. La edición data de 1982 y es la primera publicada por Stemmer House Publishers. La gran mayoría de las fotos son en blanco y negro.

En el principio estaba el árbol. El eje, lo sabemos. Éste, una glicina, desnuda. El tallo se abre casi desde la base. Se convierte en ramas. Entreveradas, no demasiado. Hay un espacio suficiente para que Dylan se coloque detrás. Ríe. Luego se queda serio. Sus manos se afianzan a las ramas huesudas. Ríe de nuevo. La luz ilumina parcialmente zonas de su cara y las ramas. La ancha nariz, el mentón redondo, las mejillas hinchadas, los rizos revueltos. Sus ojos hacen pensar en un adolescente bullanguero. Algo distraído. Pronto aburrido. Listo. Como si ya quisiera marcharse. Al más cercano pub y a la cerveza mañanera. Pero no. Resiste. Un gesto súbito, algo teatral, le hace reclinar la cabeza. Abandonarse en el árbol. En espontánea, venial, crucifixión. 

En la fotografía con la familia, Dylan mira al perro que está de espaldas a nosotros. O mira nada. Es una de esas miradas que reflejan un entretiempo. No sólo en la imagen, ahí adentro, el instante se detiene. En la fotografía del caballo Dylan no aparece. El caballo es color leche. Jaspeado. ¿Puede un caballo ser una Vía Láctea? Pasta en un campo sembrado de margaritas. Al fondo la torre ruinosa del castillo. I see the boys of summer in their ruin. En su cercanía, Dylan supo de Caitlin. La cortejó. Se casaron. Y más allá el estuario, un muslo de gigante caído, el río monosílabo: Taf.

El estudio de Dylan: «una cabaña pintada de un verde luido con vista al estuario. En el interior, ya traspuesto el arco de madera de una puerta baja, podemos ver que está escasamente amueblada; un escritorio, un librero, una silla recta de madera y una estufa de hierro que nunca, hasta hoy, se ha encendido, porque, simplemente, no tiene chimenea. Libros y manuscritos, viejas botellas de tinta seca, plumas y trozos de papel, cerillos usados y paquetes vacíos de cigarros Woodbine sobre el escritorio. Arañas y sus telas compiten con la hiedra para ocupar los espacios vacíos. Me siento halagada al ver mi fotografía de W. H. Auden, que le regalé a Dylan en Nueva York, sujeta con una tachuela en la pared blanqueada. Pero, el lugar de honor, justo encima del escritorio, pertenece al barbado Walt Whitman. En otros lugares: Marianne Moore, D. H. Lawrence, los aldeanos danzantes de Brueghel, un Chagall y otras reproducciones recortadas de revistas».

Dylan & Caitlin. Imposible no comparar esta fotografía con aquella otra tomada por Nora Summers años antes. Y sobre la que escribiste —con una dedicatoria a Francisco Hernández— lo siguiente: «Es sólo viento o tizones avivándose lo que escucha ella cuando apoya su oído en el torso del muchacho. Tal vez la marea de siempre en su vaivén, el crujido de los mástiles, el silbido de la grieta en el lugar del corazón. Pero nada en verdad sabemos de lo que ella escucha, y sí lo que él mira desde su sitio junto al muro de ladrillos: Está mirando un fuego azul en la frente del hijo, a la virgen que en una colina da a luz ese fuego, a la sombra de esa virgen que se funde con el mar en la distancia. ¿Y cómo es que mira todo esto el muchacho despeinado, con los ojos ya enrojecidos por el alcohol de cada día? Lo sabemos al repasar la ropa de ella, mientras descansa su cabeza sobre el costado izquierdo de él y se queda escuchando: una pañoleta atada al cuello, un suéter gris con un desgarrón en el brazo».

I flew over America like a damp, ranting bird; boomed and fiddled while home was burning; carried with me all the time, my unfinished letters, my dying explanations and self-accusations, my lonely half of a looney maybe-play, in a heavy, hurtful bunch… I made money, and it went, and I returned with none. Aun en la prosa veloz de una carta, Dylan plantea dificultades casi insalvables para el traductor. De ahí que Isabel Fraire no lo incluyera en sus Seis poetas de lengua inglesa (1976), esa pequeña joya que contiene un sexteto de preciosos retratos verbales y que, lamentable e inexplicablemente, no ha vuelto a editarse. Lo cierto es que, salvo aislados empeños, no tenemos una buena traducción de sus poemas. (Dicho sea de paso: la Poesía completa, que circula en la edición de Visor, es lamentable. Me guardo el nombre de la traductora).

Dylan lee en voz alta sus poemas. Lleva un traje oscuro que se funde con el fondo oscuro del escenario. Luce una camisa blanca y una pajarita. Su cara iluminada por una luz cenital ilumina los papeles y libros en la mesa. Hizo cuatro viajes a los Estados Unidos, con un programa maratónico de lecturas. Le obsesionaba su obra Under Milk Wood y trabajó afanosamente con los actores —él mismo entre ellos. Love the words, Love the words, les decía, una y otra vez.

Nueva York. Noviembre 5 de 1953. De los 18 poemas a los 18 whiskies terminales, se cierra un ciclo de vida y escritura. «Todo un récord», dicen que fueron sus últimas palabras. Después cayó en una especie de coma del que no se repondría. Y en la fotografía su cruz de madera simple dice: «In memory of dylan thomas died nov 9 1953 R.I.P.» Años después, en el parque de su pueblo natal, se colocó una laja en la que están inscritos los últimos versos de «Fern Hill»: Oh as I was Young and easy in the mercy of his means / Time held me green and dying / Though I sang in my chains like the sea. Cito la traducción de Marco Antonio Montes de Oca: Oh cuando era despreocupado y joven / me brindó el tiempo las fuentes de su gracia / Y me sostuvo lleno de verdor y moribundo / Aunque entre cadenas yo cantaba como el mar. La fotografía, como la piedra cortada, da testimonio.

 

 

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