CATEGORÍA LUVINARIA
Licenciatura en Letras Hispánicas, CUSUR
I ¡Ah, los malditos! Nacen con un ansia del tamaño del infierno, se multiplican, se propagan, se transforman y un instante después ascienden y dejan viciosas, inmateriales, infinitas semillas de la soledad sembradas en las reverberantes llanuras del dolor humano. Van hinchados de llanto, hinchados de viento, hinchados de soledad hinchados de dolor, hinchados de enigma, en sus hombros llevan un ataúd y el muerto son ellos mismos. No aspiran a ser solemnes trapecistas sobre un hilo que arde de tanto ego desmesurado, se dirigen hacia los confines de su propia herida arrastrados por las mareas de sus sueños más oscuros repletos de botellas sin mensajes y navíos sin nombre. ¡Ah, los malditos como rien! ríen nerviosamente, ríen sin razón rien de la muerte, rien de dios, ríen de la soledad, ríen de sí mismos rien y rien y rien y rien y rien y se arrullan como las palomas del tigris y están sucios y se lavan en su propia sangre y venden su dolor como unas pobres verduleras en este mercado donde se oyen las voces de todos los poetas que han vivido. II ¡Ah, los malditos! Postrados ante la sórdida irrupción de algo que solo ellos escuchan vagamente entregan sus manos que no les pertenecen a la más sádica de las musas, cada uno de sus palabras es un muro diferente para resguardar la piel del molino distante que arrastra todos los pensamientos y sensaciones, las extensiones más lejanas de sus cuerpos se pierden vagamente entre los paisajes que el mundo ha olvidado para siempre, siempre ven el cielo con los ojos empañados, siempre dicen nunca, nunca dicen siempre, son la cifra de un ghetto que nunca aparece en ninguna estadística social, son la renovada muerte de un mismo amanecer inolvidable ¡Ah, los malditos! ¡Los malditos! Siguen todavía cargando en su espalda las ruinas de su imperio eternamente derrotado son piedras solitarias en el desierto inexorable de la sensación, no puede ser, no puede ser, ¿cuánto más seguirán remando en sus propias llagas? se van a beber todos los ríos se van a beber todos los cielos se van a beber todas las almas pero nada será suficiente III Ni siquiera pararse frente a la humanidad entera con la pose de esos emperadores y dioses que aparecen en jeroglíficos egipcios, ni siquiera ser el papa ni siquiera ser el mismísimo Pablo y tener las llaves doradas de la jaula más preciosa del mundo ¡Nada es suficiente! ¿Por qué? ¿Por qué nada es suficiente? Tanta transgresión, tanta alma despedazada arrojada en este baldío sideral, tanta voz sepultada bajo tierra para cantarle a los muertos ¿En busca de qué? ¿Por qué les fue dado ese don? ¿De qué sirve que dancen todas esas luciérnagas y esos relámpagos en su limbo encarnado? ¿De qué sirve cortar el paisaje con un cuchillo pedacito a pedacito hasta hacerlo ceviche para dárselo de comer al diablo? IV ¡Ah, los malditos! ¡Los malditos! ¿A qué han venido? ¿Por qué necesitan plasmar su desolación en el cielo, en el desierto y en su propia piel? ¡Ah, los malditos! ¡Los malditos! escribirán tantos libros que no quedara un solo árbol tendrán tantos hijos que no podrán abrazar a uno solo, a su mujer la llamarán aire, a la muerte la llamarán dios, abandonaran la vida para siempre pensando que han alcanzado una vida nueva.