Redactar un libro de ensayos sobre literatura escrita por mujeres siempre trae consigo cierto tipo de etiquetas que a priori son impuestas por el tipo de texto, porque se piensa que es para validar y fortalecer la mal llamada, desde mi punto de vista, literatura femenina. Afortunadamente, el libro Ser mujer y estar presente. Disidencias de género en la literatura mexicana contemporánea, de Oswaldo Estrada, no pretende validar ni fortalecer, ni reivindicar ni dar visibilidad, porque la literatura escrita por mujeres se sostiene por sí sola y se evidencia por sí misma. Desde este convencimiento, la lectura se redirige hacia una propuesta que permite la discusión, la introspección y el dinamismo entre la puesta en escena de las obras estudiadas por el investigador y sus autoras. Así, Estrada reúne una selección de artículos sobre escritoras mexicanas nacidas en el siglo xx, escritoras que desde su perspectiva son contestatarias, disidentes. A partir de los distintos géneros literarios, estas voces buscan su quehacer con el fin de legitimarse en su devenir histórico, social y sexual. Si hay una condición que hermane estas escrituras es su lenguaje crítico, un lenguaje que trasciende los encasillamientos y las problemáticas genéricas a las cuales se han visto sometidas; y no por sus actitudes sino por una visión caduca que las margina a espacios de producción propios por su condición de mujeres.
La estructura del libro es ágil y muy pertinente, no sólo para el estudioso de letras sino para cualquier tipo de lector. Estrada, desde una introducción muy perspicaz, intenta mostrar cómo desde la reflexión de la escritura misma de las autoras implicadas se evidencia el enfrentamiento y el desafío de romper con representaciones genéricas. Las escritoras aquí reunidas se preguntan, reflexionan o discuten sobre ser mujer y sobre la lectura que lo masculino hace de ellas; buscan truncar los discursos dominantes y salir de la subalteridad social a la cual han sido confinadas. Este espacio introductorio se aboca a la revisión de los discursos y formas de escritura empleadas por ellas para enfrentar su identidad femenina de cara a los diferentes contextos históricos que les tocó vivir a lo largo del siglo xx, denunciando su exclusión, olvido o marginación.
Tras la introducción, el libro se divide en tres partes. La primera de ellas, titulada «Debates del silencio y la palabra», convoca a tres de las voces más representativas de la primera mitad del siglo xx: Nellie Campobello, pionera en abordar problemas identitarios y abusos del poder; Rosario Castellanos, la intelectual contestataria, la que presta su discurso a las instancias femeninas más periféricas como son las indígenas, doblemente descalificadas, para evidenciar a la mujer como sujeto colonizado. Se cierra con Elena Poniatowska, la cronista, la que recorre los imaginarios femeninos rotos o expulsados de la historia en todas sus desembocaduras mostrando siempre un fuerte compromiso social y cultural.
La segunda parte, «Historias, cartas y cuerpos, congrega tres discursos contestatarios desde otros derroteros. Carmen Boullosa busca la recuperación de la memoria femenina en la reescritura del pasado de un México híbrido, entregándonos una retrospectiva crítica que desmitifica y actualiza el presente. Mónica Lavín, por su parte, dialoga desde la voz de la intelectualidad, tomando a Sor Juana como pretexto para entrever el desplazamiento cultural del que son objeto las mujeres cultas; mientras que Margo Glantz, con sus obsesiones y su afinidad por la escritura fragmentaria, va tras las «transterritorialidades» y las «transtextualidades» que cruzan o rozan lo femenino para, desde ahí, desestabilizar códigos caducos y deterministas.
La tercera parte está reservada para las «Disidencias de identidad». La obra de Rosa Beltrán abre este apartado desde el cuestionamiento del lugar que ocupa la mujer en el contexto socio-histórico-cultural y su desplazamiento a estratos periféricos. La toma de conciencia, desde el discurso de la escritura, conspira y transfigura la realidad por medio de la literatura como espacio de desenajenación y compromiso. Por su parte, Cristina Rivera Garza se compromete a través de una postura crítica y contestataria; su narrativa busca abolir los límites entre los géneros literarios, como el histórico o el genérico, convirtiendo su escritura, que se desliza desde la ambigüedad, en doblemente trasgresora. Finalmente, Guadalupe Nettel, sin pasar de largo por la tradición a la que pertenece, propone una escritura particular y una visión perturbadora de la realidad a través de nuevas rutas con el fin de acercarnos a lo que rodea lo femenino en los umbrales del siglo xxi.
Oswaldo Estrada, en esta investigación publicada por la unam, logra con acierto y eficacia crítica abordar universos disímiles en apariencias estilísticas pero hermanadas en problemáticas, discursos y marginaciones sociales. Escucha estas voces rebeldes sin someterlas a juicios propios o sentencias gratuitas, conscientes y seguras de que fueron, son y seguirán presentes en la literatura mexicana, insertándose poco a poco en su canon y desestabilizándolo.
Ser mujer y estar presente. Disidencias de género en la literatura mexicana contemporánea, de Oswaldo Estrada. unam, México, 2014.