Visitaciones / Rimbaud en tres vocales / Jorge Esquinca

«Vocales» (Voyelles) es quizá el poema de Arthur Rimbaud que más controversia ha causado entre los analistas y estudiosos del poeta francés. De este soneto existen dos versiones: una de la propia mano de Rimbaud y otra en copia de Verlaine. Es ésta la que permite fechar la redacción del poema hacia 1871, es decir, a los diecisiete años de su autor. Poco después, Rimbaud volverá sobre este soneto al hablar de él en «Alquimia del verbo»; dice: «Inventé el color de las vocales —A negro, E blanco, I rojo, O azul, U verde—. Pauté la forma y el movimiento de cada consonante y, con ritmos instintivos, me precié de inventar un verbo poético accesible, tarde o temprano, a todos los sentidos. Me reservaba la traducción». Antoine Adam, en las notas a la edición de las Œuvres complètes (Gallimard), hace un detallado recuento de las principales interpretaciones del poema, desde la que involucra la teoría de la sinestesia hasta la más ordinaria —y tal vez la más certera—, que pone atención en las palabras mismas del poeta: me precié de inventar un verbo poético accesible, tarde o temprano a todos los sentidos. «Es decir», comenta Adam, «Rimbaud ha inventado el color de las vocales, ha buscado qué sensaciones podrían producir, qué imágenes podrían evocar». Aquí propongo un juego similar, una personal y no poco delirante invención a partir de las tres vocales de su apellido: i, a, u.

I rojo
I, púrpuras, sangre escupida, risa de hermosos labios / en la cólera o en las borracheras penitentes, dice Rimbaud. En «Las primeras comuniones», los sueños de una niña son rojos. En «Las despiojadoras», la frente de un niño está enrojecida de tormentas. En «El barco ebrio», el poeta atraviesa el cielo que se yergue rojo como un muro. En «Fiestas de la paciencia», exclama: que la sangre ría en nuestras venas. En «Michel y Christine», llanura, desiertos, pradera, horizontes habitan un espejo rojo donde se prepara una tormenta. En «Memoria», unos niños leen un libro forrado con tafilete rojo. En «Mala sangre», se baila el Sabbat en un rojo claro del bosque; más adelante, el barro se le aparecerá rojo y negro, como un espejo cuando una lámpara se mueve en la habitación contigua. En «Noche del Infierno», afirma: Jesús camina sobre zarzas purpúreas, sin doblarlas. En «Infancia», es preciso seguir un camino rojo para llegar a un albergue… vacío. Como en «Mala sangre», en el quinto fragmento de «Infancia», el barro es rojo o negro. Y también en «Desfile» hay ojos que se parecen a ciertas noches de verano, son rojos y negros. En «Being beauteous» aparece un ser hermoso; en su cuerpo hay, sin embargo, heridas escarlatas y negras. En «Vidas», el vuelo de las palomas tiene un color escarlata. En «Realeza», un hombre y una mujer trastornan las calles de un pueblo: ella quiere ser reina, él la proclama y ambos son reyes por un día, mientras las calles están adornadas con papeles pintados de color escarlata. En la segunda de sus «Ciudades», describe un barrio donde se sirven bebidas polares sobre divanes de terciopelo rojo. En «Metropolitano», durante una mañana poblada de nieve, labios verdes, hielos, banderas negras y rayos azules, añade: y los perfumes púrpuras del sol de los polos. En «Devoción» inventa una deidad a la que nombra Circeto, pintada como los diez meses de la noche roja. Sin mencionar las diversas encarnaciones de este color como el fuego y, una y otra vez, la sangre.

A negro
Es el abismo. La oscuridad original de la que todo surge y a la que todo habrá de volver. Es la noche —negro pirata que desembarca en cielos de oro— por la que se avanza a tientas. Es el color del pozo, el de los ojos de las bestias, el del surco que traza el arado o la rueda de la carreta. Es la herida en la tierra. La humana pupila, justo en el centro del ojo. A, negro corsé velludo de moscas brillantes / que pululan en torno a crueles hedores, / golfos de sombra, dice Rimbaud. Es el hastío, la inmovilidad, la gangrena. La «bilis negra», también. El humo de los incendios, el tizne de las fábricas, el fragor de la metralla. Sol negro, sangre negra, perfumes negros, flores negras, tics negros. Libro pagano, Libro negro. Negro de la Alquimia, de la nigredo, la putrefacción indispensable para la realización de la Obra. En «Las manos de Juana María», también la savia de la belladona es negra. Un traje negro para su primera comunión: los niños de luto contemplaron las maravillosas imágenes. El cura viste de negro, el niño siente la negra pestilencia de sus pies. «Papa negro» se le llama, desde el siglo xvi, al Prepósito General de la Compañía de Jesús. Cuervos en la última pintura de Van Gogh, sobre un trigal donde se avista un sendero que no va a ninguna parte. Un cuervo cruza un cielo negro como un mensajero de qué.

U verde
U, ciclos, vibraciones divinas de los mares verdosos / paz de las dehesas sembradas de animales, paz de las arrugas / que la alquimia imprime en las anchas frentes estudiosas, dice Rimbaud. Detengámonos en una palabra: «virides», que los traductores casi invariablemente dan como «verdosos». Un adjetivo, entonces, para calificar el color del mar: «mers virides»: «mares verdosos». Sin embargo, una búsqueda somera en el Larousse y en el Robert no da resultado alguno. Claude Jeancolas, en Le dictionnaire Rimbaud, anota: «Viride. Invención a partir de viridité; didáctica. Estado o cualidad de aquello que es verde. Viridité de las ostras. Del latín viridis, verde». En línea, Word Reference responde y pregunta: «No se ha encontrado ninguna traducción para viride. Did you mean virile, visite, verité, irrité, visiter, Pyrite?» Más interesantes resultados se obtienen cuando se consulta el Linguee:

El estado de conservación de la libélula virgen verde Aeshna viridis se clasificó como «desfavorable-malo» en la región continental (eur-lex.europa.eu). Palutena te cuenta que ha sido Viridi, la diosa de la naturaleza, quien ha arrojado la bomba (nintendo.es). El 28 de febrero de 2000, la empresa Viridis presentó a las autoridades una solicitud para comercializar únicamente las seis especies siguientes: Pteroglossus aracarí, P. viridis, Ramphastus vitellinus, R. sulfuratus, R. toco y R. tucanus (cites.org). Dos ingredientes en su química: la liana ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y las hojas de chakruna (Psychotria viridis) (huamanwasi.com). Nota 1. Cincuenta gramos de hojas de P. viridis pueden ser usadas en vez de la mimosa (ayahuasca-info.com). Se debe conservar Morelia azurea como Morelia viridis, pues actualmente sólo la distinguen los marcadores genéticos (cites.org). El Sapo Verde (Bufo viridis) y la Rana Verde Común (Rana ridibunda), los dos anfibios de Naxos, sobreviven frecuentemente (naxos.gr). Con la P. viridis basta poner una pequeña parte de la planta directamente en el suelo y darle una gran cantidad de agua (ayahuasca-info.com). La Psychotria viridis se llama chacrona y representa la luz (ayahuasca-info.com).

 

 

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