In memoriam † Minerva Margarita Villarreal
No podía creer que ella, el delicado estuche blanquísimo que era ella, me estuviera entregando sus libros, su sonrisa cálida, sus palabras. La conocí en julio de 2018 en la celebración de los noventa años del Premio de Poesía Aguascalientes, y me impactó su presencia —«Soy mamoncita», declaró alguna vez—; una regia que además era (¡cómo duele decir «era»!) la directora de la Capilla Alfonsina; tan grande fue el trabajo de Minerva Margarita Villarreal, que se le acababa de nombrar asesora de la Memoria Histórica de este país.
Fui su última presentadora. Es una sensación agridulce. Con muchos nervios accedí a hablar sobre una de las poetas que más admiro, en el Encuentro de Escritoras 13 Habitaciones Propias, en Culiacán. Antes de leer el texto que preparé, me pareció oportuno comentar que añadir algo novedoso a la estudiada obra literaria de Minerva Margarita resultaba una tarea difícil: la regiomontana constituye lo que Isabel Zapata menciona en su ensayo a propósito de los noventa años de la publicación de «Una habitación propia»: un pilar en la construcción de la tradición literaria femenina, tan necesaria para que las que ejercemos la escritura podamos hacerlo a partir de referentes claros.
El texto lo reproduzco a continuación:
¿De quién es lo escrito? ¿La escritura es de Ella, de Ellos? Estas
preguntas no tienen sentido cuando la vida humana se escapa en los
crímenes de Estado, cuando la herida en las historias minúsculas es
demasiado grave. Esa herida es símbolo de muerte y está abierta,
se infectó con los feminicidios que rebasan la comprensión. Neutra,
no neutra, política, errática, imposible, fugaz, ridícula: la escritura
pugna por hablar de los feminicidios.
Ingrid Solana, Notas inauditas
La poesía de Minerva Margarita Villarreal detona múltiples posibilidades del lenguaje. Como lo hacen los poetas de oficio, en su aliento las palabras logran desdoblamientos, las voces se multiplican hábilmente para entrar en la subjetividad, quieren hacerse escuchar porque nuestra poeta ha decidido denunciar, como un haz de luz que va penetrando hasta hacer visible lo que no se puede nombrar, en una arqueología de lo íntimo va al arquetipo; desde lo místico, sin pudor, exhibe las entrañas.
Si hay una característica que han distinguido los estudiosos de la obra de Villarreal, es esta aparente fragmentación de las voces, debido a la multiplicidad de puntos de vista desde la que nos hablan, desde la que describen sus distintas perspectivas, desde donde se explican. En este sentido, cabe entonces la pregunta: ¿quién rayos habla en estos poemas?
Habría que poner atención al hecho de que al estar frente a alguno de sus versos, no percibimos solamente uno de sus textos, sino que estamos ante una de las versiones de su discurso poético, ante una narrativa que cabe en el contexto de una forma de decir las cosas.
Si sus libros pudieran representar un estadío determinado de su poética en general, si cada poema puede hablarnos de algo más extenso que sobrepasa al conjunto de hojas que se presentan juntas, si en una misma estrofa hay desdoblamientos que apuntan a diversas voces que se multiplican y aparecen sin menoscabo del tono, del sentido, de lo que se quiere expresar, y utiliza distintas facetas para presentarse, sería entonces más certero pensar en un fractal, donde las partes son también el todo, leer un poema de Vike, o de Tálamo o de Las maneras del agua, es leer también toda la poética de Minerva Margarita. En este caso, leer un libro no es únicamente leer un libro.
I Tejido
Conocí la obra de Miriam Medrez en marzo de este año, durante el Coloquio de Mujeres Artistas Nellie Campobello, realizado en Durango; de la mano de Rocío Cárdenas pudimos apreciar las piezas que Miriam va tejiendo, configurando un trabajo interdisciplinario que busca expresar lo indomado de los objetos y del cuerpo, del cuerpo femenino. Si algo habría que destacar en la obra de Medrez sería la manera en la que están tejidas sus piezas, con hilos por donde parece crecer la hierba, como las ciudades cerca de la playa, a las que las penetra suavemente el follaje; los contrastes entre la tersura y la aridez de las fibras parecen hablarnos de un cuerpo que asimila al otro y que lo complementa, que evidencia su ser en el contraste.
Partiendo del hecho de que, como lo ha dicho Hans-Georg Gadamer, «La palabra texto designa, en sentido propio, un tejido, un todo inseparable compuesto de meras hebras sueltas. De la misma manera en el poema, de muchas palabras y sonidos resulta una unidad que se distingue precisamente por la unidad del tono», es así que podemos apreciar que los textos de Minerva Margarita Villarreal en Vike son también un tejido que cubre de misterio, una serie de acontecimientos terribles que le suceden a una habitante de El Vergel. Mediante la repetición, la ausencia de puntos y comas, el empleo de los espacios, la reiterada utilización de la letra «v», etcétera, el poema transita sin detenerse, entre la abstracción y lo subjetivo, en una trama que seduce pero que también rasguña, como las ramas en el tejido de un cesto, que contienen la memoria del agua, pero también la dureza de una osamenta.
Esta suerte de cestería que va creando Minerva Margarita Villarreal es de una consistencia similar a lo que Miriam Medrez logra con sus contrastes entre la suavidad y la aspereza, los versos que fluyen en un aparente dictado sin filtro, creando la sensación de frases sin pulir, por donde el poema deja ver su hilvane, sus costuras, completamente a propósito, lo que hermana las obras de estas dos grandes artistas de Monterrey.
Porque Vike es un árbol, es un follaje del que ahora la poeta nos muestra su tejido de ramas; la savia ha dejado de correr y han quedado secos los tallos, inmóviles, como fósiles de ancestros y recientes recuerdos, el poema es una trama que nos recuerda un paraíso, pero que al mismo tiempo encarna la verdad de una tragedia.
II Paraíso nunca tocado
Dice Juan Carlos Abril, en «Una aproximación a Las maneras del agua», que «Minerva Margarita Villarreal se inserta en la tradición de la poesía mística experimental cristiana del Siglo de Oro, a través del tamiz y los matices del siglo xxi». Esta afirmación se puede aplicar al presente poemario desde el punto de vista de su sustrato cristiano. La historia de la literatura mexicana se encuentra ineludiblemente tocada por la influencia de la religión, en este caso no únicamente por la sensación, que impregna todo el libro, de la nostalgia de un paraíso que nunca se tuvo, o por los variados símbolos que bien cabrían en ensayos prolijos, como el cráneo que aparece a lo largo de todo el poemario, sino también por una serie de elementos que quiero destacar:
María Virginia González Chapa fue enterrada
a la vera del río que no es río sino un lecho desecado
Fue enterrada lejos de la iglesia
a la derecha de la carretera
en las orillas de El Vergel
Es decir, Vike no tuvo santa sepultura, por lo cual queda marginada del perdón de Dios; estamos ante un Pedro Páramo, o, mejor dicho, ante una Susana San Juan, que enloquecida por el amor que le queda dentro y se le pudre en las entrañas, está atrapada:
El purgatorio
El purgatorio
Yo escarbo el purgatorio con mis uñas
Y me quedan lodosas
Llenas de tierra de las tumbas camino del infierno.
Este calor y la humedad de la tierra que nutren los poemas nos dan idea de esta negación del perdón que aconteció a la muerte de Vike, quien, según la religión católica, quedaría como alma en pena, errante.
No estoy tendida
sólo duermo
en la hélice del espíritu
con el yelmo de la fe
y la palabra como daga
no se amontonen
no canten victoria
no existe aún el cadáver que sueñan.
La figura del sacerdote que no puede redimir a los habitantes de Comala podría representarse aquí, por el árbol que de buenas a primeras se instala en el jardín, este árbol crea discordia y perdición en el Vergel, es el árbol del pecado:
Este árbol vino a sembrar cizaña
hace que los novios discutan
que la madre se enfade con sus hijos
que los hijos se vayan
Pero no sabemos si, efectivamente, ese árbol es también la propia Vike:
Ahí fuiste a dormir
y tu cuerpo se ramifica
Vike
y su raíz filtra
tu rastro
tan hondo y diestro
que pareces pisar un suelo inédito
Finalmente, todos los escenarios son posibles en los versos de la autora, con maestría, ya lo hemos dicho; en Vike. Un animal dentro de mí, esta mujer, Virginia, puede también redimirse e ir a cielo o caer al inframundo, porque a fin de cuentas los versos son caminos, son la narrativa del peregrinar por este mundo, un periplo sin fin, como en el mito, una sensación de eternidad que disemina, pulveriza las voces.
III Vike niña (texto a partir del poemario)
Siento su aliento cerca, me lastima su olor, mis ojos entrecerrados distinguen grietas en su rostro, hay mucha baba, incontables golpes en mi vientre, a veces se tarda mucho y a veces termina pronto, se queda como muerto y ésa es la sensación menos angustiosa de mi vida, cuando por fin se separa de mí y puedo poco a poco hacerme bolita, sollozar con quejidos secos, lamer mis heridas que nunca acaban de sanar.
Su olor me lastima papá
Su olor me lastima papá
Y mis heridas nunca acaban de sanar.
IV Denuncia
Cada dos horas y media, una mujer es asesinada en México; al día se cometen casi cincuenta violaciones; dos de cada tres mujeres violentadas lo fueron a manos de conocidos, principalmente sus parejas sentimentales. Para la mayoría de los hombres, las estadísticas lo dicen, la mujer es tomada como objeto de uso.
¿Qué delito se comente en este país para enfrentar una aniquilación de estas magnitudes? ¿Qué ola de silencio están consiguiendo con el uso de toda esta violencia?
Y regreso a la pregunta que he estado haciendo a lo largo de estos escritos: ¿quién rayos habla en estos versos?
Para Minerva Margarita Villarreal, escribir responde al hecho de que hay un resquemor por dentro que necesita materializarse. Según sus palabras: «Como un malestar aparece lo indescifrable, una dolencia. Interna y atemporal. Y necesita salir». En el caso de Vike. Un animal dentro de mí, podemos decir que ese animal ha estado dentro de la poeta desde siempre, y hoy se devela a través de la denuncia de una injusticia, porque Vike queda muda, a nadie le importa el destino de una loca, pero por suerte, en la poesía, en estos poemas habla una mujer, hablan los elementos de la naturaleza, habla un narrador, habla la propia autora, habla la mujer que escribió estas palabras, hablan las mujeres de los pueblos que crecen cercadas por el silencio, hablan las niñas marginadas, hablan las mujeres violadas y asesinadas, hablan las multitudes, y habla la mujer abstracta, la de las cifras, habla finalmente un número: diez mujeres al día son asesinadas, cuarenta y nueve violaciones diarias, horas y horas de acoso, minutos eternos de violencia, siglos y siglos de silencio.
V El animal dentro
Encontrar las voces de los otros es descubrir, por fin, la voz más interna, es hallar las palabras que mejor dan cabida a lo que queremos decir. Si bien la poesía contemporánea busca desvestirse del lirismo en pos de ir, en un ejercicio de compromiso, por una realidad que necesita ser dicha, evidenciada en la literatura, Vike ha estado en Minerva Margarita Villarreal desde siempre, se ha materializado por la pluma de la poeta y ha logrado denunciar una historia concreta, hasta hacernos ver los animales que cargamos, las bestias, el rencor vivo que carcome como cáncer en las entrañas.
Zorra, halcón, gato, gallina, burro, oveja, cacomixtle, vaca, caballo, bichos y aves: ¿cuál de estos animales es la bestia que llevamos dentro? Desde el inicio hemos de hacernos esta pregunta: ¿a qué animal se refiere la poeta?
La respuesta es: todos ellos. La respuesta es la enfermedad, la respuesta es el cáncer, la respuesta es el rencor.
Sin embargo, como siempre, también la respuesta está a la vista de todos, evidente:
El vacío está dentro de ti
es el animal que te come desde niña
El vacío es un animal que desde la infancia vamos tejiendo.