*** / Víctor de Jesús Salas Pérez

Preparatoria 18 / 2013 B

 

Cuando salí de la habitación de mi madre escuché una voz que venía desde el final del pasillo:

–¿La amas, verdad?

Era la anciana loca del hospital que siempre está en su silla de ruedas aunque puede caminar.

–¿A qué se refiere? –le pregunté.

–A la muchacha con la que viniste ayer. La amas, ¿verdad?

Sonreí un poco nervioso y le dije:

–No, señora, ella solamente es una amiga.

–Tonterías, tú la amas.

La señora se veía decidida y muy segura de lo que decía. Me sorprendió, ya que en el hospital nadie la había escuchado hablar por más de seis meses. Esto me lo contó mi madre, dijo que la anciana no hablaba desde que vio al señor Reyes caer desde las escaleras del segundo piso. El anciano murió y ella se quedó parada a un lado del cadáver hasta que llegaron los forenses a recoger el cuerpo.

–¿Por qué lo dice?

–Tu mirada… tu mirada me lo dice

–¿Ah sí? ¿Y qué le dice?

La anciana hizo una pausa.

–Lo puedo ver en tus ojos, ellos me lo dicen, tus ojos son iguales a los de Juan hace unos cincuenta años. Tienes esa mirada que tenía él, esa mirada que transmite amor. Puedo ver en tus ojos que darías todo por ella, que te mueres por ella, que te enamoraste desde la primera vez que la viste. Cada vez que la abrazas sientes que el mundo se detiene y deja de importar todo lo demás, que sólo son tú y ella aunque sea por un par de segundos. Sientes que algo tan frágil no puede existir, pero la tienes entre tus brazos y no la quieres dejar ir, la miras y miras lo más hermoso que pudieras imaginar, piensas que ni siquiera los ángeles son tan hermosos y quisieras estar con ella hasta el fin del mundo. Quieres que ella esté contigo, pero ella no lo sabe y te mata por dentro cada segundo que la miras.

Me quedé sorprendido y en silencio por un rato, la anciana decía todo lo que sentía, no lo podía creer. Quise disimular, hacerla sentir que estaba equivocada.

–Usted está loca.

–Todos nos volvemos locos cuando amamos.

Se quedó callada unos segundos y continuó:

–La vida es un gran manicomio, la única diferencia es que ellos creen estar locos y tú y yo sabemos que lo estamos.

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