Preparatoria 6 / 2017 B
El general mandó llamar a sus hombres y les dio instrucciones tajantes. Cuando terminó, me miró y se quitó el sombrero, después sacó de su bolsillo un objeto brillante.
-Gracias, hijo, sigue así de valiente toda la vida –me dijo mientras ponía en mi mano una pesada moneda de oro.
Cuando regresé a casa, le conté a mi familia lo ocurrida –sin mencionar ni mostrar el cementerio-. No lo hice por egoísmo o ambición, sino porque desde ese día se convirtió en mi amuleto. Me dio fortaleza cuando dejé mi pueblo. Al llegar a la ciudad, aprendí a vivir solo. Al salir de mi país y regresar años más tarde, ahora mismo me sigue dando valentía mientras espero con paciencia que la muerte me recoja y me lleve a donde está ahora aquella tropa de soldados y héroes.