Valeria Tentoni / La casa se inundó

     
     porque las ratas pusieron en el desagüe sus nidos
     las hojas taparon las canaletas. Encontramos manchas de humedad con figuras
     abrumadoramente imprecisas.
     Talaron el árbol, pusimos piedras
     sobre el tronco guillotinado.
    
     Yo lloraba en un estúpido charquito de barro.
    
     Había un gato negro acurrucado en la puerta
     y cuando abrí entró, dijiste.
     Se va a llamar Michael Jackson
     y no va a entrar en la habitación, acordamos.
     Compraste alimento en el quiosco
     le serviste agua en una maceta que olvidó
     el inquilino anterior.
    
     Cuando llegué, el gato estaba entre las piedras
     que detenían el avance trunco del árbol.
     Era un minúsculo pompón desgreñado.
     Saqué las piedras, una por una. Tuve miedo
     de que estuviese muerto.
     El gato no se movió hasta que giró la cabeza muy despacio
     y me clavó sus ojos amarillos.
     Uno de ellos estaba hundido por la presión de las espinas.
     Era más bien horrible. Estaba aterrado
     pero sostenía la mirada, algo que muchas de las personas que conozco
     ya no pueden hacer. Escapó hacia el lavadero.
     Le dejé una bufanda de lana por cuna, le dije que todo iba a estar bien.
     En una lata vacía mezclé polvo blanco y agua de la canilla.
     Ahora eso es leche que espera por la confianza de nuestro gato,
     por un día en el que no haya nada de qué escaparse.
    
     Por la mañana encontramos que algo había comido.
     Pero ya no estaba ahí.
    
     Yo estoy en el poema, ahora, preguntándome
     si existió o no ese animal oscuro entre nosotros.
     Yo estoy en el poema, ahora,
     cambiando los tiempos verbales a pasado.
    
    
    
     There is a crack, a crack in everything
     That’s how the light gets in
     Leonard Cohen
    
    
     Hoy temprano
    
     la manijita del botiquín del baño falseó su tuerca
     y cuando abrí para buscar el secador de pelo
     se salió del todo.
     Me quedaron rayitas de metal en la mano, se zafó
     se erosionó, se terminó
     su vida útil. Y todo así. Todas las cositas se autodestruyen
     quieren pertenecer al polvo.
     Ahora mismo, por ejemplo, se me están pasando los fideos. Pero sé
     que son
     los fideos o el poema.
     También sé
     no me engaño
     que los fideos se me están pasando.

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