A de Alentejo
El espacio y el tiempo tienen espesuras diferentes en el campo, están dilatados. Si un astronauta fuera al espacio, lejos de centros gravitacionales, y regresara, llegaría más viejo que su hermano gemelo que se quedó en casa, pues el tiempo en la Tierra habría pasado más despacio. En Alentejo también. Si alguien fuera a Lisboa, el hermano gemelo que se quedó en el monte estará más joven cuando el otro vuelva a la tierra (y no a la Tierra).
—Estás viejo —dirá él al hermano que fue a la capital, mientras come aceitunas debajo de un alcornoque.
B de Biblioteca
Es posible organizar una biblioteca para representar a un ser humano: los libros que leemos nos construyeron, nos construyen, nos construirán. El modo en que los reunimos nos denuncia: los preferidos, todos juntos, o dialogando con los inacabados, con los por abrir, tratando de hacerlos mejores; poetas al lado de científicos o, por el contrario, en el estante más alejado. Borges decía que una biblioteca es una autobiografía.
Mi autobiografía ya no me cabe en casa.
C de Crítica
Matisse dijo que Picasso era la única persona que tenía derecho a criticarle.
Dickens llamaba piojos a los críticos, D. H. Lawrence los llamaba cerdos, Berlioz se preguntaba a qué edad iban ellos al matadero, Landor dijo que eran la más odiosa de las pequeñas criaturas rastreras. Sibelius dijo que nunca se erigió una estatua a un crítico (lo que obviamente no es verdad). Ernesto Sabato, bastante más ponderado, escribió que «hay dos tipos de crítica: si nuestro propósito es escribir un libro negro y alguien nos señala la existencia de manchas blancas, debemos escuchar con mucho cuidado la observación hecha y tratar de corregir la falta; pero si tal señor se acerca para convencerse de las ventajas de escribir libros rojos o cuadriculados, hay que oírlo como quien oye llover. Buena parte de la crítica es de este segundo género y consiste en explicarnos —muchas veces a gritos— lo que el crítico habría escrito si estuviera en nuestro lugar. Pero como nunca se podrá realizar una experiencia tan memorable y provechosa para las letras, y como, si se lleva a cabo, todo se reduciría a un cambio de autor, lo mejor es ocuparse de otra cosa».
Concluyendo, y sin ninguna ironía, la crítica es fundamental.
D de Dios
Según Samuel Butler, la gran lucha entre creyentes y ateos es saber si Dios debe ser llamado «Dios» o tener otro nombre cualquiera. La diferencia es a menudo semántica. Olaf Stapledon, en el libro Nebula Maker, tiene una idea más o menos similar, en la que la divinidad es descrita como una especie de ley física. El narrador, después de ver a Dios y gritar su nombre, reflexiona y comenta: «Pero yo sabía que si realmente Dios existiera, no podría ser más visible que la Teoría de la Relatividad».
Chesterton decía que, para un ateo, el universo «era la obra más graciosa y bella construida por nadie».
El argumento de Epicuro de que Dios o no es absolutamente bueno o no es omnipotente tiene pertinencia: si Él no acaba con el mal es porque no puede (no es omnipotente), si puede y no lo acaba es porque no quiere (y en ese caso es malo). Curiosamente, este argumento no funciona con todas las ideas de Dios. El de los maniqueos no es omnipotente y vive en lucha contra las tinieblas.
Una cosa es cierta: con respecto a la justicia, Dios es como los portugueses: si va a suceder, se tarda una eternidad.
E de Enciclopedia
Para mí es todo un cuerpo de sabiduría que nos permite ignorar más, alfabéticamente y en varios volúmenes. Un universo medieval con media docena de orbes sólo nos permitía ignorar un universo de ese tamaño. Bruno sugirió la existencia de infinitos mundos, haciendo que cualquier persona pudiera pasar la vida ignorando infinitos cuerpos celestes.
F de Felicidad
Es lo que buscamos aun cuando sólo intentamos conquistar la infelicidad absoluta.
Pero conviene distinguir, como los griegos hacían, entre felicidad y placer. Son cosas diferentes que tendemos a confundir.
La felicidad es como la salud, algo de lo que no nos damos cuenta cuando la tenemos. Una capa subyacente que está presente incluso en la adversidad. Una persona puede ser feliz aun en momentos en que está triste o frustrada, tal como no dejamos de ser una persona sana por habernos constipado.
La definición de infelicidad puede ser fácilmente percibida observando la vida de un deportista.
G de Gólem
La informática hará al sueño cabalístico del gólem una realidad de silicona con alma de ceros y unos. El gólem ganaba vida a través de la palabra verdad (emet) escrita en la frente. Mañana será a través de la palabra on.
H de Humanidad
Soy lo suficientemente optimista como para creer que a veces la humanidad puede encontrarse en seres humanos.
I de Infancia
La realidad no está preparada para la infancia. La trata tan mal que tarde o temprano acabamos todos en adultos. Aquí un poema de Luis María Pescetti, del libro Unidos contra Drácula:
Casi todos los días nace un niño
o muere un viejo dentro de nosotros.
No pasan tres días sin que nos deshagamos
de un viejo
y recibamos a un niño.
Si entre el breve dolor de una tarde
oímos el llanto de un bebé en nosotros
no nos demoremos en tomarlo en los brazos.
Por otro lado, la infancia está muy mitificada. Y hay muchos que nunca fueron niños. Unos porque no pudieron y otros porque no quisieron.
J de Jalan Jalan
Significa «pasear», que es una actividad sin fines ulteriores, que vale por sí sola. Todo lo que realmente importa en nuestra vida, como la amistad o el amor, es un paseo.
Comencé a viajar a causa de los libros. Y, por supuesto, hubo viajes que me hicieron leer. El Jalan Jalan también es un círculo, no sólo porque hace dialogar el viaje físico con la lectura, sino también porque tiene como hilo conductor esa reciprocidad que resulta de la circularidad de los viajes.
Me dijeron, antes de viajar a Egipto, que sin cultura, sin conocimiento de la historia, aquello era «un montón de piedras». No será así, pero se percibe la idea. La experiencia del viaje puede ser mucho más profunda si nuestro conocimiento también lo es. Pero también es frecuente que la experiencia in loco dé nuevas dimensiones a lo que leemos previamente. Esas dos formas de conocimiento bailan una con la otra y, al hacerlo, se alteran mutuamente.
K de Kafka
Adorno dijo que Kafka era la ventanilla de informes de la condición humana.
Muy probablemente, una de esas ventanillas en que nos vemos perdidos en un laberinto burocrático después de haber estado una eternidad a la espera de ser atendidos.
L de Leer
Veo la muerte de Séneca como ejemplo de la muerte filosófica: en la bañera con las muñecas cortadas. O la de Sócrates con la cicuta. Como ejemplo de la muerte literaria imagino la de Al-Jahiz, que fue muerto por sus propios libros: le cayeron encima y lo aplastaron.
Cualquier buen lector, cuanto más grande sea su biblioteca, más siente el peso aplastante de lo que leyó y, principalmente, de lo que no lee y nunca podrá leer.
M de Memoria
En el aniversario de la vigésima quinta edición del libro Matadero Cinco, novela que trata de memorias con una visión eternista, en que el tiempo es una especie de sólido (el futuro no será, el futuro es), Kurt Vonnegut, en la introducción, dice lo siguiente sobre la memoria del futuro: «Stephen Hawking consideró torturante el hecho de que no se nos permita recordar el futuro. Pero, para mí, recordar el futuro es ahora una broma de niños. Sé lo que va a ser de mis indefensos hijos recién nacidos porque hoy son adultos. Sé cómo mis amigos más cercanos terminarán porque están casi todos jubilados o muertos… A Stephen Hawking y a todos los otros más jóvenes que yo les digo: “Sean pacientes. Vuestro futuro irá a vuestro encuentro, se acostará a vuestros pies como un perro que os conoce y ama”».
Hablar así del tiempo no es novedad, ni en la filosofía ni en la ficción ni en la ciencia, pero pocos tienen esta capacidad de tratarlo de tú. O como si fuera un perro.
N de Nada
Lao Tsé escribió que un vaso sólo es útil por el vacío que tiene adentro. En nuestras vidas, nos hace falta la nada. Si todo estuviese lleno, absolutamente lleno, sería como vivir en un vagón de metro a la hora punta, sin propósito y sin ninguna posibilidad de moverse. Y, sin embargo, la nada es lo más temible de los destinos. Sheol, el infierno para los hebreos, no era un espacio de sufrimiento, sino de olvido. Peor que los innumerables tormentos reservados a los condenados al infierno cristiano, era esa admonición, esa amenaza de que todo será borrado, todo desaparecerá y no quedará nada más allá de una eternidad de nada.
O de Organización / desorganización
La desorganización es un orden desconocido. Mi secretaria es un lío para cualquier persona, pero para mí es organizada. Esto plantea un viejo problema: ¿el conocimiento es una acumulación organizada de información o, por el contrario, es la iluminación de un orden preestablecido?
P de Placer
Epicuro se quedó con la fama de bohemio, pero era una persona insípida y austera en lo que toca a los placeres. Aristipo, ése sí, creía que debíamos hacer las cosas por placer. Fue justo que fuera el suyo, y no el de Epicuro, el nombre de una revista dedicada a vinos, puros y hedonismos afines.
Muchos escritores, cuando hablan de su profesión, confiesan dolores atroces, sufrimientos avasalladores. Me gusta escribir. Me da placer escribir. Soy cirenaico en estos asuntos y abrazo el hedonismo. A veces hay algún sufrimiento, porque hay siempre la necesidad de autosuperación, de hacer mejor, de perseguir una perfección quimérica.
Julien Green (la cita es de Simon Leys) dijo que «los únicos libros que interesan son aquellos de los cuales se podría decir que su autor se ahogaría si no los hubiera escrito».
Green plantea la cuestión en otros términos, no en el binomio dolor / placer, sino en la necesidad, una forma bastante platónica de exponer esa idea. Platón creía que la felicidad era una restauración de un estado original. Es decir, originalmente me siento bien, pero de repente todo cambia y paso a sentir dolor, falta o incomodidad. En el caso de Green, un ahogo. Una urgencia que lo amenazaba. Si fuera sed, bebería agua y esa agua sería una fuente de placer. Como la necesidad se cumple a través de la escritura, Julien Green escribía para no ahogarse.
Y eso es un placer.
Q de Quijote
Una de las escenas más carismáticas de don Quijote, aquella en la que éste acomete contra los molinos, es superficialmente leída así: he aquí cómo el sueño cambia la realidad de una persona, poniendo en peligro su vida. De hecho, a este caballero le faltaba quien corroborara sus creencias y las hiciera más sólidas, materiales, carnales, reales. Para los molinos era necesario que todos concordaran con que fueran gigantes. Pero este episodio puede ser leído de otra manera:
Los gigantes tuvieron tanto miedo que se disfrazaron de molinos.
Siempre es posible insistir, atacar la realidad (al menos una parte de ella) y abrir uno u otro agujero para un verano mejor. O ir cambiando el entorno hasta que nos satisfaga. Por otra parte, ésa ha sido la larga marcha de la civilización, vamos buscando más justicia, vamos derribando gigantes (que a veces se disfrazan de molinos) e intentamos elevar la sociedad a nuestro alrededor. Por lo general, esos cambios son particularmente lentos: casi nadie puede ver que los molinos son, en realidad, gigantes. Y existe el peligro de que se esté cometiendo un error grave. Hay una anécdota judía de un tirador que acertaba siempre en el centro del blanco. Cuando le preguntaron cómo lo hacía, él respondió que primero disparaba, después dibujaba el blanco alrededor del agujero de la bala.
¿No será que, al adecuar la realidad al sueño de una persona, sin la lenta corroboración del resto de la sociedad, estamos creando una tiranía?
R de Revolución
La sociedad sedentaria transformó la naturaleza, todo lo que ella prodigaba, la dádiva y la gracia, en escasez, limitando su usufructo, imponiendo fronteras, muros y vetos y vigilando el territorio. La providencia pasó a ser virtud divina o política gubernamental y no natural. La comida, que estaría al alcance de todos, se convirtió en un bien escaso, sólo accesible a través del trabajo. Todo lo que necesitamos se ha convertido en una rareza que debe pagarse; hasta el agua que bebemos, y oí decir que en una ciudad suiza se paga el aire. La naturaleza fue prostituida y transformada en un negocio, desde los árboles frutales a la simple contemplación de un paisaje. El turismo es otra manera de vender la naturaleza. Para poder vender los recursos naturales fue primero preciso privar a las personas de esos mismos recursos. Simultáneamente se crearon deseos artificiales, que adquieren la urgencia de la necesidad, el consumo ostentoso y el anhelo de novedad. ¿Eso sucedió con la masificación de la posguerra? ¿Con la revolución industrial? ¿Con el petróleo? No, la mercantilización de la naturaleza es una característica de casi todos los modelos de sociedad sedentaria y existe desde que el hombre se apropió del territorio, desde que se estableció en un lugar agotando ese espacio, creando jerarquías y maneras de subyugar al otro, que siempre sirvieron sólo a un propósito: la codicia.
Las ventajas de la sedentarización, sin embargo, son evidentes, especialmente en las manifestaciones de la tecnología, que permite la existencia de libros, de medicina, de confort, de transportes, etcétera. Pero la historia, según Hegel, es un retorno en espiral y sería deseable creer que podríamos volver al lugar de donde partimos, aliando las ventajas del nomadismo a las de la sedentarización, en una síntesis. El sueño de la tecnología sería puesto en práctica, y el trabajo obligatorio sería hecho por máquinas liberando al hombre. Una vida digna sería una garantía obsequiada por el propio nacimiento y no algo a lo que sería necesario acceder a través del trabajo.
O sea, necesitamos una revolución.
S de Suerte
Ya tuve una vez.
T de Tentar (Intentar) / fallar
Robert A. Heinlein tiene un libro llamado La puerta al verano. El título nació del comportamiento de su gato durante el invierno. Heinlein vivía en una casa con varias puertas que daban a la calle. A pesar del frío, del paisaje nevado, el gato pedía salir. Heinlein le abría la puerta. El gato, al sentir el frío de la calle, desistía y pedía salir por otra puerta. El proceso se repetía, probando con todas las puertas hasta que una de ellas diera al verano.
Mis gatos hacían exactamente lo mismo. No me parece que el clima pueda cambiar sólo con la insistencia y la expectativa optimista de uno o más gatos, pero en otras ocasiones, el ejemplo de estos felinos es inspirador.
La más irremediable falla: no intentar.
U de Utopía
Llevé una utopía a casa,
muy ligera, como un sueño.
La peiné,
quedó aún más bonita,
pero al otro día despertó
con cara de realidad.
(Las utopías se estropean con mucha facilidad:
Basta que nos acerquemos a ellas.)
V de Viajar
Dijo ​​el Profeta: infeliz el hombre que muere cerca de casa.
En el Bereshit Rabbah hay unos párrafos dedicados a la primera letra de la Torá, la letra beth. Significa «casa» y dice el midrash que la letra está cerrada en todos los lados excepto uno, que es de donde sale la creación, de donde parte toda la Torá. Antes de ella, todo lo que podría existir nos está vedado, un poco como saber lo que está al sur del Polo Sur o antes del Big-Bang. En ese sentido, prefigura un viaje: al salir de casa, hacemos nacer el cosmos. Un viajero, al dar el paso esencial más allá de su puerta, establece y confirma la existencia de todo un universo.
W de Westvleteren
En la abadía de Westvleteren no se puede comprar más que un palé de la cerveza que allí se produce; es necesario llamar con antelación, dar el nombre y la matrícula del coche, para garantizar que no compramos más de lo debido. Y cuando los clientes reclaman que la producción es insuficiente y no satisface la necesidad de los compradores, los monjes simplemente responden que lo que hacen es rezar. La cerveza es sólo para mantener el monasterio. Dicen que es la mejor cerveza del mundo.
X de Xerazade (Sherezade)
Xerazade dijo en un momento (noche 351) que no estamos hechos de huesos, músculos o a-de-enes, pero sí de historias.
Y de Yin-Yang
Opuestos a convivir, medio enredados. Un buen ejemplo para muchas situaciones y personas.
Z de Zibaldone
Me gusta Leopardi. Cuando leemos lo que él escribió y sobrevivimos, salimos de esa experiencia con cierta felicidad. Sus pensamientos son tan pesimistas que el mundo, después de haberlos leído, parece hermoso, sublime y justo. Leopardi, que padecía varias enfermedades, además de ser raquítico y con gibas en el pecho y en la espalda, creía, muy justamente para alguien con sus características, que «esta vida es triste e infeliz y cada jardín es como un gran hospital; más deplorable que un cementerio». Para él, la vida era «el viaje de un cojo y enfermo que, con una pesadísima carga a la espalda, por montañas escarpadas y lugares sumamente hostiles, cansados ​​y difíciles, con nieve, con hielo, con lluvia, bajo el sol ardiente, camina sin nunca reposar, día y noche, durante innumerables jornadas para llegar a un precipicio o un foso y en él inevitablemente caer». Pero, para ser aún más preciso: «Todo está mal. Es decir, todo lo que existe es mal; que las cosas existan es un mal; cada una de las cosas existe con la finalidad del mal; la existencia es un mal y se organiza para el mal; la finalidad del universo es el mal; el orden y el Estado, las leyes, la trayectoria natural del universo no son sino mal, no se encaminan hacia nada que no sea el mal». Cuando cerramos este libro, Zibaldone, y abrimos una ventana, lo que vemos es un mundo maravilloso.
Traducción del portugués de Renato Sandoval Bacigalupo