Madrid, 1987. Su libro más reciente es Carcoma (Almadía, 2023).
Cuando llega al portal y aprieta el botón del portero automático, Clara se da cuenta de que está harta. La sensación le viene de repente; pero, una vez que empieza a pensar en ello, ya no puede parar: el cerebro se le pone a hacer un scroll desquiciado por todo lo que ha pasado ese día, como el idiota ese que fingió no haber visto hasta entonces una mancha enorme de humedad justo detrás del cabecero, Clara pensó que si respiraba eso el tiempo suficiente quizá mutaría ella misma en una especie de hongo infeccioso como en una película de Cronenberg o como en esa película en la que sale Natalie Portman, no se acuerda de cómo se llama pero el personaje de Portman es el único que sobrevive, todo el mundo muere y los hongos se apoderan de sus cuerpos, todo era precioso en esa película menos la historia del marido, que no le importó lo más mínimo, mientras la veía le daban ganas de que se muriese cuanto antes, era un personaje realmente imbécil, justo dijo Cronenberg cuando le preguntaron por su director favorito en el siguiente piso que visitó, donde había que pasar una especie de castin para ser admitida por el resto de inquilinos, Cronenberg no es su director favorito, ni siquiera sabe si tiene un director favorito, pero es el primero que se le vino a la cabeza en aquel momento porque estaba pensando en convertirse en un hongo infeccioso y porque se acordó de Crash, que probablemente sí es una de sus películas favoritas porque le gustan las películas en las que la gente tiene kinks rarísimos, también le había gustado esa en que la protagonista folla con un coche, Titane, tendría que haber dicho que la directora de Titane era su favorita pero no se acordó del nombre en ese momento, se acordó cuando ya estaba bajando las escaleras del portal, y para entonces estaba claro que no iba a ser la seleccionada porque todos pusieron una cara rarísima cuando dijo Cronenberg, joder ni que hubiera dicho Polanski, que ella supiese Cronenberg no había ido por ahí violando niñas con la excusa de que Charles Manson había asesinado a su mujer embarazada, bueno no el propio Manson, que se había quedado sentado tranquilamente en el porche, sino esas tres chicas que sonreían mucho en el juicio y parecían sacadas de un grupo folk si no tenías en cuenta la cruz invertida de la frente, en cualquier caso qué clase de excusa era esa, joder, era asqueroso que hubiese utilizado a su mujer muerta para eso, estaba ya saliendo del portal cuando pensó que no, que tampoco tendría que haber dicho Julia Ducornau, porque a la gente no le suelen gustar los kinks rarísimos y evidentemente a Ducornau sí, ahí estaba esa otra peli suya, la anterior, que iba de canibalismo, y entonces, cuando estaba ya en la calle, recibió un wasap en el que le decían que no había sido seleccionada, joder, había sido rápido, no habían tardado ni cinco minutos en descartarla, estaba claro que no querían vivir de ninguna manera con ella, tendría que haber dicho Sofia Coppola.
Le abren la puerta del portal sin preguntar quién es por el telefonillo, y a Clara eso le da mal rollo, no tendría que haber ido porque en el anuncio ni siquiera había fotos y además la habitación era muy barata, casi la mitad que cualquier otra, así que a todas luces aquello era raro, de hecho parecía el inicio de un true crime, es muy probable que dentro de tres o cuatro años Netflix compre los derechos y la serie comience justo en ese momento, la protagonista subiendo las escaleras del portal, aunque espera que los compre HBO, la verdad, porque siempre contrata mejores actores y si va a morir disuelta en ácido qué menos que la interprete Florence Pugh. Al final se había decidido porque la mujer que atendió el teléfono del anuncio parecía amable pero no complaciente, y de alguna manera eso le gustó, le gusta la gente que no trata de agradar por todos los medios porque eso es justamente lo que ella hace todo el rato, pero en realidad no está segura de si sólo ha tratado de convencerse de que la mujer le había gustado porque la habitación es muy barata, el cerebro a veces te juega malas pasadas convenciéndote de cosas, a Clara eso le pasa todo el rato, una nunca puede fiarse de su propio cerebro. Cuando llama al timbre y le abren la puerta, por fin se calma un poco porque la mujer parece completamente normal, de hecho lo que parece es anodina e insulsa, y que sea anodina e insulsa la tranquiliza, aunque si lo piensa bien muchos asesinos son anodinos e insulsos, no hay más que ver a Jeffrey Dahmer con esas gafas de idiota, si algo le ha enseñado el true crime es justamente eso, que los asesinos que parecen normales son los que pasan más desapercibidos para la policía, que se pone a buscar a personas con el pelo sucio y dificultades de dicción, y no a padres de familia normales y corrientes o a señoras que van a la peluquería todos los viernes, como en la serie esa de un asesino en serie que se casa con una madre divorciada para dar la imagen de que es un feliz padre de familia y así poder seguir tirando bolsas de basura llenas de cadáveres al océano, eso es lo que hay que hacer si no quieres que te pillen, en esa serie además el asesino trabaja para la policía, lo que en opinión de Clara deja claro el mensaje que los guionistas trataban de transmitir. Pasa, que te enseño el piso, dice la mujer justo después de darle los buenos días y decir que se llama María, aunque ya se lo había dicho por teléfono y además lo ponía en el anuncio, y Clara se deja guiar por el pasillo mientras María le va enseñando el salón, la cocina y el baño, que son tan anodinos e insulsos como ella y que están limpios y ordenados aunque no de forma maniática, sólo de la forma en que lo haría alguien que sabe que va a recibir una visita. Esta sería tu habitación, dice María, y abre un cuarto más grande de lo que Clara había imaginado, desde luego más grande que el de la mancha de humedad y que el de Sofia Coppola, bueno, no el de Sofia Coppola, sino el del castin en el que tenía que haber mencionado a Sofia Coppola, y también más luminoso, no da a uno de esos patios interiores que parecen el hueco de un ascensor. El cuarto tiene una cama grande, una estantería, un armario y un escritorio, no son demasiado nuevos pero están en perfecto estado, limpios y brillantes como si acabasen de barnizarlos y sin un solo desconchón ni una sola abolladura, y además ninguno es de Ikea, lo que a Clara le gusta especialmente porque está convencida de que ha desarrollado una especie de neurosis hacia las estanterías Billy. Las condiciones son las que te comenté por teléfono, doscientos euros al mes con los gastos incluidos y seiscientos de fianza, vivirías conmigo y con mi madre, las dos somos muy tranquilas y eso es lo único que pedimos, que no haya mucho jaleo, vamos, que si alguna vez sube un amigo, o una amiga, dice la mujer después de una pausa extraña, no pasa nada, pero que no haya mucho trajín, eso es lo único que pedimos, repite, que no haya mucho trajín y que colabores un poco con la limpieza de la cocina y el baño, lo normal, vamos, tampoco hace falta estar todo el día con el trapo en la mano. Clara asiente y se pregunta dónde está la trampa, porque alguna tiene que haber para que esa mujer no haya puesto la habitación el doble de cara, y se acerca a la ventana para ver si hay una discoteca o un montón de bares abajo, esperando que la trampa sea simple y fácil de identificar, pero no, abajo sólo hay una placita con un parque. Por supuesto puedes usar el salón todo lo que quieras, no tienes que estar encerrada aquí, aunque si quieres ver la televisión tendrás que pelearte por el mando con mi madre, dice la mujer en tono de broma, y Clara sonríe como si le hubiera hecho gracia aunque no ha tenido televisión desde que se independizó. No te presento a mi madre porque está durmiendo, siempre se echa una siesta a estas horas, pero si quieres conocerla antes de tomar una decisión puedes venir un poco más tarde o mañana, vamos, está mayor y no puede moverse mucho pero la cabeza la tiene perfectamente. A Clara eso de que la madre no pueda moverse le suena fatal, seguro que quiere enganchar a alguna desgraciada que no tenga dónde caerse muerta y acabe tragando con cuidar de la madre, ahora ya sabe cuál es la trampa, primero te piden un favor y luego acaba siendo una obligación, pero la verdad es que ella es precisamente esa desgraciada que no tiene dónde caerse muerta, en tres días tiene que irse de la habitación donde está ahora y no cree que pueda pagar ninguna de las otras que ha visto, ni siquiera la de la mancha enorme de humedad, los cálculos que ha hecho para llegar a la conclusión de que podía permitirse ese alquiler incluían cosas como levantarse a las cinco de la mañana para ir andando al trabajo, vender ropa en Vinted y bajarse la aplicación en la que te puedes apuntar para pasear a los perros del vecindario, si lo piensa la verdad es que esos cálculos parecen otra jugarreta de su cerebro. ¿Te gusta la habitación?, pregunta la mujer, No pensé que fuese a contestar nadie hasta que pusiese fotos, sigue diciendo sin esperar la respuesta de Clara, Mi móvil tiene la cámara rota y hasta esta tarde no puede venir un sobrino a hacerlas con el suyo, pero si te gusta te la quedas tú. Clara deambula por el cuarto y toquetea el escritorio fingiendo desinterés, ha estado en suficientes entrevistas de trabajo y suficientes visitas a pisos para saber que nunca hay que parecer desesperada con un jefe ni con un casero por mucho que una lleve el elástico de las bragas atado con un nudo, pero la verdad es que está demasiado cansada como para seguir con todo aquello, a estas alturas compartiría piso con el mismísimo Polanski con tal de no tener que volver a abrir la página de Idealista, así que dice que se queda con la habitación y que mañana mismo trae el dinero de la fianza.
Pasa los dos días siguientes haciendo la mudanza en metro en el rato que le queda después de salir del trabajo, no tiene muchas cosas pero en cada viaje sólo puede llevar lo que le cabe en la maleta y en una bolsa del Ikea, así que se ve obligada a ir y volver varias veces y en cada viaje se deprime más, hacer una mudanza en metro le parece profundamente deprimente pero no tiene ninguna amiga con coche, de hecho está bastante segura de que no tiene ninguna amiga, no cree que a la revisión mutua de las stories de Instagram se le pueda llamar amistad, y la última vez que le dijo a su madre que se mudaba, dos pisos antes del de ahora, esta le contestó Pero otra vez te vas a cambiar de casa, seguido de muchos ?????? y muchos !!!!!!!!!, y ella entendió que eso daba por zanjada la conversación, después hizo un pantallazo para subirlo a las stories y hacer una broma sobre los boomers y el mercado del alquiler, pero una vez que lo colgó no le pareció divertido.
En esos dos días no se encuentra a nadie en la casa pero se ve la luz por debajo de la puerta de una de las habitaciones, así que intenta hacer el menor ruido posible según va sacando de la maleta platos desportillados y jerséis raídos, y de repente le parece que es lo único que ha conseguido acumular desde que salió de casa de su madre, una cantidad desproporcionada de platos y de jerséis, no tiene ni idea de por qué concretamente platos y jerséis y no tenedores y pantalones o vasos y camisetas, a lo mejor eso es como el horóscopo y dice algo de su personalidad, desde luego si acumulase libros todo el mundo pensaría que eso dice algo bueno de su personalidad, pero no tiene ni idea de qué puede significar acumular platos, sobre todo teniendo en cuenta que no le gusta cocinar y tampoco tiene especial interés en comer, comer es sólo algo que hay que hacer, como ducharse o cortarse las uñas, seguro que lo de los platos es algún tipo de carencia de la infancia, se apuesta los doce con cincuenta y tres euros que le quedan en el banco a que puede encontrar a alguien en TikTok con una teoría sobre ello, del significado de los jerséis está más segura, en ninguna de las casas en las que ha vivido había calefacción y si la había era demasiado cara para encenderla, así que lleva años acumulando jerséis, lo que quiere decir que el significado de acumular jerséis es que es pobre.
La mañana siguiente de mudarse es sábado pero Clara se levanta pronto porque apenas ha podido dormir, odia esos primeros días en una casa nueva, cuando todo es incómodo, no encuentras nada y empiezas a descubrir las manías concretas con las que vas a tener que vivir durante años, la mayoría de la gente se conforma con manías corrientes como que esté siempre bajada la tapa del baño o que se queden cerrados los armarios de la cocina, pero una vez tuvo una compañera que estaba obsesionada con que las tijeras abiertas daban mala suerte, así que cada vez que le ocurría algo malo se ponía a buscar tijeras por toda la casa, entraba en las habitaciones de los demás y abría los cajones, verdaderamente se desquiciaba. Clara está haciéndose un café en la cocina cuando entra María y dice Bueno, es hora de que conozcas a mi madre, que ya estás instalada, y va con ella al salón, donde se oye el sonido de la televisión, y al entrar Clara ve a una señora sentada en una butaca y ataviada con un vestido de flores y una pamela enorme, como si estuviera lista para ir a la playa, la verdad es que tiene un aspecto bastante ridículo, pero no ridículo como esas actrices que fueron famosas hace cuatro décadas y siguen viviendo en aquella época, no ridículo de una manera triste pero glamurosa, sino simplemente ridículo, ridículo de una manera tosca y chabacana. Clara se acerca a la señora y entonces se da cuenta de que en realidad no es una señora, sino sólo un maniquí al que han pintado los labios y los ojos, y se gira para mirar a María y dice Qué graciosa la broma, aunque en realidad no le ha hecho gracia. ¿Cómo?, pregunta María, Que muy gracioso, repite Clara, ¿tu madre no está ahora o es que no va a vivir con nosotras? María la mira con extrañeza, ¿Qué quieres decir?, pregunta, Esta es mi madre, y hace un gesto leve con la cabeza en dirección al maniquí. Clara sonríe y dice Vale, pues encantada, y vuelve a la cocina, no se puede creer que le haya tocado una graciosilla, seguro que hasta lo estaba grabando para subirlo a TikTok, ya hay que tener mala suerte, eso es peor que la maniática de las tijeras o el pirado aquel que se ponía como loco si entrabas en la cocina mientras pintaba figuritas de Warhammer.
Clara se mete en su habitación con la intención de colocar lo que le queda pendiente de la mudanza, pero al final pasa la mañana buscando a su compañera en Instagram y en TikTok, mete todos los hashtags que se le ocurren, bromaspiso, mejoresbromas, mejoresbromaspiso, compañeradepiso, compartirpiso, 10mejoresbromas, bromareal, pero no encuentra nada, seguro que lo está editando, a lo mejor es streamer y se lo está guardando para sus seguidores. No sale del cuarto hasta más de las tres de la tarde para asegurarse de que no se la va a encontrar en la cocina, coge el pan de molde para hacerse un sándwich pero se ha quedado duro, así que lo tuesta en la sartén con un poco de margarina, la margarina no es suya pero le da igual. Le da la vuelta a las rebanadas de pan y entonces se da cuenta de que en la pila de fregar hay dos platos hondos y dos llanos, dos vasos, dos tenedores y dos cucharas. Echa un vistazo por la cocina pero no ve nada, no parece que haya ninguna cámara y tampoco quiere ponerse a buscar a fondo porque si María la está grabando eso le viene de perlas, que se ponga a abrir armarios y cajones como una desquiciada, cuanto más loca se vuelva más se viraliza, de todas formas tiene la sensación de que está empezando a ponerse paranoica, está segura de que eso sale en alguna película, como esa en la que Ryan Gosling se compra una muñeca sexual y cree que es su novia, la vio porque pensaba que trataría sobre algún kink raro, pero sólo era propaganda sobre Estados Unidos, y tampoco es que la propaganda le moleste, si hasta ha visto La la land, pero que al menos sea buena, si vas a hacer propaganda hazla bien, no es tanto pedir. Pasa el resto de la tarde en internet, que en realidad es donde pasa casi todo el tiempo que no está trabajando porque estar fuera es demasiado caro, tiene la sensación de que en cuanto pone un pie en la calle se está gastando dinero, aunque sea el abono del metro, en internet sólo hay que pagar una tarifa plana y lo tienes todo, y si no alguien lo piratea, le parece evidente que es mucho mejor que la calle, y eso que seguramente estén a punto de colgar un vídeo riéndose de ella, aunque no es como si en la calle no se hubiesen reído nunca.
Sale de su cuarto a las once de la noche para hacerse otro sándwich y cuando pasa por delante de la puerta del salón, que está entornada, escucha a María hablando, Sólo es el primer día, mamá, hay gente más tímida, cada uno es como es, dice en voz baja, y a Clara se le eriza la piel de los antebrazos porque no hay nada impostado en el tono, no se adivina ni un resquicio de sorna, habla exactamente igual que ella con su madre, con ese soniquete hastiado que se coge en la adolescencia y ya no se suelta, tiene que ser muy buena actriz, ha visto actuaciones de Oscar mucho peores que esa, no hay más que ver a Joaquin Phoenix haciendo de Joker, realmente aquello daba vergüenza ajena. Así que esa era la trampa, alquilar una habitación barata a una muerta de hambre y grabar la broma, Clara se siente tan imbécil que tiene ganas de llorar, se va a su habitación sin comer nada porque se le ha hecho un nudo en el estómago, no puede creer que mañana vaya a tener que volver a meterse en Idealista, dos horas de scroll después se queda dormida y sueña que se hace amiga de un perro que se llama Steven Spielberg que se ha hecho famoso por dirigir videoclips, aunque en realidad a ella le caía fatal, era un idiota egocéntrico y tenía problemas con la higiene corporal, sólo fingía ser su amiga para poder ir a la piscina de su mansión.
A la mañana siguiente sale de su habitación en cuanto oye ruido, María voy a dejar la casa la semana que viene, necesito que me devuelvas la fianza y el resto del mes, lo suelta así todo de golpe, sin respirar, lleva preparándose la última media hora para decirlo. María pone cara de sorpresa y a Clara le parece que es sincera pero quién sabe, es tan buena actriz que es imposible decirlo. Pero es que no tengo la fianza, balbucea, mirando de reojo al maniquí sentado en el sofá, Cómo que no tienes la fianza, ese dinero no te lo puedes gastar, Bueno, es que no pensaba que te fueses a ir tan pronto, no entiendo lo que ha pasado, hace dos días todo te parecía bien, Cómo que no sabes lo que ha pasado, toda esa chorrada de tu madre, dice Clara, Mira yo no te doy permiso para que me grabes ni para que me subas a ningún canal, como lo hagas te denuncio. Clara sabe que no va a denunciarla, ni siquiera sabe cómo se hace eso, imagina que tendría que ir a una comisaría y tiene claro que no se va a meter ahí voluntariamente, pero eso de la denuncia es lo único que se le ocurre en ese momento. ¿Qué? María parece verdaderamente confusa, No te estoy grabando, balbucea, para qué iba a grabarte, Bueno, me da igual, dame mi dinero y me marcho, dice Clara, esto no va a funcionar, María la agarra del brazo y la saca del salón, después cierra la puerta a su espalda, Mira, hasta final de mes no puedo darte la fianza, habértelo pensado antes de firmar el contrato, así que vamos a tener la fiesta en paz. María, hija, tráeme un vaso de agua para la pastilla, se oye en el salón.