Caracas, Venezuela, 1956. Estos poemas pertenecen al libro A Sun Behind Us / Un sol caído avanza (Akashic Books, 2025).
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(llevo conmigo la sangre del ojo herido)
llevo conmigo la sangre del ojo herido. Llevo su sangre en la mano, seca y viva. Soy el lazarillo de una pupila incompetente: ora subyugada (seca), ora subyugante (viva)
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(hablabas sin compasión)
hablabas sin compasión de otras agonías, hasta que el sonido de tu propio estertor tomó posesión de tu voz
16
(las sombras de las heridas)
las sombras de las heridas: ¿son heridas? ¿o son sombras? ¿o son rojas solas? ¿o son? ¿o son?
22
(cuando yo miraba de frente)
cuando yo miraba de frente, perturbaba a las personas: tus ojos —decían— tus ojos. Alguien incluso comparó mi mirada con la de una oveja ((degollada)). Pero lo que en verdad era irresistible, era lo que mis ojos reflejaban, ni yo misma lo podía sobrellevar: aquellos lagos nocturnos registraban, en detalle, el mundo (de)enfrente: las pérdidas, el miedo, y el vencimiento
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(escribo para los muertos)
escribo para los muertos desde un barco varado en el desierto (no pronunciaré estas palabras. ni las guardaré por escrito). Es de noche. Y la arena fría rodea la quilla encallada. Yo escribo para este, y otros mausoleos, porque lo que está detenido ya ha alcanzado su destino
33
(avanzábamos sin aliento)
avanzábamos sin aliento, esperando que la estrella bajara la mirada, y de UN SOLO FULGOR midiera todo nuestro esfuerzo, pero su pupila sin párpado, permanecía horizontal y sin apremios. Avanzábamos sin resguardo (el sol hiriéndonos en los ojos) y en un recodo del camino, EL GUÍA intentó quitarse la vida: alcanzándolo —a medias— perdió los ojos & los pies y se acogió a otra noche quieta y permanente. Avanzábamos vencidos, desde la tumba —a medias— del sentido, el sol hiriéndonos en los (inútiles) ojos & la noche esperándonos en los (inmóviles) pies
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(y ese árbol que parecía un hermano)
y ese árbol que parecía un hermano, que proyectaba su sombra sobre ti, ya no te cubre, su imagen se aleja. El sol está solo ahora: MANDANDO. La sombra inicia el bosquejo del fraccionamiento (...), y sobreviene el vaivén de la desaparición. Aunque estés, no te veo. Aunque no estés, te veo
