Sueño de una tarde de verano / Alba Huerta

Preparatoria 11 (UdeG)

Escucho a mi hermano tocar la guitarra. Va mejorando, realmente no me quejo de su desempeño en las cuerdas. Pero… quizás lo que escucho no sea de verdad lo que se oye, quizás me ha afectado el hecho de haber pasado toda la tarde dormida con el sol dándome en la cara, quizás mi sentido del oído se vio severamente afectado por eso.
    Lo que soñé en mi “pequeña” siesta vespertina (de más o menos cinco horas) no lo recuerdo exactamente, sólo sé que desperté con dolor de cabeza, mareo y sintiéndome más pesada de lo normal, imposibilitada para mover un músculo.
    Poco a poco y conforme pude abrir los ojos, fue volviendo a mí la capacidad de moverme…
    Sí, definitivamente me ha afectado el sol pues es muy extraño que yo no recuerde lo que soñé.
    Cuando me desperté, me encontré con uno de mis libros de texto tirado en el suelo al lado mío; así es, ahí junto a mí estaba la causa de mi siesta. Sólo algo tan aburrido y monótono como el hecho de hacer mi tarea puede provocarme tanto sueño, y si a eso le sumo lo cansada que ya estaba… Resultados desastrosos que no son más que una siesta interminable que consume toda mi tarde y me deja menos tiempo para llevar acabo mis actividades correspondientes, pero… ¿qué puede uno hacer en las tardes? ¿Aburrirse? ¿Perder el tiempo con algún aparato electrónico? ¿O simplemente dormir como yo lo hice? Esto es algo que me pregunto a diario, cuando me veo atrapada en el aburrimiento.
    Recuerdo que al despertar, lo primero que escuché fue el viejo ventilador, con sus aspas dando vueltas de manera irregular y escandalosa; luego vinieron hasta mí unos gritos dramáticos y llantos, que después de un rato de detenerme a pensar de dónde provenían, deduje que se trataba de la televisión a todo volumen, mi abuelita estaba “viendo” una de sus cinco telenovelas diarias… la verdad es que dormía profundamente.
    Sigo escuchando a mi hermano tocar guitarra, es la tercera vez que repite esa canción, es lo enfadoso de cuando apenas estás aprendiendo a tocar un instrumento, pues tu repertorio es tan corto que aquellas mismas dos canciones y cuatro tonaditas las acabas en menos de diez minutos, pero como hay que practicar un buen rato al día, no te queda más que repetir lo que sabes infinidad de veces. Entonces, aunque no te gusta eso que tocas, tú y tu familia terminan con aquellas notas dando vueltas en la cabeza, y, por lo tanto, no es de extrañar que de pronto todos se encuentren tarareando la misma cancioncita.
    Es demasiado tarde, después de poner mi despertador para el día siguiente, a dormir.
    La noche no es como el día.
    En aquella parte oscura del día, las sombras toman formas extravagantes y entonces comienza a fluir el miedo. Pero mi parte favorita es en aquel momento de preludio del sueño, en el que piensas…
    Son temas muy variados… Puedes pensar en la apariencia de una alienígena… en el color que tomará el cereal si lo dejas una semana sumergido en leche… en cómo destaparás el tubo de pasta de dientes… en la mejor forma de comerte una dona de chocolate… es mejor dormir sólo con la sábana, con la colcha también, ¿o sin ambas?… ¿la almohada se está encogiendo, o tu cabeza se está agrandando?…
    Entonces llegan las fantasías: te ves rodeado de dulces, como Hansel y Gretel pero sin bruja mala… con un millón en el banco, casa con alberca y limosina en la puerta… con centenares de ositos de felpa… con fama y en una banda de rock…
    … entonces recuerdo mi sueño.
    La realidad se desvanece, comprendo que, hasta el momento, las cosas son al revés de lo que pensaba…
    Ya no es de noche y mi vida es un sueño y mi sueño es en verdad la realidad.
    Yo no estoy ahí tendida en mi cama esperando a dormir; no, ahora estoy en otro lugar, estoy en mi mundo.
    –¡Esto no es la realidad, entienda usted!
    El doctor simplemente niega con la cabeza…
    –Éste no es mi mundo.
     No puedo creer que haya llegado tan lejos y que ahora esté en una clínica de salud mental. Reconozco que desde ese día no hice más que dormir, que eso preocupó a mis padres y entonces empecé a hablar con la verdad. Porque ésa es la verdad. O eso, o el sol definitivamente me afectó. Prefiero creer que es verdad.

 

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