Durante el siglo xx, un amplio sector del pensamiento se dedicó a ponderar los efectos de la técnica en las sociedades. Algunos antes, otros después del hiato abierto por la Segunda Guerra Mundial. Vaticinio y responso: articulación del pensar sobre uno de los ámbitos que obnubilan al hombre moderno. Martin Heidegger dedica a la técnica algunos de los momentos que más lo redimen. Textos como «La pregunta por la técnica» y «Serenidad» exhiben la mirada calculadora del sujeto moderno ante lo que lo rodea: el mundo es considerado por el hombre como un almacén de mercancías. La técnica y, en las últimas décadas, su prótesis sofisticante y masificadora, la tecnología, solicitan al hombre y lo hacen, a su vez, solicitar sin cuidado lo que lo rodea. Es en el conocido ensayo «Para qué poetas en tiempos de miseria» donde Heidegger, aprovechando las verdades poéticas de Hölderlin y sobre todo de Rainer Maria Rilke, recupera uno de los Sonetos a Orfeo y desde su interpretación condena a la técnica como la causante de «la noche oscura del mundo». Walter Benjamin reflexionó sobre el estatus de la obra de arte y el efecto de la técnica en ella, un efecto aún vigente en la creación contemporánea; Roberto Calasso plantea que la técnica ha producido una alucinación, en la cual todo ente deja de serlo para incorporarse a un proceso en el cual sujeto y objeto nunca recuperan su presencia y son reciclados una y otra vez en la trampa metafísica de nuestros días: el dinero o su fantasma, la especulación financiera. Calasso pretende mostrar, bajo un proceder genealógico, cómo es que el pensamiento sacrificial de las primeras sociedades se clona en las sociedades tecnológicas; sólo que aquello Indisponible, Terrorífico, a lo cual se ofrendaba el sacrificio para apacentarlo y con ello permitir el reinicio del tiempo, se ha transformado en nuestros días en la víctima sacrificada, bajo el concepto de Naturaleza-Almacén, desde una concepción del tiempo obsesionada con el progreso. Todo se invierte de modo frenético. Lo anterior, de acuerdo con Peter Sloterdijk, dentro de la extendida fragmentación de las sociedades en «parques temáticos», en los cuales el Humanismo, portador del diálogo desde la Antigüedad, rebota y colapsa.
La poesía dialoga con la efervescencia tecnológica. Un poeta como Rilke, hace ya casi un siglo, pudo vaticinar el efecto tenebroso de la máquina; Gottfried Benn diagnosticó en algunos de sus mejores poemas el enajenante estado en que se vive en las sociedades modernas. La poesía reciente en lengua alemana incorpora en su matriz la reflexión —denuncia— ante la tecnología, pero, fiel a su tiempo, incorpora en sus matrices el lenguaje y los procederes tecnológicos, los disloca al jugar con ellos y así los libera. Tom Schulz trae a sus versos la extracción del petróleo entre telares de lino y zonas de blanqueado de telas al sol; Ron Winkler formatea un momento de lenguaje en las efímeras colonizaciones de los paseos; Daniel Falb funde el lenguaje del poema y lo extruye, metálico, en atmósferas congestionadas; Peggy Neidel desmonta un individuo bajo las condiciones laborales actuales. Como un mero ejercicio para mostrar el efecto deformante de la técnología sobre el poema —sobre el tiempo del poema—, me atrevo a presentar dos distintas versiones de Rilke —el soneto x, segunda parte de los Sonetos a Orfeo— y de Gottfried Benn —el poema «Fragmentos». Las primeras versiones surgen de una traducción tradicional, en diálogo directo con el poema; las segundas surgen también de una traducción convencional, pero después de un proceso iterante en Google Translator, en el cual el poema pasa por al menos diez traducciones inmediatas hasta volver al alemán. Dejo al lector el juicio sobre ambas versiones.
Si, bajo las circunstancias que las sociedades tecnológicas imponen, el poema no puede ya vaticinar, ni brindar una imagen de contemplación idílica a la inmediatizada sociedad, sí en cambio puede conectarse a los postulados tecnológicos, mostrar su avidez de tiempo real, su anhelo oscuro de clara eficacia, y luego mostrar su revés desde la crítica o la ironía, como logra el verso de Ron Winkler que da título a esta nota: «somos buenos plug-ins».
Nota y versiones de Daniel Bencomo
Rainer Maria Rilke
X
La máquina amenaza a todo lo logrado,
en cuanto arriesga ser espíritu y no estar bajo la orden.
A fin que no aparezca el titubeo, hermoso, de la excelsa mano,
con más exactitud talla la piedra en la obra resuelta.
En ningún sitio recula pues de ella escaparíamos,
y pertenece entre el aceite a las fábricas calladas.
Ella es la vida —afirma lograrla en óptima forma—,
con la misma firmeza con que ordena, crea y destruye.
Mas la existencia nos hechiza todavía; en cientos
de lugares es aún el único origen. Un jugar de fuerzas
puras, que sólo conmueve al que se asombra e inclina.
Palabras brotan frescas, aún, de lo Indecible…
Y la música siempre nueva, con las piedras más sísmicas,
alza en el espacio inútil su mansión divina.
[iteración en Google Translator]:
X
Todas las máquinas amenazan lo conquistado.
Su ánimo en el espíritu, en lugar de obedecerlo.
no muy bien se destaca de manera gratuita:
una madera obstinada es dura.
En ningún lugar 1 escaparía,
lubricado en la fábrica: escucha el silencio.
El sentido de la vida, la mayoría
tienen sus cartas y las destruyen.
Pero al menos quedan cien alegres, nosotros que,
el espacio es también increíble. Colecciones de cleans,
quien se arrodilla genera parques temáticos y presencia.
Más palabras…
las más sísmicas y la música, una vez más piedras nuevas,
la casa divinizada está inutilizable, espacio hecho.
Ron Winkler
Place To Beast
De acuerdo a la estadística estábamos previstos. yo formateaba
una sonrisa y tú, tú, ¿qué tenía tu electroplan por delante?
algunos campos predicaban maíz, desde una posición
de coma. visualizamos genes constelados, tan bien
como pudimos. desfilaban, como spam, taladores furtivos de dioses:
habían hecho buena presa. estábamos sentados junto al más bello
estanque, que pueda uno como estanque imaginar.
y nada era tan estanque como estanque. La geografía regional
hablaba en nosotros: amor, o sea nos comportamos numerosos,
y alimentamos al ambiente con botellas de cola.
oh estanque latonrojizo, interésanos aún, evita sacudirnos
al vacío. somos buenos plug-ins.
Tomado de Frenetische Stille, de Ron Winkler. © Schöffling & Co. Verlagsbuchhandlung GmbH, Frankfurt am Main, 2013.
Daniel Falb
a simple vista apenas perceptible, aparece el plan de vuelo en tanto cosa, sobre el atlántico. a thing.
tú también, una serie de huevos y alas, cuando el atlas mariposa, dando tumbos en el mar se hace crisálida.
es la superficie del usuario sólo dermis exterior de la armonía, en la pista de maniobras.
o el concepto vale sobre todo al lujoso interior del concorde, es decir preguntas por el arribo. fold, unfold the schedule.
a la vista un alisio sobre atlantes, mientras el cuerpo, par avion, rebasa lo apenas dicho.
tal es la constante, a la vez altísima velocidad de los movimientos-expresiones del cuerpo.
y eso concuerda con lo fabricado en serie, humecta y labora en tus sensaciones, antes de ser salpicado en tu rostro.
con puntualidad irrumpen las armas. el carácter fijo del año nuevo puede prolongarse al infinito, en la zona alada del tiempo.
el inicio es un accidente áereo a la inversa, al congregarse alegre la tripulación.
o, en lo que se dispersa, es el accidente un inicio a la inversa. fold, unfold the schedule.
entre la palm y palm beach queda trabajo por efectuar, en la amenaza percibida, casi corporal.
Tomado de Bancor, de Daniel Falb. © kookbooks, Idstein, 2009.
Peggy Neidel
Píldoras de concentración para mejorar
el rendimiento
acarician la lengua y de funcionar la convencen
al demonio el cansancio
la praxis cultural y técnica de una blasfemia que exalta la personalidad
es así: eliminar
a los pacientes seniles, en vez de ello dar forma a lo dispuesto a la forma
(promoviendo el alza actividad cerebral a través de sustancias artificialmente producidas)
en hilos paradójicos el bienestar de la psique: de uno pende la seguridad
en sí mismo,
& de otro el olvido de sí mismo
El vendaval del cerebro va y viene
luego el cerebro se va
pero antes el anuncio de una máquina muy bella: eliminar propiedades negativas,
dar aroma, sanar fobias.
la adaptación a la eficiencia moderna es posible en cuanto que el cuerpo deviene presa
Tom Schulz
Naftalina
Naranja con ombligo. Cómo brotan de tu panza tantos hombres. Mohicanos en mocasines. Sus manos alaban lo extruido. Al florecer la ciudad, había sobre las tumbas habas de chocolate. Fuimos a la zona de blanqueado al sol. Ambos brotamos del lino. Plantas tostadas. El emperador —seguro había entonces— colgaba de retrato en el salón. Digitación en el piano telar de mi madre. Puse una oreja en tu panza y te escuché lanzar hombres. Sobre la isla en el espacio rural. Aquel llano falto de eco. Sólo las ovejas retumban. Madre. Cuando ella me habló, su voz pulsaba como piedra zumbando en el agua. Figura dimos a una palabra, se hizo diente de león. Seis chimeneas, una luz en alemán medieval. En charla veloz circulamos. De boca en boca. Moldeamos el amnios. Al irrumpir. Eran labios. O astrolabios. Barbas que cortamos y volvimos al álbum. Billetes, con la fuerza de un eje, se alzaban a la luna. Extirpamos y arrancamos. Primero fue la sangre del lino. Luego surgimos, parimos. Extirpamos y arrancamos. Hilamos el cáñamo. El dril oscilante. El crudo emergió líquido. Coronó al más viejo del pueblo. Pipelines y Village People. Vimos el petróleo correr sin beberlo. Luego lavamos camisas apodícticas. Primero fue el óleo. Aunado el impuesto al valor, agregado. Bajo tierra. En ella. Primero fue sangre de lino. En tus ojos. Pude ver un lago y sus montañas anexas. Eras un pez globo sin el logo de la almeja. Tu panza con un brillo de cloro. Recibiste. Nada viste más allá de la guerra. A veces nevaba en verano. Detergentes de Texaco.