Lima, Perú, 1982. Su libro más reciente es The Hormone Of Darkness: A Playlist (Graywolf Press, 2024).
Un libro que mira
lo primero que me llamó la atención de este libro es que también me miraba
el libro de Alejandra es un objeto que mira con ojos de deseo
a la vida que se va volviendo su lectora
su escritura despliega la sensualidad de la observadora
en algún momento es un ojo que cae, luego se voltea a modo vertical, se vuelve tercer ojo, se vuelve ojo de madre que nos mira con severidad
Este libro es un misterio
cito: «la máscara que quiero ser /que filtre luces, sonidos y personas»
cito: «tonta soy si pienso / que el misterio se detiene»
Alejandra se distrae y encuentra el poema. La poeta está ensoñada como una porrista elevada hasta el cielo invocando al cielo las letras de cada palabra.
el ensueño es misterio, altera la percepción, también puede engañarnos
y esa es la suspicacia que acecha a estos poemas ensoñados
poemas que frecuentan los espacios del arte y la gestión cultural
a veces perciben el arte contemporáneo como una quimera
y a la poesía como arte no objetual
Alejandra cultiva una mirada profunda de las cosas con esa tendencia posmoderna y ancestral a convertirlas en arte
es el ojo que transforma, el ojo que ve arte o no lo ve, que encuentra poesía o no la encuentra
la poeta sale de sí continuamente para verse a sí misma a través de la mirada y las artes de los otros
ese reflejo que somos
«lo que yo era / antes de que dijeran / quién debo ser»
Alejandra poeta se busca en los límites metafísicos del ser y en los literarios de la autorrepresentación, con cierto cinismo y curiosidad inmortal, con hedonismo andrógino.
«el día del secuestro del sentido», nos cuenta, ocurre cuando su padre enloquece.
la locura nos puede dar una visión enriquecida de la poesía, de la utilidad, de perder o ganar el sentido. Quizás ganamos otros sentidos al perder la razón.
El arte se hace evidente en la vida, a cada instante irrumpe la razón estética, y Alejandra, o esta voz que emerge de ella, se ríe de esa conciencia, de la ubicuidad de cualquier tipo de belleza en un mundo ordinario, de la precariedad de ciertas labores, del privilegio conflictivo y bendecido de poder vivir del arte.
Los amigos aparecen siempre, cómplices de decodificación e interpretación del momento presente o del pasado evocado. Recuerdos que parecen constituir señales, pistas, aprendizajes atravesados por la admiración, el afecto y la extrañeza frente a la realidad.
El libro abre con una cita de Charly García que dice: «el viejo truco de moverse en las sombras».
De modo semejante, Alejandra practica el voyeurismo de otros y de sí misma con la distancia adecuada; un erotismo conceptual que confunde la fantasía con la realidad, en ese estado pleno de arrobamiento.
«si la vida tiene un orden / o no lo tiene / te lo puedes saltar», dice otro poema.
Porque otro elemento de este universo es el anarquismo del estar y del pensamiento. Una rebeldía existencial, silenciosa y sensual que reniega del trabajo, los horarios y el orden impulsada por un hedonismo muy merecido. Contra el poder, la dominación y ciertas expresiones del lenguaje manifiesta un paciente hartazgo.
He mencionado unas pistas, no para entender Pegamento y solvente, sino para presentarlo en sociedad, porque este libro va sobre el misterio y el misterio no es para ser entendido. Más bien nos recuerda que hay muchas cosas que nunca entenderemos y muchas más que no recordamos. Y sin embargo, es el origen de la vida y de él seguirá brotando la poesía.
Leído el 25 de julio, 2024. En la presentación de Pegamento y solvente, de Alejandra Arreola (Pitzilein Books, 2024), en la librería Volcana, Ciudad de México.