Preparatoria Regional de Tala, 2014 B
Anteriormente te he escrito, aunque aquellos versos no hayan llegado a ti. Tú redacción perfecta hizo que borrara tres veces lo escrito y, otras cinco, arrugado el papel para tirarlo al basurero; pero esta ocasión es diferente.
No me importa que al leer revises mi sintaxis, ni siquiera si encuentras que me he saltado una coma aquí y otro punto allá, le he dejado de dar mil vueltas y decidí que lo único necesario es terminar lo terminado.
Para llegar al punto final primero debo abordar los recuerdos y compartir las distintas sensaciones cuando aún estábamos unidos por una fuerza extraña; pero no te confundas, no espero que siquiera te interese, sólo lo necesito para enfrentar la oleada de sentimientos que me tratan de enterrar.
Iniciaré con los momentos felices. Indago en mi memoria y recuerdo tus caricias tiernas, en cómo mi piel temblaba con tu tacto. Asimismo, el conjunto de imágenes y sensaciones tan primorosas que emanaba tu ser, con plenitud y éxtasis al mío.
En este momento de añoranza, lo bueno abraza mi piel, pero no es momento de estancamientos porque mi propósito es trascender. Por eso es hora de recordar lo malo, pero sólo lo recordaré para ti.
Las cosas fueron fallando, ¿a partir de cuándo? No lo sé, eso no lo logro recordar. Lo que sí recuerdo es la desolación de mi alma después del colapso. Memoricé tus palabras cuan cuchillo afilado, un tercero y una lágrima fingida.
Hoy te escribo estas palabras, no porque sienta algo, sino porque ya no siento nada. El infierno que aprisionaba mi ser fue cediendo con el paso del tiempo y al acto huyeron cualquier tipo de sentimientos. No siento tristeza ni mucho menos odio. Si te escribo es porque es necesario. Si recuerdo es porque también lo es. Esta vez el sufrimiento se ha hecho a un lado para darle paso a la indiferencia. No te deseo ni un mal ni un bien.
Plenitud. Mis ojos se cierran a ti.