Casa de la Cultura de Tala, 2014 B
Menuda sea la coincidencia. Hoy por la mañana, me di el gusto de tomar una taza de té; puse la tetera, saqué mi taza favorita y preparé mi asequible elixir. El vapor salía suavemente de la taza y su olor me hipnotizaba, evocando a las sirenas y su canto. Quise hundirme una vez más en su armonioso recelo, aspiré hondo y me perdí en un olor a tabaco. Me encontraron tus ojos navegando en mi recuerdo de aquel día en que yo te dije: "si sigues fumando, dedícame un tiempo para recordarme a ver si con el humo se va el dolor que te he causado".
El banco de niebla de aquel tufo se fue y de golpe me senté de nuevo en mi silla. Abrí mis ojos y traté una vez más de relajarme con mi taza. Menuda coincidencia, tú eras la sirena que esta vez me cantaba: "deberías hacer lo mismo —me resonabas —. Yo no fumo, pero con gusto lo hare en mi taza de té". De paso por mi ritual matutino me di una vuelta en tu recuerdo; la taza aún sigue caliente, pero el dolor por ti, siempre estuvo frío.