Si las paredes del salón hablaran… / Marina Arisbeth Enciso Sotelo

 Preparatoria 11

Soy quien ya está aquí
cuando ellos llegan.
Y cuando salen
soy quien se queda.

A mí nadie me saluda.
Estoy inválida, muda.

Tener ojos y odios aquí no es suficiente;
en este lugar, para esta gente
jamás estoy presente.

Y como si hubiera muerto he vivido:
en vez de tierra, un sepulcro de olvido.

Aun así, mi lealtad está con ellos.
Vivo aquí, y pese a todo los quiero.

Si el grupo se fuga,
al entrar el profesor,
fui ciega, sorda y muda.
De mí no obtendrá explicación,
No practico la traición.

De vez en cuando
alguien se acerca,
me cuenta algo,
después se aleja.

Creen que por ser muda
no tengo que decir.
Me invade la cruel duda:
¿siempre será así?
Tengo que estar callada.
¡Dios, ¿al menos podría reír?!

Tantos exámenes
en los que pude ayudar.
Tantas caras tristes
que quisiera poder alegrar.
Los terribles errores
que sólo pude presenciar.

Con los esclavos de Morfeo
una sacudida bastará,
¡despierten de sus sueños,
la clase va a comenzar.

Hablar a su favor
sería una bendición…
¡Está mal, profesor,
es una equivocación!

No encuentro una garganta
para poder decirlo.
Mi pecho se atraganta,
¡Soy inútil testigo!

Los años prosiguen, no se detienen.
A quien conocí se va sin conocerme.
Ellos se despiden de todos menos de mí.
Sólo puedo preguntar, ya con la soledad aquí:
¿al menos podría llorar hoy que deben partir?

 

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