Haroldo de Campos. Galaxias.
En esta noche de páginas…
(El escribir del escribir, todos dueños, todos apenas equilibristas del lenguaje, todos aquí de ti, sólo de ti, ¿el otro yo? No queda más habla.
El placer de la mirada en los signos, órdenes beligerantes, tenues figuras, manchas rojizas, extensas palpitaciones del carácter).
El habla es la última.
… Y mientras… ¿de qué vives, mujer?, ¿de tus pecados nocturnos?
¿De la lanza que lanzas incrustándola al hombre más ciego?
Perdigones de locura, de amor, de flor, de tu nombre, no tu nacimiento en el mar o en la pintura, sino de tu madre, que te pierdas ahí, loca, toda enamorada, sola totalmente, siendo tú en este mar y esa espuma y en este esputo ahí quedas.
Arrojada figura de nombre consentida.
Y por eso arremeto, lanzo entre lanzo, escribir por el escribir y quedo esclavo, clavo a ti el habla, el amor derruido, agotado hasta el más.
Serpenteante.