La destrucción de la realidad 
        
        Como operación delicada que es, los poetas
        comienzan a roer la realidad con tal delicadeza e inocencia
        que nadie, juraría, creería que eso es lo que sucede.
        Se desmontan los mecanismos del pensamiento.
        La orfebrería mental
        se desvanece.
        La realidad se aleja del corazón. Desaparece el placer.
        
        
        (Otra manera de verlo:
        el mundo se aleja de los hombres
        porque el mundo los sobrepasa en inteligencia,
        veut dire: la Tierra piensa).
        
        Se destruye la tapa de lo razonable: el cerebro
        estalla.
        Entonces la vuelta de tuerca,
        el golpe de efecto,
        retroceso para la ironía:
        se ha ido,
        se ha ido,
        repite la voz: se ha ido
        un hombre viejo que al enfrentar su vejez
        decidió arrancar de la muerte
        un argumento: la revelación de un misterio:
        ver
        lo que no existe.
        
        
   Un sueño de Paracelso 
        
        Mago de espina seca
        astrada medialuna
        bajo el carmen perfecto vio
        dos mañanas de fuegos azules
        ardiendo entre cristales sabios
        el amor lejos siempre de la sabiduría
        más calor, más agua verde,
        amenazando qué estirpe religiosa
        tras la cortina
        el pasillo laberinto
        el silencio y la letra
        creció el humo y nació la piedra
      la virtud.