Poemas / Santiago Kovadloff

    
 Ácido
    
     El mundo, enigma interno
     y el yo charcos de agua turbia.
    
     Permítanme presentarme:
     buen tenedor de libros,
     dos en cada mano
     y uno ante los ojos.
     Altura media y no más,
     piel oscura que encanece
     y siempre un que no, que no,
     sueño trunco o cielo opaco.
    
     Fui consistente hasta que ser
     pasó de moda.
     Hoy sólo soy cortés.
    
     A solas conmigo
     le pregunto
     qué hago aún.
    
    
Semblante
    
     Propongo piezas sueltas,
     me atengo a lo más turbio:
     tu mirada, por ejemplo,
     en aquella tarde gris
     o el vaivén de la percha desnuda
     repitiendo entre la ropa
     que no estás.
    
     ¿Quien hilvane mis retazos
     sabrá de mí lo que ignoro?
     ¿O hará, como el mago,
     brotar lo que no había? 

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