Contabilidad
El debe y el haber:
doble columna
que el tiempo va asentando
sobre el libro de cuentas de los días
con mano minuciosa
y rigor que no admite apelaciones.
Tarde ves el balance,
las deudas, los desfases,
las pérfidas movidas del contable
que hizo que aquél cruzara muy temprano
y éste otro muy tarde por tu vida.
Y está lo que no ves,
lo consignado con miserables tintas invisibles:
la puerta que tocaste diez minutos después
de alguna despedida. La voz que nunca oíste,
la calle no cruzada, el paradero
en que tuviste miedo de bajarte.
Y en un rojo indeleble,
la cadena de tratos y pactos y traiciones,
la irreversible línea que te suma y te resta,
la que te multiplica y te divide.
Nostalgia de lo imposible
Desde la estantería
los libros no leídos me miran con la misma
herida indiferencia de una novia agraviada.
Hoy, como tantas otras veces,
su silencioso estar ahí
—en mi tarde
que rumia perezosa los instantes—
chirrea como una puerta de goznes oxidados
que el viento lleva y trae, y que me impide
concentrarme en las líneas del poema.
El pajarraco del desasosiego
vuela estrellándose con las paredes.
Los libros no leídos me contemplan
con una obstinación orgullosa y distante.
Y logran inquietarme,
porque me hacen pensar en esas calles
—que jamás transité—
en donde lo esperado me esperaba.