Poemas / Mark Waldron

El mar
El hombre y su perro pequeño interpretaban el baile arrastrando los pies.
Vestía un traje arrugado diseñado para evocar el mar,
su cara fingida también, era azul grisácea, y su boca, una húmeda
cavidad que enunciaba los crujientes sonidos del mar como pescado,
cangrejo y anémona. Su cabello era blanco y peinado al estilo
de la espuma. El hombre y su perro se movían con determinación
hacia el público, luego se detenían y regresaban de nuevo
como lo hacen las olas. Él comprendía su papel, pero
el pequeño poodle blanco con su traje azul sólo lo seguía, como las olas
ciegamente siguen a sus predecesoras hacía el hartazgo de la costa.

El mes pasado, en las vacaciones, me entretuve con el mecanismo
real del mar. Cada ola que rompía contra las piedras
en Morte Point era en sí un propio espectáculo. Cada ola ponía su pose
y luego se retiraba, majestuosa y desechable, quitándose pronto
con la indiferencia de un acto bien ensayado,
pero siempre fresco y osado —o así me parecía— en su
improvisada calidad. La variación era infinita y ridícula,
y había un sabor distintivo y nuevo en todas las salpicaduras,
además de un constante sentimiento de que algún truco fraudulento se llevaba a cabo,
un simulacro artificial de un significado revelador.

 

Sí, admito que comí
Ese alguna vez fresco y denso huevo que un día
se hubiera convertido en un inteligente ganso dorado.

Lo cociné en el sartén hasta que se fundió
en una aguada yema,

y luego lo bebí veloz, ese radiante amarillo,
lo tragué y sentí que empezaba a consumirme,

mi lengua, encías y dientes, cuyos residuos luego
exhalé como humo. Lo sentí descender

por mi ahumada garganta, hasta el garabato
de mis vísceras ulceradas,

por todo el camino hasta mi ruidoso ano
del que fluyó y goteó y se esparció

húmedo excremento metálico alrededor de mis nalgas
y testículos cauterizados, antes de que lentamente endureciera.

Más tarde, una vez que morí del dolor,
diluí mis huesos y carne:

sumergí mi cuerpo en ácido hasta que no quedó nada,
sólo esa brillante mortaja, esa sola rebaba

zigzagueante y dorada que se yergue en su pedestal,
exhibida como si bien describiera a un idiota.

 

Todos mis poemas son publicidad para mí
Cuando era joven no había nada exactamente estúpido
sobre el mundo; de hecho en los buenos viejos tiempos

estaba el estira y afloja del asunto, la manera en que se encumbró
como una roca, jalaba digamos en gracia,

la forma en que se taló y trituró y trituró de nuevo
renovándose una y otra vez, más fuerte y dulce

la forma en que miró su propia cara caer entre sus dedos
como si su cara fuera un puñado de monedas de oro

Creo que pude haber llegado al meollo de todo
al elevarme, una corriente que me levó consigo

De hecho sé que lo hice (fuiste parte de ello, por cierto)
y el cielo, bueno, ¿por dónde empezar?

El cielo era adulto, no imbécil o más o menos o afeminado
¿Lo superé?

¿Lo bebí, de un tiro, le di la vuelta?
¿Me metí y lo ahuyenté desde dentro?

Perdona, pero camino al trabajo esta mañana
con todo y que el sol ardía y los árboles estaban de pie

yo estaba en el apocalipsis. La muerte no es
lo que piensas que es, de hecho es lo que yo creo que es.

 

Versiones del inglés de Jorge Pérez

The Sea
The man and his small dog performed their shuffling dance. / The crinkly suit the man wore was designed to mimic the sea, / his made-up face too, was greyish blue and his mouth, a wet / cave that uttered the crunchy sounds of the sea as well as fish / and crab and anemone. His hair was white and coiffed in the / style of foam. The man and his dog moved purposefully / towards the audience then paused and reversed back again / in the fashion of waves. He comprehended his role but his / little white poodle in its blue coat only followed, as waves / blindly follow their predecessors towards a jaded shore. // On holiday last month I was entertained by the action / of the actual sea. Each wave that broke upon the rocks / at Morte Point was its own show. Each wave struck its pose / and then withdrew, grand and throw-away, tossed off / with the nonchalance of a well-rehearsed performance, / yet always fresh and daring (or so it seemed to me) in its / improvised quality. The variation was infinite and ridiculous / and there was a distinct new-agey flavour to the whole splash, / as well as a consistent sense of something magically bogus, / a contrived simulacrum of revelatory meaning.

Yes I admit that I have ate
that once cool and heavy egg that would / one day have hatched a clever goose of gold. // I cooked it in a pan until it smelted from a hard / into a runny yolk, // and then I promptly drank the molten yellow, / gulped it down and felt it start to burn away // my tongue and gums and teeth whose residue / then blew away as smoke. I felt it coursing down // my roasting throat, through the squiggle / of my blistered viscera, // all the way beyond my screaming shitter / from which it oozed and swarmed and spread // wet metal excrement about my seared balls / and buttocks, before it slowly made to thicken. // And once I’d died of pain, then some time / afterwards I ate away my flesh and bone: // I sank my corpse in acid till no bit of it remained / but just this shiny winding cast, this meandered // single golden sprue that rises from its stand, / and displayed like this so well describes a fool.

All my Poems Are Advertisements for Me
When I was young there was nothing exactly stupid / about the world; In fact, in the good ol’ days // there was the thump and the tug of it, the way it heaved itself / like a stone, yanked so to speak in glory; // the way it fell up, crushed up, and then crushed up again, / getting newer and newer, louder and sweeter; // the way it watched its own face fall between its fingers / as though its face were a handful of gold coins. // I think I might have known the whole drag of everything / going upwards, a tide that pulled me with it. // Actually, I know I did. (You were part of all this by the way). / And the sky, well, where to begin? // The sky was so adult, not imbecilic or thin or so-so or girlish. / Did I outgrow it? // Did I drink it, shoot it, find a way round it? / Did I get inside it and drive off in it? // Forgive me, but on my way to work this morning, / even though the sun was on fire and the trees were up, // I was in the apocalypse. Death is not what you think it is. / It’s actually what I think it is.

 

 

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