Poemas /Jaime Huenún

     Entierros
    
     Aura de las Aguas, Elías Huenún,
     Ezequiel enterrado en los llanos de Osorno.
     Todos mis parientes aferrados a las llamas,
     bruñidos por el oro de las hechicerías.
     Te diré, hijo mío, que soñé con Herminda.
     Venía ella a buscarme vestida como novia.
     Vamos, me decía, allá donde yo vivo,
     todo es tan bonito y no me falta nada.
     Después se me allegaron unos niños oscuros,
     la cara me escupieron entre sueño y vigilia.
     Un tiuque hizo su nido en el techo de alerce,
     mi nieta lo espantó con agua y sal batida.
     Aura de las Aguas, Elías Huenún,
     acérquense a la tierra que arde por las noches,
     al pozo, al gallinero, a los blancos manzanos,
     al ruido de cadenas chocando en los cimientos.
     Mi casa levantada sobre el oro y la plata,
     mi casa construida sobre fuego y miseria,
     mi casa iluminada por caballos fantasmas,
     mi casa abrió su puerta a la muerte y al alba.
     Ahora es Francisca Huenún la que yace
     mirándome entre flores y cirios encendidos.
     Afuera los parientes caminan y se pasan
     de mano en mano el vino, la carne, las palabras.
     La madre de mi huerto se va con la mañana.
     La siguen los cerezos, los sauces, las campanas.
     La madre de mis sueños, pequeña y enterrada,
     me deja como herencia su sombra fatigada.
     Te diré, hijo mío, que he visto sabandijas
     bajando de mi cama apenas raya el día.
     Por eso me hago cruces de fuego y de ceniza
     y santiguo mi frente con agua y sal bendita.
     Aura de las Aguas, Elías Huenún,
     Catalina, Zulema, Carlos, Margarita,
     todos mis hermanos nombrados noche a noche
     en la tierra y el eco de montañas perdidas.

 

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