Poemas / Ernesto Flores

In memoriam † Ernesto Flores

Supervivencias

Tus ojos manan como dos cisternas,
un tintineo en las tinieblas húmedas.
Mas nada quedará. Sólo palabras,
ese trigo dorado en nuestra tumba.
Sólo esas chispas nos germinarán
en otro sueño sus constelaciones.

 

De poetas muertos

Buscar, fuera del tiempo, algún destino
como un traje que no nos ajustara,
edificar identidades,
esculturas de arena,
y descender hasta el venero
de las imágenes en busca de uno mismo.
Mas no alcanzar sino lo interminable.

Amigo o enemigo que me lees o me escuchas
en medio de la noche que avanza hacia un juicio final
con su osa mayor ahogada y misteriosa:
ya no me encuentro
en el sin fin de voces que se apagan.
Ni yo me escucho
en este vago naufragar de quejas.
Existen hombres que no serán poetas
como hay poetas que nunca serán hombres.
Hoy pienso en sumergirme
en el hambriento azoro de tus ojos
y nada más.

Tú que me lees,
sombrío esquema de lo que es un sueño.
Tú que me escuchas,
remolino de pálidos destellos
en la distante orilla de lo que aún es música.
¡Cuando he lanzado una botella al mar!
Tú que adivinas que aún estoy aquí, cuando ya he muerto,
como un zumbido oscuro,
como un desastre ciego,
como un ahogado flotar en el aceite
de las graves campanas que se alejan,
hoy intenta saber que me desplazo
lento como el fantasma de un letargo,
torvo como el descenso hacia la sombra,
un cuerpo en descomposición,
ausentes ya mis ojos de ceniza,
halo de bruma que se lleva el viento.

Tú ahora estás ahí, tú, con tu acecho
de muerto que se asoma hacia la muerte,
infinito poder de resurgirme.
Estás de pie como ídolo de piedra
y me entrego a tu sed, tu hambre y tu capricho.

Mas no por mucho tiempo.

Arroja mis palabras al mar de las letrinas.
Y olvidémoslo todo,
                                 amigo,
                                             si es posible.

 

 

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