Poemas / Eduardo Chirinos

Eduardo Chirinos † In memoriam

 

Si la miras dormir y sonríe

Todo en el mundo debería ser sencillo.
Sencillez no es simpleza, no es facilidad,
es sombra cáustica, veneno que enturbia
el vaso, clavo que lacera y lastima la carne.
Quienes niegan la sencillez aconsejan lo
oscuro, celebran lo complejo. Pero todo
lo oscuro aspira a ser sencillo, lo complejo
se aclara si sabemos despejar la incógnita.
La sencillez en cambio oscurece la noche,
se queda dormida y sueña. Sólo Dios sabe
qué sueña la sencillez. Si la miras dormir
y sonríe adivinas caballos salvajes sobre
praderas azules. Si hace muecas la esfinge
se lanza al vacío con los ojos vendados
y alza vuelo cuando está a punto de caer.
La sencillez le presta alas, envuelve el
mundo con una interrogante, le importan
poco las interpretaciones. La tormenta es
sencilla, el glaciar es sencillo, la primavera
es sencilla, hasta el amor es sencillo. Ojalá
este poema sea sencillo.


Sueño con piscinas

Anoche vi a Cristo en una piscina pública.
Nadaba largo tras largo en varios estilos
y nunca se cansaba. Nadie lo advirtió al
comienzo: parecía uno más entre los muchos
que entrenaban para una competencia de
barrio. Cuestión de fijarse. Para empezar
no usaba bañador, sólo un trapo viejo atado
a la cintura, y no se hacía trenza ni cola
de caballo: su melena ondulaba orgullosa
como sierpes de Medusa. Lo mismo su barba,
alborotada y partida en dos en el extremo.
Malo para un nadador tan empeñoso y en-
tusiasta. Cualquiera podía verlo: la mirada
enrojecida por el cloro, los dedos nudosos y
arrugados, la cara tristísima como si hubiera
perdido la carrera. Pero Él igual nadaba, largo
tras largo, sin parecer cansarse. Cuando los
bañistas lo reconocieron se congregaron en
una multitud. Algunos lo alentaban con fervor.
Otros se preguntaban dónde habría dejado
su túnica, su toalla, su corona de espinas.

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