Poemas de guerra

José Ángel Leyva

Durango, 1958. Uno de sus libros más recientes es Exorbitante (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2024). 

PASTORES Y PROFETAS

El islam esquiaba en los inviernos de la Guerra Fría
Kabul es una ciudad antigua cruzada por un río

No se llega a Afganistán por mar sino por aire
afirmaba un joven instructor a los pioneros
Los muchachos se van a combatir a la guerrilla
sus botas aplastan la nieve con ritmo militar
la mezclan con fango en las ciudades blancas

Alá espera impaciente en las montañas
No volverán del desierto los campeones
los últimos ausentes de la historia

Vendrán las prótesis del miedo a sostener la noche
En canchas de hockey limpian rayas
de patines abandonados por los pies
Bastones podridos en el agua

Vendrán sin souvenirs sin sol sin nada qué contar
Allí donde hubo mar deambulan los pastores
con sus rebaños de óxido y de sal
sobre minas y bombas sembradas en la arena
entre huesos que asoman u ocultan su aridez
a la intemperie o a la corriente de agua subterránea
No se llega a Afganistán por aire ni por mar
SU NOMBRE ES BAGDAD

Atado a la mano de sus seis noviembres
camino por abril sobre preguntas lilas
Frágiles revientan debajo de la suela del zapato
Su aroma luminoso asciende a la nariz
Estalla la ciudad poblada de presagios

—¿Las bombas apagan el color del Sol
o le quitan la sombra a las personas?—
Me pregunta el niño con su voz de sabio

—¿La guerra despinta el corazón
o sólo seca la sangre de la gente?
¿Papá, cómo se matan las sonrisas?—
Las jacarandas son lágrimas aéreas
en la ciudad más grande del planeta
donde el olvido desecó sus lagos
y convirtió en escombros a los dioses
de la lluvia, del maíz, de la creación humana

—Papá, ¿cómo se llaman las voces que ordenan
desde lejos la explosión del mundo?
En esta primavera me quedo sin palabras
Comparte este texto: