¿Cómo nos recibirán los ángeles?
¿Cómo nos recibirán los ángeles?
Quizá sea más fácil recibir a los muertos tranquilos,
cabeza por delante, brazos cruzados contra el pecho, sonriendo
como si este tiempo hubiese sido sólo la antesala a un destino final.
¿Cómo recibirán los ángeles a los bondadosos
que entran pies por delante, boca abajo, sus manos
extendidas, negras de mugre en su morada terrenal?
Nuestra Señora del endrino y de la nieve
Llegó de un lugar que ella fundó cuando aún había nieve
para construir allí su gruta de amor eterno
en un lugar donde el paro jamás cesará.
De pie y descalza sobre el fango, su signo es la rama del endrino
y las espinas son del tamaño de un dedo, ramas
que jamás vio florecer en el frío lugar de donde viene.
De pie, y descalza en su gruta, aguarda a la gente que hace fila
en medio del calor esperando su ración, llegaban y llegaban
con sus muertos en los brazos de comienzo a fin de la fila,
en el fango, su ración nunca faltaba pero dentro de su corazón
ella deseaba el frío lugar que había dejado atrás, ella temía
por la nieve. ¿Qué esperanza tiene un mundo sin nieve?
La fila viene hacia ella desde la curvatura del mundo.
Tal vez su espina florezca durante un día o dos, y en el calor
ella no sepa adónde ir.
Espejo, ventana
Antes del amanecer la ventana es un espejo negro
en donde nada es visible salvo yo mismo
mirándome. Estamos uno frente al otro. Él
sabe tan bien como yo lo que estoy tramando y
lo que siente mi corazón. No es que él sea despiadado,
es que no puede ayudarme. Yo a él, sí.
Si miro hacia otro lado podría liberarlo
de la posibilidad de verme desde fuera.
Yo no, yo observo, él observa. Es obvio
que ni él ni yo somos buenos el uno para el otro.
Confío en que desparezca con el canto del gallo
como siempre ha hecho y que afuera haya otro mundo
tierra, mar y aire y demás criaturas
y me volveré invisible para mí mismo
frente a una ventana mirando agradecido hacia el exterior.
Alta marea, febrero 19, 2011
Me desperté. ¿O es que me despertó? O mi oído
estaba allí, después de todo, esperar serenamente
es llegar más abajo del bullicio de los sueños
hasta sentir que ha llegado el momento para oír
lo que se dice a través de la oscuridad
lejos, esperando su hora, la luna,
las estrellas, los distintos modos del tiempo
cualquier número de horas que pasa sin conmiseración
y no muere. Escucha,
éstas son las olas más pequeñas
que pueda formar un océano, y no
han sido arrojadas contra ti, han susurrado
ascendiendo hacia el labio de la frontera
que comparten tú y la nada
sólo se pide de ti que escuches.
Dijo al pez dorado que no duraría una sola noche…
Dijo a un pez dorado que no duraría una noche más
escondió sus ojos bajo el ceño fruncido
y salió fuera al aire libre y montó su bici
girando y girando, girando y girando
Pero de nada le sirvió y regresó indemne
dirigiéndose a su dormitorio y a su reserva secreta de chocolate
pero su madre entró en su ceño y lo detuvo
hasta que él permitió que viera sus ojos y ése fue el final.
Tanto dolor en un niño que no cumple aún los cinco años
ellos ya lo saben todo y sospechan el resto
ellos están más allá del consuelo
ellos observan, lo han visto suscrito y lo han presenciado
que todas los seres vivientes tienen algo en común:
mueren. Seres tan complejos y variados
como un gusano, una golondrina, un gato, un escorpión de agua
los recién nacidos y los adultos, todos, todos nosotros,
morimos. Así, cuando el hijo se hizo pozo en sus brazos
y las aguas del dolor que están bajo la tierra abrieron paso
al pez dorado ella estaba inconsolable
lamentando que su dolor era correcto, justo, verdadero.
Máscara mortuoria de El Fayum
Nosotros, con nuestros propias costumbres, después de
haber tenido un Cidno, un arribo, nos negamos a ser enviados
sin rostro en los envoltorios de la muerte. El amor me dijo
busca un hueco bajo el entramado de las vendas de su máscara,
tan cierto como las artes dan al rostro el aspecto
que solía tener antes de depositarla junto a la corriente del río
aquí en las costas de la vida que habías vivido hasta ese entonces
sin ella. Muéstrala serena siempre con la mirada en alto
alerta y curiosa, acogiendo tu bienvenida
para que al desembarcar sola en un lugar inhóspito
y no pueda aspirar una sola palabra quienes la reciban se detengan
y lean su cara y se asombren ante ambos precisamente.
Envoi
Pensar que nada allá semeja del todo
algo que hay aquí y se ha tornado insoportable
incrédulos hemos dejado para ti un trozo de roble
y hemos desentrañado el corazón de la madera en donde yaces
con el brillo de lo que alguna vez fue tuyo y te arrojamos
boca arriba, la cabeza primero, tapado en las aguas
que fluyen bajo la tierra. Y al tener aún en torno nuestro
el regalo de los años con tu amorosa inutilidad
tenemos alguna esperanza de que seas el elegido
para servir en la tripulación de la Barca del Sol
por siempre, como fue tu deseo, ayudando a la cálida luz
sin la cual no podemos estar aquí abajo
a seguir su camino. Vete ahora, pequeño bote,
pequeño bote estrecho, desde la orilla de casa
te empujamos hacia un océano más ancho, más profundo
y más negro que lo que hemos visto o podríamos imaginar
y deseamos para ti, delgado cadáver de nuestra frágil humanidad,
entre tus cosas, su luz interior, confiamos
que renacerán descubiertas de nuevo a la vida
donde la Barca del Sol yace anclada, ayudados por otras manos
deseamos que arribes al muelle de la iluminación
para escalar nuestro cielo, te estaremos imaginando.
Traducción del inglés de Jeannette L. Clariond
How will they view us, the receiving angels?
How will they view us, the receiving angels / Who perhaps find it easier when the dead are shipped in smoothly / Headfirst, arms across the breastbone, smiling / As if all along this is where they had wanted to be / How will the angels receive our kind / Who will be dragged in feet first, face down, hands / Far outstretched, the broken nails / Black with the dirt of some local habitation?
Our Lady of the Blackthorn and the Snow
She arrived from a place she had found where there was still snow / And set up her stall of love that will never fail / In a place where there’ll be no end of the need for dole // She stood in the dirt with her sign, the blackthorn branch / And finger-length were the thorns of her branch / That never flowered in the cold where she came from. // She stood barefoot by her stall and the people queued / In the heat for the dole, more and more they came / With their dead in their arms to the head of the queue // In the dirt, her dole never failed but what she desired / In her heart was the place she had left that was cold, she feared / For her snow. What hope in this world has snow? // The queue came from over the curve of the globe to her. / Surely her thorn will flower in this heat for a day or so / And she will have nowhere to go.
Mirror, window
Before daybreak the window is a black mirror / In which is visible nothing but myself / Looking in. We face each other. He knows / As well as I do what I have in my head / And around the heart. He is not pitiless / Only he cannot help me. I could him. / By looking away at once I could release him / From being on the outside looking in. / I don’t, I stare, he stares. It is obvious / We are not good for one another. / I trust he will fade on the crowing of the cock / As he always has and there’ll be a world outside / Land, sea and air and some fellow creatures / And I will become invisible to myself / At a window gratefully looking out.
High tide, early, 19 February 2011
Woke. Did it wake me? Or my hearing / There, after all biding quiet and capable / Far down under the din of dreams / Sensed the good moment to listen / For what in the dark is there all along / Far out and biding its time, the moon / The stars, all manner of weather / Any number of hours passing over / And it does not die. Listen / These are the smallest waves / An ocean can make, they are / Not hurled at you, they have whispered in / Up to the lip of the frontier / They share with you and nothing / Is asked of you but that you listen.
Told one of the goldfish wouldn’t last the night…
Told one of the goldfish wouldn’t last the night / He hid his eyes under a fierce scowl / And went outside on the flags and rode his bike / Round and round, round and round // But it did no good and he brought the fact back in / Heading for his bedroom and his secret stash of chocolate / But his mother got under his scowl and halted him / Till he showed her his eyes and that was that. // So much sorrow there is in a not-quite-five-year-old / They know so much already and suspect the rest / Already they are beyond being consoled / They watch, they have seen it signed and witnessed // That all living creatures have one thing in common: / They die. Creatures as intricate and various / As a worm, a swallow, a cat, a water-scorpion / Baby and grown-up, all of them, all of us // Die. So when in her arms her child became a well / And the waters of sorrow that are under the earth broke through / For a golden fish she was inconsolable / Grieving that his grief was right, just, true.
A Faiyum death mask
We in our own and local fashion having had / A Cydnus, an arrival, refuse to be shipped off / Faceless under the wraps of death. Love said to me / Slot under the lattice of the bandages a mask / Of her, as true as the arts can make it to the look / She wore when by the river’s flood tide she was landed / Here on the shores of the life that you had lived till then / Without her. Show her still and for ever looking up / Alert and curious, taking in your welcome / So that when she berths alone in the unsmiling place / And cannot breathe a word the receivers there will pause / And read her face and marvel at you both precisely.
Envoi
The thought that nothing over there at all resembles / Anything over here being unbearable / In disbelief we split you a length of lasting oak / And dig the heartwood out and seal you in its place / With some bright objects you had owned and launch / You face-up, head-first, lidded on the waters / That course under the earth. And having around us still / The gifts of the years of your loving usefulness / We feel a certain hope that you will be elected / To serve among the crew of the Ship of the Sun / Hereafter, as you desired, helping the warm light / That we below surviving cannot live without / Sail on her way. Go now, little boat / Little narrowboat, from the shore of home / We push you out into an ocean wider, deeper / Blacker than anything we have seen or can imagine / And wish for you, thin corpse of our frail kind, / Among your things whose inner light, we trust / Will spring into their life again at the unlidding / Where the Sun Ship lies at anchor, hiring hands / We wish you landfall there at the lightening berth / For the climbing of our sky, we shall imagine you.