En los huesos de nuestros ancestros
Vivimos en los huesos de nuestros ancestros
escogemos una palabra
y la sintaxis de un siglo pasado
se altera,
abrimos una puerta
y el sonido hace eco en algún lugar de una casa antigua
vivimos como gusanos
bajo una gruesa capa de plantas
dejamos a nuestros hijos
con nuestros ancestros
cuando vamos a trabajar.
Llevamos en canastos
nuestras cargas y el tiempo.
Nos alimentamos simplemente,
bebemos agua fría y caminamos
a lo largo del sendero hacia la eternidad
desvaneciéndonos gradualmente
fuera de la escena
tanto que si alguien mirara
no podría saber
que alguna vez existimos.
Vivimos en los huesos de nuestros ancestros
Mallikarjun Mansur
Marcando su propio ritmo
Mallikarjun Mansur entra
tarde
y marcha antes de tiempo
antes de un tiempo lleno de confusiones, plagado de heridas,
que se está volviendo cada vez más intrascendente,
un tiempo que lo sigue
cuando se arrastra
indigente y lisiado
y pide limosna con manos extendidas
jadeante
Mallikarjun Mansur
de edad avanzada pero con la frente en alto
se inclina sobre
la muerte
pone una mano en su hombro
se detiene y enciende un beedi
luego comienza a caminar una vez más hacia un nuevo
destino
sus santas manos no toman nada para ellas
sólo dan dondequiera que vayan
y así va alegremente por el ancho mundo
si Dios
viniera por aquí
no podría
hacerse una idea de Mallikarjun Mansur
Shubhsrava
Hay un río mencionado en los Puranas, llamado Shubhsrava. Un río antiguo: quién sabe qué bosques desconocidos atraviesa. Qué tipo de vegetación crece en sus orillas, qué afluentes vienen y se fusionan con él. Dónde está su origen: cuán pequeño, casi imperceptible. Insustancial al principio. Gradualmente toma la forma de un río. Lleno de agua, lleno de plantas, lleno de peces. Lleno de sonido y rebosante de olas de belleza. Un río de infancia: un río joven en la morada de los antiguos. Un río intocado por los dioses. Un río intocado por la geografía. Un río de sólo palabras. Un río hecho de palabras. Un río que fluye junto a lo puro y radiante, luego desaparece. Un río llamado Shubhsrava, aún sin nombre. Un río sostenido en la escritura de un dios infante. Un río imposible, un río escondido, desaparecido. Un río en Shubhsrava: un río en cada río. Fluyendo desde los Puranas hasta estas palabras: un río, Shubhsrava
Kedarnath, El poeta
Kedarnath Singh fue quizá el más activo poeta veterano hindi de su época. Era suave pero firme; fue el más premiado y el más honrado, pero también el más humilde y amoroso ser humano. Fue amigo de muchos y a muchos ayudó, siempre dispuesto a compartir las preocupaciones y el dolor de los colegas. Era determinado y sin ambigüedades en su compromiso, pero estaba lejos de mostrar esto como una virtud a los demás. Era medido, pero un poco impaciente en estos días; solía mirar su reloj de vez en cuando en las funciones públicas, pero siempre esperaba. Cualquiera podía notar fácilmente en él una ansiedad serena y una inmensa curiosidad por el mundo, pero también una ausencia sorprendente de la necesidad de juzgar a los demás y autoproclamarse el mejor.
Kedarnath Singh era, de hecho, el Ajaatshatru (Inconquistable) de la poesía hindi. Difícilmente hablaba con amargura o dureza de alguien. A pesar de ser progresista, era cercano a Agyeya y era su admirador. Era un poco conservador en sus propios gastos, pero liberal de corazón.
Se contaba entre los poetas cuya modernidad cívica nunca fue criticada por ningún arrebato o altercado, pero que nunca olvidaron sus raíces nativas. Como Sarveshwar Dayal Saxena nunca olvidó el río Kuano de sus días de infancia, Kedarnath tampoco olvidó el Manjhi ka pul. En sus poemas, personajes como Tolstói o Noor Mian podrían entrar fácilmente. Él era de esos modernistas, los muy raros, que nunca abandonaron sus tempranos rasgos de lirismo. En cambio, ese lirismo lo transformó en narrativa moderna. Su poesía, con frecuencia, ha sido sometida a escrutinio intelectual, pero nunca sometió su poesía a ningún tipo de intelectualismo.
Lo conocí en Allahabad, en el Sahitykaar Smmellan que se realizó en 1957. También recuerdo que era un gran admirador del poeta británico Dylan Thomas, del poeta estadounidense Wallace Stevens y del poeta francés René Char. Había traducido a alguno de ellos. Quizás adquirió su lirismo lúcido bajo la inspiración de estos poetas. El título de su primera colección de poemas, publicada por la editorial del escritor Markandya, fue Abhi, Bilkul Abhi (Ahora, justo ahora). Su frescura e inmediatez continuaron en sus trabajos posteriores. Él podía llevar las cosas y los personajes más ordinarios a sus poemas e iluminarlos con su brillantez poética. En cierto sentido, su poesía siempre se mantuvo tan fresca y nueva como «ahora, justo ahora».
Sin duda, la de Kedarnath fue una poesía de amor y apego mundano, y a pesar de sus ironías, los celebra profundamente. Difícilmente hay otro poeta de su generación en hindi cuya poesía esté tan bien construida desde el principio hasta el final. Nunca se dejó llevar por la inercia ni se deslizó hacia la inmadurez. Una vez me quejé con él: «Aap kavita ko es kadar sanyamit kar dete hain ki unmen apke kachhe-risate ghao kabhi nazar nahin aate» (Controlas tus poemas de tal manera que tus heridas sin cicatrizar y aún supurantes nunca se asoman en ellos).
Fue el «Ruhe-ravan» de las reuniones literarias en Delhi. Nunca olvidaremos su alegre compañía y su camaradería «Kam kharch Bala nashin». Sus manos cálidas, sus ojos curiosos y sonrientes, su disposición entusiasta para hacer que el mundo fuera mejor y más bonito, cada gesto suyo sigue siendo inolvidable.
Su vida física de ochenta y cuatro años llegó a su fin, pero la segunda vida de su poesía acaba de comenzar. Y, sin duda, esta segunda vida será mucho más larga que su vida física. Su poesía seguramente lo sobrevivirá.
Versiones de Víctor Ortiz Partida, a partir de las versiones del hindi
al inglés de Rahul Soni («En los huesos de nuestros ancestros»,
«Mallikarjun Mansur» y «Shubhsrava»)y de Rahul Rajesh
(«Kedarnath, el poeta»).