(Guadalajara, 1969-2021). Uno de sus últimos libros es Gas lacrimógeno y otras cosas que no son poemas (Universidad de Guanajuato, 2018).
Escena 1. Interior/Noche Aquí lo vemos, ¿ve? Es un desorden. ¿Por qué está ese sol radiante, esas nubes que tienen formas de animalitos como si fueran falsas? Además esto no es el principio. ¡Es la escena final! ¿Quién le puso esas medias de red al sacerdote? Pedí una limonada y está tibia. Creo que se mearon en mi vaso. Pero lo hacemos todo por el arte (y con unos hielitos resultaría incluso refrescante). Agua sobre el piso luego de regar una planta Yo no soy responsable de mis actos, lo sé desde que era pequeño. Yo no rompí ese vaso. Por supuesto que sí vi quién lo hizo. Por eso es que ahora vengo a advertirles: él es muy malvado. Y está detrás de todo, esperando reírse al verlos resbalar. Este empaque podría contener cosas que no sean exactamente del color y la forma que aquí ve El hombre bueno No tiene figura, leyó Wallace Stevens que decía un epitafio en uno de sus versos. Frente a mí hay un letrero que me advierte sobre la obligación de avisar antes de liberar mi impresión. Me doy cuenta que todo, de un tiempo a esta parte, es sólo una mala traducción del inglés. También, ya puesto a ello, veo que no estoy en un panteón sino en un sitio donde rentan computadoras conectadas a internet. A mi lado derecho hay una serie de herramientas a escala en cuyo empaque leo que si las usas correctamente podrían proporcionarte un placer infinito. Las cosas —por si no lo sabías, Wally— siempre te tutean. Consultorio dental Uno de los mayores beneficios de caminar es volverse invisible, dijo. Luego agregó que nunca había tenido un dolor de muelas, ni tampoco una preocupación que le quitara el sueño o el hambre. Si yo fuera un fantasma, remató, creo que visitaría las antesalas de todos los dentistas al mismo tiempo (no sé mucho de eso pero creo que cuando estás muerto se termina la jurisdicción de toda ley física). Porque me gusta más oír gritos que darlos. Sería un espanto aburrido que andaría a pie sólo por gusto y no por aquella hipótesis inverificable de que nada, ni siquiera un automóvil, puede llevarse uno a la tumba. Pase a nuestra dulcería Si se detiene usted bajo un árbol frondoso, un flamboyán, digamos, y se queda un momento apenas suficiente para ver que en el suelo la sombra de las hojas comienza a sonar como si algunas piedras muy pequeñas cayeran sobre el agua donde no hay sino pasto, tal vez sean esos pájaros a los que usted resulta indiferente, esos pájaros negros donde la luz se vuelve un poco azul, lo único que entiende. Localice las salidas de emergencia Hace mucho, pero mucho tiempo la gente se moría. ¿Puede usted creer eso? Incluso era posible fumar en las salas de cine. Habrán tomado algunas precauciones —no crea, por favor, que eran tan primitivos y alegres— que después descuidaron porque no había mejor cosa que ver cómo ardían algunos imprudentes mientras nosotros, siempre saludables, caminábamos en orden y siguiendo las flechas, rumbo a la vida eterna. Es normal que sintamos un poco de nostalgia.
Estos poemas forman parte del libro 999 disponibles, escrito en colaboración con Ánuar Zúñiga Naime, y que será publicado próximamente por la editorial española Ediciones Liliputienses.