No era más que un automístico presentimiento de Personalidad;
su intuitiva sugerencia y una lógica posibilidad;
narcisismo de la potencia.
A sí mismo no se divisaba siquiera sin la anhelada asistencia de un prestidigitador de metáforas y fraseologías capaces de destilar en contadas pinceladas la confusión y mudo asombro en obviedad, abriendo el único espacio concebible en el que pudiera revelarse alguna verdad.
Se presentía en un indefinido personaje precipitado en espera a su Autor que moldeara sus amorfías con una ágil frase o un resuelto esbozo; lo suficientemente poéticos para darle espacio, y tan contundentemente prosaicos que suscitaran imágenes y obligaran las imaginaciones a concederle una reconocible morfología del cuerpo y anatomía del alma.
Intuía su existencial oportunidad en un inspirado emerger bajo la pluma de aquel que lo trazara entre el sinfín de contradictorios detalles; en ser objeto de una vocación literaria,
…de un sucinto cuento…
…de un poema en prosa con pretensiones más bien taxativas que metafísicas…
…o por lo menos de un pintarrajear indiferente a la gramática, carente de forma impecable, fuera del tempo y sin cadencia …
… pero que lo resumiera, apartara, independizara, que lo formase en comprensibles rasgos, en el altorrelieve de una descripción tan sugestiva que se confundiese con exactitud.
No aspiraba a que le encomendaran la búsqueda del tiempo perdido,
no vacilaba entre justificación del crimen e inevitabilidad del castigo,
no quería guerra, ni paz,
ninguna inalcanzable Itaca de autoconocimiento…
pero le resultaba repulsiva la condición de un inexpresable hombre sin atributos, cuya posibilidad no lo sedujera a el menos ambicioso de los literatos siquiera.
Fetichista de la palabra, el más modesto existir lo concebía imposible sin que alguien lo expresase, sin que se revelara en algún espacio detrás de las palabras y de silencios entre ellas.
Y como una volátil potencialidad de alguna posible imaginación, se sabía inexistente.
Lo tentaba la ilusoria utilidad de un apócrifo e imaginario carnet de la simbólica identidad-precipitadamente-obsequiada, que al concedérsele le hubiera permitido eludir las penurias de reinventarse a cada instante en un inconvincente firmes ante alguna indeterminada instancia. Pero a la vez se destilaba simultánea-y-repentinamente en fórmulas más ilusivas y distantes que las irreconocibles imágenes de la obnubilada infancia.
Lo asombraba al mismo tiempo la imaginaria complacencia de la taxativa Autoridad que le entregaría su denotatum con tanta tranquilidad como si le correspondiese algún designatum… con una simple pero abstracta fórmula disecando e inmovilizándolo en tiempo, espacio y acotada responsabilidad…
… porque incluso él mismo jamás se sentía particularmente mismo. Se desenfocaba bajo su propia, incesantemente inquisitiva mirada, desintegrándose entre inclinaciones contrarias hacia sus diversas, potenciales mismidades.
No hubo un solo autor… dispuesto a… capaz de concebirlo… a elevar la potencia hasta la palpabilidad de la sintaxis de protagonismo…