Pay for soup. Build a fort. Set that on fire. / José María Cumbreño    

     Jean Michel Basquiat pintaba como si estuviese enfadado con su destino. Como si intuyese que iba a morir a los veintisiete años.
     Hay quien dice que mezclaba los colores y las formas igual que lo haría un niño. 
     Grabar, raspar, arañar.
     Muchas de sus obras daban la impresión de estar inacabadas.
     Quizá por eso se parecían tanto a la vida.
     El arte ocurre en el momento en que alguien pone juntos dos objetos que nunca antes habían estado uno al lado del otro.
     La mano izquierda alzada y sujetando una flecha.
     El primer coche realiza un viaje nocturno; el segundo cuelga de unas cadenas.
     El estilo de un niño; la rabia de un adulto.
     Same Old Shit.
     Pintando sobre lo ya pintado.
     Proponiendo y tachando.
     Sin borrar del todo lo anterior.
     Sin terminar el cuadro.
     Study of the male torso.
     En una foto muy conocida, posa con su amigo Andy Warhol. Ambos miran a la cámara con guantes y pantalones de boxeo. Los brazos cruzados sobre el pecho.
     La posibilidad de una herida en la piel blanca.
     La posibilidad de una herida en la piel negra.
     Everlast.
     La letra importa menos que la melodía; la melodía es menos importante que el mero hecho de supurar ruido.
     La obsesión por las huellas justifica la insistencia en caminar.
     A veces también yo grito sólo para oírme a mí mismo.
     Tener voz o tener conciencia de la propia voz.
     Decir sin entender del todo lo que se dice.
     Decir o repetir lo que otros han dicho.
     Jean Michel Basquiat improvisaba conciertos en los que tocaba la guitarra con una lima (puede uno imaginarse el resultado), lo que, evidentemente, demuestra que no era la música lo que le interesaba, sino desgastar las cuerdas mucho más deprisa.
     Grabar, raspar, arañar.
     Veintisiete años.
     Unas cuerdas que no produzcan música, sino silencio.
     Nuevas y rotas a la vez.Cumbreño
     Jean Michel Basquiat pintaba como si estuviese enfadado con su destino. Como si intuyese que iba a morir a los veintisiete años.
     Hay quien dice que mezclaba los colores y las formas igual que lo haría un niño. 
     Grabar, raspar, arañar.
     Muchas de sus obras daban la impresión de estar inacabadas.
     Quizá por eso se parecían tanto a la vida.
     El arte ocurre en el momento en que alguien pone juntos dos objetos que nunca antes habían estado uno al lado del otro.
     La mano izquierda alzada y sujetando una flecha.
     El primer coche realiza un viaje nocturno; el segundo cuelga de unas cadenas.
     El estilo de un niño; la rabia de un adulto.
     Same Old Shit.
     Pintando sobre lo ya pintado.
     Proponiendo y tachando.
     Sin borrar del todo lo anterior.
     Sin terminar el cuadro.
     Study of the male torso.
     En una foto muy conocida, posa con su amigo Andy Warhol. Ambos miran a la cámara con guantes y pantalones de boxeo. Los brazos cruzados sobre el pecho.
     La posibilidad de una herida en la piel blanca.
     La posibilidad de una herida en la piel negra.
     Everlast.
     La letra importa menos que la melodía; la melodía es menos importante que el mero hecho de supurar ruido.
     La obsesión por las huellas justifica la insistencia en caminar.
     A veces también yo grito sólo para oírme a mí mismo.
     Tener voz o tener conciencia de la propia voz.
     Decir sin entender del todo lo que se dice.
     Decir o repetir lo que otros han dicho.
     Jean Michel Basquiat improvisaba conciertos en los que tocaba la guitarra con una lima (puede uno imaginarse el resultado), lo que, evidentemente, demuestra que no era la música lo que le interesaba, sino desgastar las cuerdas mucho más deprisa.
     Grabar, raspar, arañar.
     Veintisiete años.
     Unas cuerdas que no produzcan música, sino silencio.
     Nuevas y rotas a la vez.

 

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