Preparatoria 6 / 2017 B
Iba caminando por un sendero en el bosque, con mis manos dentro de mi chamarra; el viento era muy frío. De repente, escuché un grito. Un grito ahogado. No dudé en regresar; entré a la cabaña y vi a mi madre tirada en el suelo. Únicamente avancé a la puerta que daba al jardín. Entonces lo vi sentado en el columpio sucio y oxidado, que rechinaba lentamente. Tenía una rosa roja en sus manos; temblaba… Tomé el machete ensangrentado que había usado antes; me acerqué lentamente y me dijo:
–Eras mi orgullo –dijo con voz sollozante.
–Te dije que no volvieras… –dije con autoridad.
–Estaba preocupado por ustedes –dijo ahora balbuceando.
–Desde que nací nunca lo hicieron… y con esto te voy a demostrar lo importante que eres tú para mí –no dudé en azotar el machete contra su cuello.
No sentía miedo ni tristeza, sólo lo único que siempre había sentido.
Soledad.