Oscuro y caliente como el humo de una estufa a parafina recién apagada / Julio Carrasco

Nunca me gustó Verónica Almendares
Básicamente, creo, porque la vi actuar en una competencia de baile
Y su cara demostraba demasiado bien el intento de expresar sensualidad
Pocas veces un esfuerzo así tuvo tan magro salario (recuerdo haber pensado)
Observándola más adelante, descubrí el mismo afán en sus gestos cotidianos,
lamentablemente con idéntico resultado
Y esta noche no era la excepción
Me gustaba una de pantalón hindú
Nos miramos de reojo pero podía ser perfectamente la novia de alguno de los heterosexuales
[que la rodeaban
Salí del lugar rumbo a otra fiesta, acompañado de mi amiga recién separada
Me contó, en el viaje, sobre el estilo de vida de la gente en el extremo norte de los Emiratos
[Árabes
Sufrían todos, comentaba, de una locura denigrante, mezcla de arribismo y pereza
Saludé cordialmente al llegar
Había mujeres en la pista pero dejar sola a mi amiga en ese ambiente habría sido una
[descortesía
Ella propuso regresar y eso hicimos
El pantalón hindú había desaparecido
Quedaba Verónica Almendares bailando en el living algo así como una cumbia
Me compadecí del tipo que la acompañaba, por aspirar a tan poco
Pero en verdad no había nada más en la fiesta
Me tomé un trago, luego otro y un tercero
Mi amiga recién separada ensayaba frente a un vidrio los insultos que intercambiaría con su [ex
La música: un desastre, las canciones eran cortadas a la mitad y se producían silencios
[periódicamente
Tuve una interesante conversación sobre refrigeradores con un tipo
Y entonces sí, de pronto: ya estaba listo
Estaba listo para abrazarme a Verónica Almendares
Las luces se derramaban sobre la sala como un metal derretido
El suelo saltaba en ascuas ardientes
Como si el whisky que bajaba por mi garganta se hubiera trocado en kerosene y me hubiera vuelto capaz súbitamente de proyectar ese calor hacia fuera
Como si nos hubiéramos sumergido de golpe en una piscina de napalm: mi corazón cruzaba el núcleo del Sol a toda velocidad embistiendo largos cardúmenes de pirañas brillantes que a su paso rompían filas como cristales
El tiempo actual se volvía amarillo intenso, denso y fosforescente
Estaba listo para abrazarme a Verónica Almendares y convertirnos a ambos en una trenza de vidrio fundido
Pero ella salió al patio con el tipo que cambiaba la música
Luego partieron a su automóvil
Mientras resonaba a lo lejos la voz de mi amiga recién separada, comentando que V. A. había
planeado irse a la cama con cualquiera esa noche

Mis ojos seguían adheridos con un elástico de luz
Al automóvil que se alejaba por avenida Kathmandú.

 

 

Comparte este texto: