Ópera mexican style o poetizar lo nuestro

Ana Claudia Zamudio Aguiar

Poza Rica, Veracruz, 1966. Su libro más reciente es el estudio de investigación Una mirada al espacio y la naturaleza en la ciudad y el viento de Dolores Castro (Ediciones de la Noche, 2022).

Todo estilo es más que una manera de hablar

Octavio Paz

En El laberinto de la soledad, que como todos sabemos es considerado un texto primordial del ensayo en lengua española y un libro imprescindible para entender la esencia del ser mexicano, no sólo como ente social e individual sino como intelectual y creativo, Octavio Paz afirma, me parece que a manera de advertencia: «Las preguntas que todos nos hacemos ahora, probablemente resulten incomprensibles dentro de cincuenta años. Nuevas circunstancias tal vez produzcan reacciones nuevas». Han pasado más años, para ser precisa, 74 años de la fecha en que apareció el libro. Y lo traigo a colación porque, mientras leía Ópera mexican style de Óscar Tagle venía a mi memoria dicho texto, ¿por qué? Intentaré explicarlo, para lo cual, les confieso, tuve que desempolvarlo de mi librero donde llevaba años sin hojearse.

Ópera mexican style es un libro de poesía compuesto por 32 poemas escritos en lenguaje directo pero no por ello carentes de figuras literarias: las palabras forman un campo lúdico en el que cada verso depende del anterior y justo el último vocablo redondea y cierra el círculo completo de la metáfora. El poema con el que inicia lleva por título «Las reglas del juego», plantea la pregunta que nos une en una especie de confabulación a todos quienes alguna vez hemos intentado escribir, ya sea poesía o narrativa: 

Desconozco el origen de mi escritura

menos entiendo las reglas del juego.

No sé dónde estoy sentado frente a la hoja

ni por qué ruta ir hacia el fin de la página.

Quizá parto de la última línea desescribiendo

hacia la superficie con la absurda idea

de generar nueva escritura.

Versos ya escritos que se borran, ser o no ser en y por la escritura, ¿esa es la cuestión? Poetizar lo que se es o lo que no se es, me parece, es la premisa que nos plantea el poeta y es a nosotros, sus lectores a quienes nos corresponde descubrir pues conforme avanzamos en la lectura de los versos, se va desvelando el juego, el enroque de palabras, a manera de piezas de ajedrez con las que el poeta nos muestra su destreza en el manejo del lenguaje y la brevedad. En la economía de palabras manejadas con precisión surgen sus preferencias e inclinaciones, nos refiere reiteradamente, a manera de homenaje, no sólo al arte mexicano sino también al folclor que nos caracteriza cuando menciona en sus estrofas lo mismo a cineastas como Ismael Rodríguez que a nuestros poetas, pasados y presentes como López Velarde, Amado Nervo, Elías Nandino, Alejandro Aura, Óscar Ávila, Efraín Huerta, Rubén Bonifaz Nuño, Rosario Castellanos, Carlos Pellicer, Ricardo Castillo y José Eugenio Sánchez; y a nuestros grandes narradores como Agustín Yáñez, Juan Rulfo, José Agustín o Juan José Arreola. Y por supuesto, no faltan los cantantes que nos han heredado una tradición cultural como Lola Beltrán, las luchas Villa y Reyes, las hermanas Landín, Toña la Negra, el Trío Calaveras y Jorge Negrete; mención especial a Javier Solís, de cuyo poema Óscar toma el título para el libro, en el cual hace un breve y maravilloso juego comparativo de la canción «Payaso» escrita por Fernando Z. Maldonado y que hiciera famosa Javier Solís en 1966, con el aria «Vesti la Giubba» de la también famosa ópera Pagliacci del italiano Ruggero Leoncavallo. ¿Se inspiró Fernando Z. Maldonado en la ópera para escribir su versión? Lo que pude indagar en el «maestro Google» es que, según afirma la hija de Maldonado, no, su padre se inspiró en el payaso de un circo, el cual tenía una situación muy parecida de desamor y desengaño que el payaso de la ópera y, sobreponiéndose, se vistió, se maquilló y salió a escena para hacer reír a los niños. Inspirado o no en la ópera, lo que sí podríamos afirmar es que «Payaso» es una tropicalización de «Vesti la Giubba» al puritito estilo mexicano. Y quién mejor para expresarlo con palabras exactas en tal recreación poética y riqueza lúdica literaria y sinigual que el poeta Óscar Tagle, que al final, por lo menos, nos hace esbozar una sonrisa, cuando no una carcajada. Óscar también hace distinción de sus preferencias en el arte internacional, aquí sólo mencionaré «Entremeses quijotescos» compuesto por cinco breves poemas en los que Tagle juega con Cervantes al recrear algunos detalles de don Quijote. Los invito pues a que descubran por ustedes mismos el ser o no ser, lo que escribe o desescribe el poeta en Ópera mexican style, a descubrir esas generalidades mexicanas que nos divierten porque nos retratan, nos vemos reflejados en el mismo espejo y, además, a disfrutar las particularidades de su estilo y marcas literarias que también lo hacen nuestro: mexicano.

Vuelvo a Octavio Paz y observo que las preguntas de entonces no son incomprensibles ahora, al contrario, la distancia de esos 74 años nos ha ayudado a comprender y comprendernos como mexicanos, y en nuestro caso específico, como mexicanos creativos. Pienso que quizá como un reto a los intelectuales por venir, en el capítulo «La “inteligencia” mexicana», Paz menciona que, además de la radical fidelidad al lenguaje que define a todo escritor, el escritor mexicano tiene algunos otros deberes específicos, afirma que el primero es expresar lo nuestro. Luego enfatiza que: «Escribir equivale a deshacer el español y recrearlo para que se vuelva mexicano sin dejar de ser español. Nuestra fidelidad al lenguaje, en suma, implica fidelidad a nuestro pueblo y fidelidad a una tradición». Entonces, después de la lectura anterior, lo comprendí. Llegué a la conclusión de que en Ópera mexican style, Óscar «desescribe» el español para «generar nueva escritura», consiguiendo sin lugar a duda poetizar lo nuestro, lo mexicano.

Óscar Tagle, Ópera mexican style (PANICVM, 2024).

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