Olvidé mi escoba en tu ventana /Adrián Mariscal

Guadalajara, Jalisco
 
/ Toc toc toc /
 
 Olvidé mi escoba en tu ventana, y desde ahora soy más lento cuando de llegar a ti se trata… Lamentarás que ya no tenga la intención de hacer un eco a tu impaciencia, o que por costumbre ya no quiera atolondrarme a cada noche por pensar en ti, ni sonreír estúpidamente, tal como una hiena con diferencia en su paisaje: sumido en una sábana de sueños húmedos, embarrado el sexo en la psique y en las manos.
 
La última vez me había jurado no volver a llamarte, pero la telepatía hizo de las suyas y heme aquí situado en la banqueta, asustado por el terror que me ocasiona mirarte en cada objeto: por debajo de mis mapas, intimidado del peligro, a través de la garganta y fracasado en mis ensayos de pretender tenerte en el rincón de mi sillón.
 
Por vivir en mi mundo aparte, de la mano al plato se me cayeron los zapatos, el café como remolino me hizo chispas la faringe. Los cubiertos se creyeron D´Artagnan y trituraron el trozo de panqué…  y yo que de porciones estoy lleno hasta los huesos, haría falta un opulento manjar en tu mesa después del ajedrez, y brindar por importancias como la hora número 25 o las rayas que nunca piso en las banquetas, por los cuatro dedos de mi mano izquierda y las 15 veces que he mirado a Peter Pan, pero, sobre todo, brindar por ése, el innombrable, por quien rompería mis piernas porque estuviese presente a la salida del teatro…
 
Además olvidé mi lengua enroscada en la nevera, tres centímetros de piel que no sobrevivieron al brote de sadomasoquismo aquella tarde de cuaresma. Entre mi lista de extravíos hay también espacio para mi plumero de avestruz, el disfraz de Don King Kong, mi colección de fantasías playboy, y mis tacones de…  de esto último NI UNA SOLA PALABRA. ¿Podrías facilitarme la escalera para rescatar a mi gato atrapado en tu manzano?, o bien, si no es mucha molestia permíteme sacudirlo para que caigan a su vez el montón de pensamientos que olvidé entre sus ramajes.
 
Por mi cortometraje interminable, los libros negligentes con sus dos que tres poemas dedicados, los momentos enterrados y todo índice de recuerdos simultáneos. Tampoco debes preocuparte, puedes quedártelos todos…
 
¡¡¡Pero devuélveme mi escoba!!!

 

 

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