Guadalajara, Jalisco, 1984. Su libro más reciente es Diario de una planta carnívora (FCE, 2024).
1. Sinopsis: Primeros y últimos instantes de una mañana narra la vida de un experto en televisiones viejas que trabaja como consultor en una casa de empeños (con el objetivo secreto de reencontrarse con una Sony Trinitron como la que amó cuando era un niño).
2. Ben Lerner escribe en El odio a la poesía que «El poeta es siempre el registro de un fracaso».
No se refiere, claro, al modo de vida de los poetas, ni a que les paguen con ejemplares de sus propios libros, ni a los chistes en los que son incapaces de cambiar un foco, sino a que cada vez que leemos un poema hay algo que no pudo ser alcanzado, algo muy distinto a lo que, por unos momentos, se encendió, aunque sin forma todavía, en algún punto o línea entre el mundo, el lenguaje, y la cabeza de quien lo capturó.
Jorge Orlando Correa lo explica mejor aquí:
POÉTICA
todos mis poemas son escombros
de lo que en realidad quisiera decir
3. Y ese, el fracaso del poema, el fracaso del sujeto, el fracaso a secas, es, entre todos los motivos del libro, uno de los más importantes. Otro es, me parece, el de la infancia como espacio de asombro y posibilidad.
Pero lo más interesante ocurre cuando, en algún momento, ambos se fusionan para formar un supermotivo: el del paso a la adultez como punto en el que todo se rompe: asombro, posibilidad, belleza.
4. Cito de nuevo a Correa:
YA NO TEMO A LOS PÁJAROS GIGANTES DEVORADORES
DE BARCOS Y DEJÉ DE CREER QUE LOS ÁRBOLES UN DÍA
VOLVERÁN A SU MUNDO BAJO TIERRA
¿en qué momento
fui vencido?
5. Si mientras leemos Primeros y últimos instantes de una mañana, alguien pudiera observarnos a través de una pantalla, esa persona también podría ver un subtítulo descriptivo con la frase «Suena música triste».
6. Porque sí, se trata de un libro triste. Las voces de los poemas cargan con el peso de la derrota, de la decepción, de la melancolía. Pero —y este es un gran pero— también hay algo que cruza el libro entero con una fuerza enorme, y que no tiene la forma de la derrota, sino de otra cosa muy distinta. Una especie de brillo, primero perdido y después recuperado.
7. Sinopsis: Primeros y últimos instantes de una mañana aborda la vida de un científico que descubre un método para crear palabras ultrarresistentes, capaces de sobrevivir en cualquier tipo de condiciones dentro del cerebro, como pequeños insectos. Todo marcha bien para él hasta que corporaciones multimillonarias intentan apoderarse de su invento.
8. Hay un capítulo de los Simpson en el que prácticamente todo Springfield es embaucado por una secta. En algún momento, los miembros de la secta proyectan una película cuyo fin es terminar el proceso de lavado de cerebro. Al terminar la proyección, Homero comenta que no entendió la película y pregunta algo al respecto de una escena que jamás ocurrió. «¿De qué está hablando, no hay nada de eso en la película?», le cuestiona un tipo. «Es que cuando me aburro invento otra película», responde él.
9. Este poema del libro:
CUANDO UNO COMIENZA A PENSAR EN COSAS COMO
VIVIR EN OTRO PLANETA O EN UNA ISLA A LA SOMBRA DE
UN FARO
lo único soportable
es mirar un punto fijo
por el resto de tu vida
y luchar por no distraerse
con lo que sí existe
10. Si algo parece achicarse, o en los peores casos, agotarse con el fin de la infancia es la imaginación. La exigencia de productividad de nuestro tiempo es incompatible con esa faceta de la experiencia. Sin embargo, los horizontes que han sido clausurados en otros sitios, siempre pueden permanecer abiertos en la dimensión de la poesía.
Y no se trata, en realidad, de que la poesía regrese a la infancia para tomar los destellos que siguen refulgiendo, en un acto más bien nostálgico, sino de algo más importante: que la poesía, esa misma que no vende, esa misma que no sirve para nada, esa misma que siempre se está muriendo, tiene la posibilidad de funcionar como un dominio en el que la imaginación, el juego y el asombro siguen intactos.
11. Sinopsis: Primeros y últimos instantes de una mañana se centra en la vida de un pez que no sabe por qué no puede dejar de nadar en círculos dentro de su pecera en el acuario, y de un hombre que no sabe por qué no puede dejar de visitar al pez en el acuario todos los días.
12. Y al final, ese algo que cruza el libro con una fuerza enorme —más allá de que el poema nunca es lo que originalmente quisimos y de que los poetas fracasan todo el tiempo—, ese algo que cruza, es lo que ocurrió con el lenguaje y con sus huecos. Todo lo que sucedió con esas palabras que a veces parecen, a pesar de su desencanto ante la adultez, ser pronunciadas desde algún ventrículo importante de la infancia, desde el centro de un lugar donde todavía existen, como espigas meciéndose, todas las posibilidades.
12.1 Tal vez hablar de triunfo iría, incluso, en contra del espíritu del libro, pero puedo decir que quien se encuentre con Primeros y últimos instantes de una mañana habrá, si no ganado, al menos recuperado algo.
Porque ya lo decía William Carlos Williams (en esa hermosa traducción de «El descenso» que hizo Paz):
Ninguna derrota se
compone sólo de derrota pues
el mundo que abre siempre es un lugar
hasta entonces
insospechado.
