Sí, vi la momia de Lenin, y no me impresionó
como la de Caruso vestido a la moda
en un cementerio de Nápoles…
me dio más miedo en el tiempo
la mano cercenada flotando en alcohol de Álvaro Obregón
a la deriva como una piraña herida
cautiva en una campana de cristal sobre un monumento de piedra,
castigo para su crueldad…
…me enamoré de la momia del Dios
Pakal en la húmeda y misteriosa ciudad maya de Palenque…
y me pregunté si no era Ella…
y de las etruscas y de las gozosas de la cenicienta Pompeya
…pero no he salido todavía de la
noria perplejidad del Hueco
que dejó en una cueva de Galilea
aquel desertor ahijado del Bautista…