No olvido / Zazil Leticia González Briseño

Preparatoria 7

Hoy la justicia se quedó ciega, la veo del otro lado de la fosa, silenciosa e ignorante. Yo estoy del otro lado, como los otros cuerpos, soy uno con ellos, no tengo voz ni memoria. Aspiro otra vez el olor a sueños cercenados y, aunque exhalo, el desconsuelo queda aprisionado en mi pecho.
       ¿Cómo sucedió? Los gritos de la gente, el impacto de las voces contra el suelo, la libertad que caía con el vientre despedazado. Abrieron fuego y el miedo comenzó a regarse en cada disparo, vi la muerte detrás de nosotros, venía  disfrazada de halcón, de ave sedienta de sangre.
       Uno a uno, los cuerpos cayeron y con ellos cayeron también ideales con dueño que nunca había visto. Observé impotente cómo se doblaba la inocencia en un espasmo de dolor. El lugar se tiñó todo de rojo. Los que aún quedaban se cubrían con los cuerpos de los que seguían allí pero ya se habían ido.
       No supe cuántos lograron vivir.  Deseé gritar algo que todos hubieran querido decir, pero que tantas balas silenciaron. El temor al olvido me hundió en la agonía, no quería que todo quedara como unas cuantas líneas más en libros viejos.
        Muchos años después, despierto en el mismo lugar, quiero moverme, hablar, pero no hay remedio… estoy muerto. Ellos borraron mi nombre de mi boca, pero no me borraron del recuerdo.
        Mañana quizá seré olvidado, pero yo, Dos de Octubre, no olvido.

 

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