En un mundo lleno de Letras Puente murmuro sería el umbral para entenderlo todo. Murmuro es un garabato indescifrable que inicia la escritura. Murmuro en los labios de los otros es el aire que se convierte en voz ajena. Y murmuro significa lo que es anterior a la palabra.
El único momento que existe en el que podemos detenerlo todo y observar cómo se ha inventado el tiempo.
Y en este mundo lleno de Letras Puente murmuro es el lenguaje. Escrito con todas las caligrafías posibles en los cuerpos de los animales que corren salvajes en las selvas. Murmuro es todo. Murmuro es un camino a la escritura, a la esperanza, al infinito.
Al océano.
Si se escribe a mano murmuro no se entiende y cuando se dice apenas logramos escucharlo. Murmuro es una promesa silenciosa. El momento de acomodarse el lápiz entre los dedos y sujetarlo con firmeza.
Murmuro comienza.
Luego recorre su temido camino callado hacia indómitos paisajes de tinta perenne y eternidad absoluta. No hay retroceso. Vallejo decía que al escribir escupía espuma. Y ése es el momento permanente del murmuro. Un depósito frío y poderoso con una pequeña pérdida apenas evidente. Una fuga.
La escritura.
Una cosecha de letras y flores en los campos ajenos que vemos desde las ventanillas de los trenes veloces y audaces que cruzan el mundo. Un pantano que esconde un pasado maravilloso y eterno en el que todo está explicado una sola vez antes de ahora. Una nube. Una certeza. Un domador de paraguas en una tarde de lluvia en la capital más grande de Latinoamérica. Un collar de perlas violetas en los cuellos de las palmeras bocabajo de los continentes que desconocemos.
Murmuro es un vacío en el que cabe todo.
Murmuro son casi los pasos que dio Pedro Páramo antes de llegar a un libro. Es casi el sigilo con el que se acomoda el artista del hambre que quiere ser admirado de Franz Kafka y la poesía rabiosa y orgánica de Marosa di Giorgio.
Murmuro es un humano convertido en seta. Un pasaje secreto escondido entre los mapas incomprensibles de la memoria de la tierra.
Murmuro es la primera palabra. Murmuro es una sílaba, un suspiro, un fonema.
Un silencio que crece y aglomera. Un huracán persiguiendo las trampas escondidas junto a las granjas de algodón de toda América. Murmuro es el sonido que mece los ríos de centro del Asia y las cascadas lejanas de la Tierra.
Murmuro es un cuento.
Murmuro es la posibilidad de que todo sea cierto.
Murmuro es la fe en una explicación transparente que es capaz de inventarlo todo. Inventarnos.
Un lago regresando al cielo y siete líneas de la naturaleza que pueden sintetizar nuestro cuerpo.
Murmuro es apenas la escritura. Apenas el habla. Apenas el significado.
Murmuro es el germen extraño del lenguaje en un mundo en el que todo nace a cada rato. Murmuro es movimiento. Una posibilidad única de contenerse. Un sistema que evade el miedo con escaleras de cuerda que se convierten en serpientes que trepan por las pirámides lógicas del pensamiento y se mecen de un costado a otro de los planetas.
Murmuro es un símbolo.
Una infinita montaña sin descenso.
Un agujero seco. Los montes moldeados por los codos de Dios que se han convertido en volcanes. Un bolsillo en la piel de nuestros cuerpos en el que guardamos los suspiros de los otros.
Murmuro es el tiempo.
Murmuro es el exquisito momento en el que el laberinto de la imaginación cobra sentido e inventa un orden de rail de metro en el que avanzar a oscuras por los túneles subterráneos de todos los papeles de este mundo.
Murmuro es cuando podemos parar el texto. Salir de dentro. Leer el inicio de la voz en los labios de los otros, los garabatos que buscan una forma en el deseo.
Murmuro es lo que no es y lo que queda en esto.