Los escritores no comen aire
«La literatura tiende a convertirse en una mercancía extraordinariamente cara cuando lleva la firma de un nombre en boga», dice Émile Zola en Literatura y dinero, traducido por Gabriela Torregosa. En este breve ensayo, el autor francés describe el espacio social del campo literario francés: sus mecenazgos, salones literarios y apoyos del Estado a los escritores. Si bien algunas de sus críticas podrían parecernos neoliberales —por arcaizante que suene—, e incluso, clasistas, y dado que las condiciones de circulación de la literatura han cambiado desde hace casi ciento cincuenta años, este título nos muestra que ciertas problemáticas siguen siendo vigentes cuando de recursos y «vivir de escribir» se trata, con humor y chismecito incluidos.
Además, algo rarísimo de ver en nuestros días, Literatura y dinero cuesta sólo 45 pesos.
El cerillo, el monje y el bidón de gasolina
Diez años pasaron entre el último libro de poesía de Julián Herbert y este, que en 2022 resultó ganador del Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde.
La parte quemada es un collage que utiliza un inagotable arsenal de recursos poéticos, apropiaciones y pretextos temáticos. Entre ellos, llamadas por cobrar hechas al autor por fantasmas (Oscar Wilde, Blancanieves, Elizabeth Bishop, Buda, el heteropatriarcado, David Foster Wallace…) y un incendio ocurrido en 1950, cuando Hayashi Yoken, un monje zen, prendió fuego al Kinkaku-ji, uno de los más hermosos templos budistas de Kioto. Al ser interrogado, el joven declaró que el edificio le daba envidia. Herbert examina las cenizas de aquel siniestro y otros igual de peculiares y efectúa un ejercicio poético de zen que amenaza con quemar la parte del templo que le faltó a Hayashi.
El centro del dolor
Lucero y Dolores entrelazan sus voces en el relato de la peor pesadilla que las personas pueden sufrir: la desaparición forzada y el calvario de la supervivencia en una oscuridad desconocida. Desde el centro del dolor, el tejido narrativo de estas mujeres saca a la luz los mecanismos de la violencia en una sociedad ciega. Nancy, compañera de escuela de Lucero e hija de Dolores, desaparece. Lucero la acompañará por un infierno inmerecido, mientras que Dolores da palos de ciego desde los terrenos de un país corrupto, también infernal. A pesar de la oscuridad y el dolor del tema, Laura Baeza —quien se basó en innumerables testimonios escritos— logra que esta novela se lea de cabo a rabo, aunque a veces se necesite una pausa para respirar o llorar.
Poesía contra el antropoceno
Leche de bugambilia es la entrega más reciente de María Cob (Ciudad de México, 1985), también conocida como Rosario Loperena. Este libro de poemas, que además se trata de una edición de la propia autora, se desarrolla a partir del cuerpo como flor, animal, bosque y de las redes que este mantiene con su sustrato: el lenguaje, la familia, el entorno y los cuerpos (ya sean celestes o de seres vivos) que lo rodean.
Este libro va construyendo una temática que podría inscribirse en la ecopoesía, con una amplia variación de registros que van desde imágenes neobarrocas combinadas con elementos de la cultura pop y la pintura decimonónica, hasta poemas visuales e, incluso, algunos textos en inglés.
Así, la autora busca lograr «una escritura menos humana» bajo la cual «crece / late / conecta / una red finísima encendida» y donde «leer es polinizar».
Hacia la alegría
Contra el sesgo en el gusto y el prestigio moderno hacia lo oscuro y tormentoso, Armando González Torres ofrece Libros alegres, una recopilación de gozosos textos que iluminaron, en su primera versión, a los lectores del suplemento Laberinto. El poeta y ensayista, en la «Bienvenida» de su libro, recuerda que hace unos años descubrió una propensión inconsciente a incluir en sus lecturas libros y autores «alegres», es decir, aquellos que sin caer en la ingenuidad inyectan optimismo, aliento y ánimo. Cada texto está dedicado a un tema, a un libro o a un autor, entre ellos: caminar, La biografía de la luz, de Pablo D’Ors, y Julio Ramón Ribeyro. Los textos son disfrutables en sí, pero, también, una invitación a investigar y leer autores quizá desconocidos para el lector.
Bajo el mármol lunar
La pérdida como una presencia rotunda en el corazón de las cosas. La nostalgia, un sitio de peregrinaje, el encuentro con lo no dicho, lo nunca advertido que se manifiesta justo en el vacío de la vida, cuando quedan los objetos con sus preguntas a cuestas: «abres la puerta y el aire te rasguña, / la belleza hoy está sobre tu silla / bajo la luz de la tarde / en tu cuarto vacío».
En el poemario Bajo el mármol lunar, Claudia Berrueto enfrenta la nada a manera de un cero que se descifra desde la desnudez de la soledad rotunda y explora el encuentro con la muerte. En la cuarta de forros, Francisco Meza comenta que la figura principal es la orfandad a partir de la muerte de la madre. No obstante, su itinerancia hacia el hoyo del dolor va más allá, es una percepción del cosmos que termina.