Sombras de sombras
Imaginación abocada a la inminencia, y por ello resuelta en tramas de eficaz tensión, la que promueve los cuentos de Luis Jorge Boone (Monclova, 1977) privilegia también la indagación en los límites de nuestra percepción. El mundo es apariencia, pero lo que interpretamos es decisivo: las figuraciones que nos hacemos de cuanto ocurre dan forma a la sola realidad a nuestro alcance. Los personajes desbrozan las sombras en que se mueven para encontrar otras más densas: el miedo, la locura, la intuición de lo inefable o de lo infinito. Hay apariciones y desapariciones, hay descubrimientos estremecedores, hay constataciones de los extremos de lo humano. Y hay una prosa cuyo aplomo vuelve al conjunto memorable.
Cavernas, de Luis Jorge Boone. Era, México, 2014.
Novelas que piensan
«En el fondo, toda novela incluye un enigma que alguien intentó descifrar: el enigma de su vida, imaginaria o real». Acaso porque el enigma nunca termina de quedar resuelto, toda novela, también, mientras dura su lectura —y aun después, en el recuerdo—, compele sutil pero insistentemente a preguntarse por las formas que fue adoptando. Martín Solares (Tampico, 1970), en esta aproximación ensayística a su convicción de que «las novelas piensan», sugiere una vía muy transitable para arreglárselas con esa exigencia de la lectura. Éste es un libro agradecible por sus informaciones (¿cómo trabajan los novelistas?), por las felicidades del estilo del autor y por lo emocionante de las experiencias a las que convida.
Cómo dibujar una novela, de Martín Solares. Era, México, 2014.
Las posibilidades de lo anómalo
Entre las virtudes de la narrativa de Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), al lado de su sentido del humor y de los hallazgos poéticos que animan su prosa, debe contarse la disposición al extrañamiento. Urdidas a partir de realidades que podríamos dar por consabidas, sus historias encuentran infaliblemente los indicios de la anomalía irresistible que opera como imperativo de la imaginación. Un partido de futbol llanero, por ejemplo, nada tendría de raro… si no estuvieran jugándolo policías que portan camisetas con nombres de autores clásicos (que, además, tienen que conocer). O algo tuvo de inexplicable y trágico que el mundo no se hubiera acabado cuando lo habían pronosticado los mayas, en 2012.
El apocalipsis (todo incluido), de Juan Villoro. Almadía, Oaxaca, 2014.
La historia que cuenta
En su primera novela, gestada gracias a una acuciosa investigación de su tema, Miguel Ángel de León Ruiz V. (Guadalajara, 1959), ha tenido muy claro que la historia conocida vale poco en tanto no se ponga de relieve cómo llegó a tocar las vidas de quienes, de no ser por la literatura, acabarían siendo por siempre desconocidos. Además, ha estado al tanto de que el drama de un hombre en los tiempos de la guerra cristera en México puede, sí, ayudar a la comprensión de lo ocurrido, pero no sólo eso: es además la materia preciosa para urdir una obra cuyos méritos —la estructura, los registros del lenguaje, la fabricación poética de un mundo— cuentan, sobre todo, como méritos intrínsecamente literarios.
El sermón de los muertos, de Miguel Ángel de León Ruiz V. (Suma de Letras, México, 2015).
Seguir leyendo
El poeta Fernando Fernández (Ciudad de México, 1964) ajusta su microscopio ensayístico sobre la superficie fascinante de la obra de Ramón López Velarde. Delimitada su visión, profundiza en algunos de los seductores temas en torno a la poesía/vida del bardo jerezano: los primeros poemas, su amigo Alfonso Camín, La Celestina en sus versos, el enigma de «El sueño de los guantes negros», y el famoso candil que se encuentra en la iglesia de San Francisco de San Luis Potosí, del que López Velarde dice: «he descubierto mi símbolo / en el candil en forma de bajel / que cuelga de las cúpulas criollas / su cristal sabio y su plegaria fiel». Al leer estos ensayos, se nota que la mirada de Fernando Fernández nace de su amor de lector por la obra de López Velarde y que, por lo tanto, es una mirada activa, vital, que invita a hacer lo mejor que se puede hacer con ella a estas alturas del siglo xxi: releerla, seguir leyéndola.
Ni sombra de disturbio. Ensayos sobre Ramón López Velarde, de Fernando Fernández.
Auieo / Conaculta, México, 2014.
Herencia poética
Saúl Yurkiévich murió en 2005. Reconocido crítico literario y ensayista, dejó a los lectores títulos clave como Fundadores de la nueva poesía latinoamericana. Pero entre la obra que conforma su legado brilla la poesía como un territorio aún por conocer para muchos lectores. La antología Lugar de errancia es un mapa que da coordenadas para viajar a esa región poética donde «la bella totalidad se deshace», como dice el propio Yurkiévich en su poema «Esbozo». De diez poemarios publicados por el autor argentino, Silvia Eugenia Castillero seleccionó los textos que conforman este libro: «Ramilletes o rehiletes, en retahíla de verbos y sujetos, en jirones, aderezados con la hipérbole, los poemas de Yurkiévich tienen otro asidero además de sus imágenes y sonidos: la conciencia», afirma Castillero. Para seguir el juego de este poeta —él mismo da la clave en su poema «La malcontenta»— se recomienda una «violencia de pioneros».
Lugar de errancia. Antología, de Saúl Yurkiévich. Conaculta, México, 2014.