En la obra de Isa Carrillo, el arte se convierte en una vía de acceso al orden invisible de un universo que vibra con símbolos y números secretos. En su práctica artística, entrelaza lo ancestral con lo contemporáneo, lo esotérico con lo científico y lo individual con lo universal. Sus piezas funcionan como mapas de frecuencias, constelaciones, ciclos y tejidos de energía que revelan una concepción del arte como instrumento de conexión con lo invisible.
La serie Frecuencias, por ejemplo, parte del principio circular como génesis de toda existencia física: la célula se divide, el patrón geométrico se multiplica y el movimiento microscópico se conecta con la inmensidad. Isa Carrillo convierte ese flujo vital en una interpretación visual del universo como red de resonancias. La geometría sagrada se vuelve una vibración materializada: el cosmos susurra a través de la aguja y el hilo.
Es notable la poética del silencio y del arraigo en Resonancias de la montaña, donde el gran montículo vibra desde la tierra y dialoga con el cuerpo humano; por medio de sus gobelinos y bordados geométricos, la artista registra ese pulso en una progresión de 9, número cargado de simbolismo cabalístico. «Existe una expansión y contracción, al igual que los latidos del corazón», describe Carrillo, subrayando que el acto de bordar es también una forma de meditación rítmica. En ese tributo a la elaboración textil se vislumbra una ofrenda a la propia vida.
Lo cósmico también se manifiesta en sus exploraciones astrológicas, como en Venus Quetzalcóatl, tríptico que retoma glifos mayas y la mitología prehispánica sobre el ciclo de Venus: su desaparición, descenso al inframundo y resurgimiento como estrella del alba. Para Isa Carrillo, la estrella vespertina marca el tiempo y es símbolo de transformación, ambigüedad sexual, sombra y renacimiento. «El nacimiento de un monstruo es igual a la aparición de la sombra de Venus», dice, en una alusión a todo lo no expresado que emerge como forma.
Esa misma tensión entre presencia y ausencia, entre lo que se muestra y lo que se oculta, se despliega en Left Hand, instalación inspirada en la mano que perdió José Clemente Orozco. Mary K. Coffey analiza esta pieza como una constelación conceptual, donde Carrillo convierte datos biográficos, cartas manuscritas, análisis astrológicos y fragmentos gráficos en una especie de «escultura invisible» del artista. «Las ideas se relacionan con los objetos como las constelaciones con las estrellas», cita la crítica a Walter Benjamin para explicar cómo Carrillo construye una figura simbólica a partir de fragmentos. Cada pieza apunta hacia algo más grande, una entidad inasible: el artista como mito, como polvo de estrellas atrapado «en el trato del diablo», canta Joni Mitchell, recordada por Coffey.
En El lago, el trueno, el viento, Carrillo vuelve a las fuentes oraculares del I Ching, combinando hexagramas con numerología maya, retratos de Jung y representaciones de chakras. El espacio expositivo se transforma en un campo sutil para activar energías latentes en el cuerpo y en el inconsciente. La sabiduría ancestral, el cuerpo humano y los elementos naturales convergen en una propuesta que busca la armonía.
Labrys, un laberinto de siete circuitos construido con tierra, remite también a los siete vórtices energéticos. Su diseño plantea, más allá de una meta, un recorrido interior: «Nuestra idea de laberinto es mental, el diseño de Labrys soluciona de manera automática la meta», explica Carrillo. Es un camino de reconexión con la propia energía.
En otros proyectos, como 9 y Tercer ojo, la artista explora la cábala, la espiral de Fibonacci y la glándula pineal, entre otros códigos simbólicos. El número se vuelve energía, el patrón se vuelve mapa y el cuerpo se vuelve cosmos. El arte de Isa Carrillo es activación, no representación; su vocación es resonar con el universo, más que ilustrarlo.
Incluso en Ritual de la propia naturaleza, Carrillo utiliza romero para intervenir el pedestal vacío de Lenin, transformando el sitio en espacio de sanación. La herida histórica se recubre con vida vegetal. Lo político se purifica mediante lo energético. Lo ideológico se resignifica a través del aroma.
Rubén Méndez dice: «Isa Carrillo explora formas de conocimientos relegadas por la razón y realiza piezas que operan como signos cuya función implica la conexión de nuestra conciencia con otras formas similares pero desconocidas». Frente al colapso de las certezas científicas y al desencanto de la modernidad, su arte ofrece una visión del cosmos como entramado de símbolos y energías. Una cosmogonía personal que rehúye del método positivista para recuperar la intuición y lo sagrado.
En palabras de Borges: «El cosmos es el orden del universo, y el cosmético es el pequeño orden que el estilista […] nos impone». Isa Carrillo extiende ese gesto: transforma el arte en cosmético del alma, en un pequeño orden que, desde lo simbólico, vuelve a encantar el mundo.
Este texto fue elaborado por Víctor Ortiz Partida a partir de textos publicados en el sitio de la artista, www.isacarrillo.com, y las imágenes de su obra aparecen en Luvina por cortesía de la propia artista.
La práctica de la artista visual Isa Carrillo (Guadalajara, Jalisco, 1982) se centra en la exploración de sistemas simbólicos ancestrales que emplea como herramientas de desciframiento para acceder a dimensiones ocultas de la realidad. Sus técnicas han sido el bordado, la instalación, el dibujo y la investigación de archivo. Su obra más reciente, Espectros (2025), presentada en el Museo del Palacio de Bellas Artes como parte del programa Muralismo desbordado, establece un diálogo contemporáneo con el mural Liberación de Jorge González Camarena, excediendo sus límites visuales mediante el uso de textiles y prácticas oraculares. Estudió Artes Visuales en la Universidad de Guadalajara. Ha expuesto en espacios de México, Estados Unidos y Europa, como el Museo Cabañas, Museo de Arte de Zapopan, Museo Raúl Anguiano, Pomona College Art Museum, PROXYCO Gallery, Bass Museum of Art, Cuadro22, entre otros. Fue beneficiaria del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2020–2023 y ha participado en residencias artísticas en Escocia, Francia, Suiza y España.

Tela e hilo
300 × 70 cm
Foto: Noemí García
Cortesía del Museo Cabañas

Políptico (nueve piezas)
Textil e hilo
30 × 40 cm
Foto: Maj Lindström

Políptico (nueve piezas)
Textil e hilo
30 × 40 cm
Foto: Maj Lindström

Textil e hilo
140 × 100 cm
Foto: Luisa Fernanda Gutiérrez

Textil e hilo
140 × 100 cm
Foto: Luisa Fernanda Gutiérrez

Políptico de nueve bordados sobre tela e hilos teñidos a mano
Foto: Ramiro Chaves
Cortesía de la Bienal FEMSA

Políptico de nueve bordados sobre tela e hilos teñidos a mano
Foto: Ramiro Chaves
Cortesía de la Bienal FEMSA

Tríptico
Textil e hilo
35 × 35 cm
Foto: Jen Ries
Cortesía de la Galería CUADRO22

Aire, 2023
Telas
330 × 180 cm
Foto: Maj Lindström

Hilo y lana
18 piezas
50 × 50 cm Foto: Maj Lindström

Lápiz, papel, página de libro y visor de transparencias
50 × 30 cm (dibujo)
18 × 10 × 20 cm (visor de transparencias)
Foto: Maj Lindström
—