El joven compositor Kitano Hernández sorprende con su primer álbum de jazz. Sus creaciones, interpretadas por él mismo al piano y con la radiante colaboración de otros músicos en la trompeta, el saxofón, la guitarra, el trombón, el contrabajo, el bajo y la batería, conceden al oyente un sincero placer auditivo y, como el título del álbum lo indica, una sensación de intensa calma, bordada en la mayoría de los temas con maestría y plausible imaginación.
El disco compacto inicia con la trompeta que anuncia los primeros acordes de la célebre «Guadalajara», de Pepe Guízar, para luego dar paso al piano en una interesante deconstrucción sonora en el tema «Nueva Galicia». La belleza tímbrica del piano en su esencia protagonista anticipa ya el atractivo resultado global del álbum, orientado precisamente hacia un discurso original de apreciable lirismo.
En el segundo tema, titulado «En el parque», emerge la complicidad entre el piano y los instrumentos de aliento en un paseo placentero y divertido, entre lejanos efectos citadinos que enmarcan los verdes trazos de la calma y el abandono, esbozados por los saxofones en diversos trazos y dibujos; el piano nuevamente deambula libre y sereno, meditabundo y sonriente.
En «The Memory of Dust», la trompeta explora con sencillez un paisaje de luces y calles extraviadas en la madrugada. Sus originales suspiros dan libre paso a la guitarra en la diáfana búsqueda de recuerdos y emociones que vibran tras ventanas de bares y efímeras figuras femeninas. «Walkabout» invita a la batería, los saxofones, la trompeta y el bajo a un homogéneo discurso musical de impecable manufactura, caracterizada por una vigorosa juventud en que el jazz se presenta eterno. «(In)tensa calma» es una canción irredenta y conjugada con excelso diálogo instrumental, con destellos de virtuosismo y apacible espíritu camerístico. Inflexiones nostálgicas nos guían por doce minutos que quisiéramos que no concluyeran.
«C’est la vie» es una breve fiesta al amanecer con sus luminosos brillos azules, sin prisa ni culpabilidad, como si la noche no muriera jamás. Y, así, el piano brinda con la batería, con el saxofón, conversando acerca de antiguas aventuras, pasados errores y emotivos despertares. Aquí la sensación festiva no concluye, se mantiene álgida, radiante y feliz.
El penúltimo tema, titulado «Sábado nublado», posee cierta introspección que se metamorfosea en romántica poesía. La imaginación del compositor es de elevado lirismo, con una poesía sincera y delineada exquisitamente por la guitarra y el bajo. Al final, «Entropía» cierra con una demostración de disciplina en la que los instrumentos involucrados dialogan con autonomía y sensibilidad, con equilibrio y afinidad tímbrica.
Este álbum está dedicado a la mamá de Kitano Hernández, un obsequio distinguido y de sublime esencia. Extraordinaria colaboración artística en el actual panorama jazzístico mexicano, gracias al elevado talento de Kitano y sus espléndidos cómplices: Brandon Flores, José Luis Alemán, Emmanuel Valadez e Isaías Flores (trompeta), Sara Ventura (saxofón alto), Guillermo Valadez y Daniel Benítez (saxofón tenor), Fernando González y Daniel López (guitarra), Joaquín García Fregoso (bajo), Jorge Huerta y Armando Curiel (batería), Luis Fernando Hernández (trombón) y Carlos Vilches (contrabajo).