Hitopadesha
El Hitopadesha es una notable recopilación de historias cortas en sánscrito. El término Hitopadesha es un esfuerzo conjunto de dos términos, Hita (bienestar/beneficio) y Upadesha (consejo). Como sugiere el término, Hitopadesha es una colección de cuentos que aconsejan para el bienestar y el beneficio de todos. Impartiendo la moral y el conocimiento, el Hitopadesha es uno de los libros en sánscrito más leídos en la India. Sigue siendo un libro de cuentos para niños muy popular que realmente los ayuda a convertirse en adultos responsables y maduros.
Los indólogos del siglo xix atribuyeron el texto a Vishnu Sharma, un narrador y personaje que a menudo aparece en sus fábulas. Tras el descubrimiento del manuscrito más antiguo que se conoce, en las montañas nepalesas, los eruditos generalmente aceptan dos versículos finales como los que afirman a Narayana como el autor y a un rey llamado Dhavala Chandra como el patrocinador del texto. Como no se conoce ningún otro trabajo de ese autor, y dado que ese gobernante no se ha rastreado en otras fuentes, no sabemos casi nada de ninguno de ellos. Citar el trabajo es, por lo tanto, problemático.
La hija del sabio
Érase una vez un sabio que vivía a orillas de un río. El sabio y su esposa no tuvieron hijos. Estaban descontentos. Un día, cuando el sabio se dedicaba a la penitencia, un pajarito dejó caer una rata en su regazo. El sabio pensó que Dios podría haberle enviado esta rata. Pensó que, si la llevaba a su casa, la gente se reiría de él. Entonces decidió transformarla en una niña.
El sabio llevó a la niña a su casa. Al verla, la esposa del sabio preguntó: «¿Quién es ella? ¿De dónde trajiste a esta chica?». El sabio le narró toda la historia y dijo: «La regresaré a su forma original». Su esposa lo detuvo al instante: «Te lo ruego, por favor, no la conviertas en una rata. Le has dado la vida, entonces te has convertido en su padre. Como eres su padre, soy su madre. Dios debe de habérnosla enviado porque no tenemos hijos».
El sabio aceptó la petición de su esposa. Comenzaron a criar a la niña como su propia hija. Pronto, la niña se convirtió en una bella doncella. Cuando cumplió dieciséis años, la esposa del sabio decidió casarla. Le pidió a su esposo que le encontrara una pareja adecuada. Al sabio le gustó la idea y sugirió que el Dios Sol haría la mejor pareja para su hija. La esposa estuvo de acuerdo con esto, y el sabio oró al Dios Sol para que apareciera. Cuando apareció, el Sabio le pidió que se casara con su hija.
Pero la chica rechazó la idea y dijo: «¡Lo siento! No me puedo casar con el Dios Sol porque está ardiendo. Seré reducida a cenizas en su calor y su luz». El sabio se desilusionó al escuchar esto. Le preguntó al Dios Sol si podía sugerir un novio para su hija. El Dios Sol dijo: «El Señor de las Nubes podría ser una buena pareja para ella, ya que él es el único que puede detener fácilmente los rayos del Sol».
El sabio entonces oró al Señor de las Nubes para que se presentara y le pidió que se casara con su hija. Pero la chica una vez más rechazó la propuesta y dijo: «No quiero casarme con una persona oscura como él. Además de esto, me aterroriza el trueno que genera». El sabio se desanimó una vez más y le preguntó al Señor de las Nubes si podía sugerir un posible novio. El Señor de las Nubes dijo: «El Dios Viento puede ser, ya que fácilmente puede volarme».
El sabio entonces oró al Dios Viento para que se apareciera y le pidió que se casara con su hija. La hija declinó la idea y dijo: «No me puedo casar con una persona frágil como el Dios Viento, que siempre está revolcándose». Una vez más, el sabio se puso triste y le pidió al Dios Viento que sugiriera algo. El Dios Viento respondió: «El Señor de la Montaña es sólido y puede detener los duros golpes del viento con facilidad. Él puede hacer una pareja adecuada para su hija».
Según la sugerencia amable hecha por el Dios Viento, el sabio fue al Señor de la Montaña y le pidió que se casara con su hija. Pero la chica una vez más rechazó la propuesta y dijo: «No me puedo casar con el Señor de la Montaña porque tiene demasiado frío». Le pidió al sabio que encontrara un novio más suave para ella. El sabio buscó la sugerencia del Señor de la Montaña para lo mismo. El Señor de la Montaña respondió: «Un ratón hará una pareja perfecta para ella, ya que es suave y puede hacer agujeros en la montaña».
La hija aprobó la idea de casarse con un ratón. Además, estaba complacida con esta propuesta. El sabio dijo: «Éste es el destino. Viniste como una rata y estabas destinada a casarte con un ratón». Al decir esto, el sabio convirtió a la chica de nuevo en una rata. La rata se casó con un ratón y vivió feliz a partir de entonces.
Los cuentos Jataka
Los cuentos Jataka son una parte importante de la literatura budista, que representan antiguas encarnaciones de Buda, a veces como un animal —un ave— y, a veces, como un ser humano, el futuro Siddhartha Gautama. Originalmente escrito en pali, los cuentos Jataka han sido traducidos a diferentes idiomas en todo el mundo.
El poder de un rumor
Érase una vez que, en un bosque, una liebre descansaba debajo de un baniano. Tenía una intuición de fatalidad y pensó: «¿Qué me pasaría si la tierra se rompiera?». De repente, escuchó un extraño sonido sorprendente. Dijo: «Ha sucedido, la tierra se está rompiendo». Saltó y corrió locamente sin siquiera ver en qué dirección iba.
Cuando corría por el bosque, otra liebre la vio y le preguntó: «¿Qué pasó? ¿A dónde vas con tanta prisa?». La primera liebre gritó: «La tierra se está rompiendo. Es mejor que corras también». La segunda liebre corrió tan rápido que superó a la primera. Mientras pasaban por el bosque, ambas gritaron a otras liebres: «¡La tierra se está rompiendo. La tierra se está rompiendo!». Muy pronto, miles de liebres corrían por el bosque.
Al ver a las liebres corriendo por el bosque, los otros animales también se asustaron. La noticia se extendió de boca en boca y pronto todos llegaron a saber que la tierra se estaba rompiendo. No pasó mucho tiempo antes de que todos los animales se unieran a la carrera. Todas las criaturas, ya fueran reptiles o pájaros, insectos o animales de cuatro patas, todas intentaban escapar y sus gritos de miedo creaban caos por todas partes.
Un león de pie en una colina vio a todos los animales corriendo y pensó: «¿Cuál es el problema?». Bajó corriendo la colina rápidamente y se colocó frente a la multitud. Les gritó: «¡Alto! ¡Deténganse!». La poderosa presencia del león redujo la creciente ola de miedo entre los animales. Un loro gritó: «¡La tierra se está rompiendo!», posándose sobre una roca cerca de él. El león preguntó: «¿Quién lo dijo?». El loro respondió: «Lo escuché de los monos».
Cuando se les preguntó a los monos, respondieron que lo habían oído de los tigres. Cuando se les preguntó a los tigres, se descubrió que habían sido informados por los elefantes. Los elefantes dijeron que los búfalos fueron su fuente. Finalmente, cuando las liebres fueron atrapadas, se señalaron una a la otra hasta que se reconoció a la que comenzó a difundir la amenaza.
El león le preguntó a la liebre: «¿Qué te hizo pensar que la tierra se estaba rompiendo?». La liebre, vacilando por el miedo, respondió: «Su Majestad, la escuché resquebrajarse con mis propios oídos». El león investigó el asunto y buscó el sonido que la liebre había escuchado. Finalmente, llegó a saber que el sonido había sido causado por un gran coco que caía de un árbol. El coco cayó sobre una pila de rocas, causando un pequeño derrumbe.
El león les dijo a todos los animales: «Vuelvan a sus casas. La tierra es absolutamente segura. La próxima vez, verifiquen un rumor antes de actuar sobre él». Los animales, que ahora parecían bastante estúpidos, regresaron a sus hogares.
Shakuntala
Shakuntala es la esposa de Dushyanta y la madre del emperador Bharat. Su historia es narrada en el Mahabharata y dramatizada por muchos escritores; la adaptación más famosa es la obra de Kalidasa AbhijñÄnaÅ›Äkuntala (El signo de Shakuntala).
Rishi Kanva la encontró en el bosque como un bebé rodeado de pájaros shakunta. Por lo tanto, la llamó Shakuntala, que significaba shakunta (protegida).
En el Adi Parva del Mahabharata, Kanva dice: «Ella estaba rodeada en la soledad del desierto por shakuntas, / por lo tanto, ha sido nombrada por mí Shakuntala (protegida por Shakunta)».
Shakuntala
El rey Dushyanta era un gran guerrero, muy guapo y de excelente carácter. Un día, cuando estaba cazando en el bosque, se encontró con un hermoso jardín. Todos los animales estaban en paz ahí y había una atmósfera de gran tranquilidad. El aire estaba lleno de una fragancia embriagadora. Al ver esto, el rey quedó maravillado y sintió curiosidad de saber quién era el dueño. Mientras vagaba por este jardín celestial, se encontró con una doncella. Esta doncella, cuya belleza rivalizaba con la de las apsaras (ninfas divinas), era la hija adoptiva del sabio Kanva. La historia de su nacimiento es bastante peculiar.
El sabio Vishwamitra, que era un rey antes de renunciar a su reino y había retomado su actual vocación, una vez se entregó a penitencias particularmente severas. Indra, el rey de los cielos, estaba preocupado al ver esto. Sintió que Vishwamitra estaba planeando algún acto que sería perjudicial para los devas. Llamó a la más hermosa de sus apsaras, Menaka, y le ordenó que fuera a la ermita del sabio y utilizara todos los medios a su alcance para interrumpir sus penitencias.
Obedeciendo la orden de su rey, la ninfa fue a la tierra, al lugar donde Vishwamitra estaba realizando su penitencia. Ella tomó la ayuda de Kama, el dios del amor, y creó un hermoso jardín y una atmósfera de primavera alrededor de la ermita. Después de esto comenzó a bailar, y la música divina la acompañó. Después de un tiempo, la música empezó a filtrarse en la conciencia del sabio. Estaba lleno de un extraño deseo y ya no podía concentrarse en su penitencia. Abrió los ojos y vio una visión en rojo, Menaka bailando sensualmente, con una melodía celestial. Inmediatamente la pasión comenzó a arder en su mente, y deseó a esta mujer, cuando nunca antes había deseado algo en su vida. La estratagema de Indra había tenido éxito: la penitencia de Vishwamitra fue interrumpida.
El sabio y la ninfa pasaron muchos meses juntos, complaciéndose en sus deseos. Con el tiempo, una hermosa hija nació para ella. Llamaron a la niña Shakuntala. Ambos padres estaban inquietos. Menaka quería regresar al lugar que le correspondía en la corte de Indra y el sabio quería retomar sus interrumpidas austeridades. Por este tiempo, el sabio Kanva visitó la ermita. Shakuntala se quedó con él para ser criado como su hija y sus padres se fueron para continuar con sus deberes.
Tal era la historia de cómo Shakuntala llegó a vivir en la ermita del sabio Kanva. Ella heredó la inteligencia de su padre y la belleza de su divina madre. No era de extrañar que Dushyanta se enamorara de ella instantáneamente al contemplarla. Una vez que Dushyanta llegó a saber quién era, empezó a dirigirse a ella así: «Oh, doncella. Tu belleza brilla como la de Chandra en el día de luna llena. Si es posible, eres incluso más hermosa que tu madre. He caído desesperadamente enamorado de ti. Por favor consiente en ser mi esposa».
Shakuntala estaba llena de admiración por este rey, porque debe recordarse que Dushyanta era un guerrero guapo. Sin embargo, ella no consentiría en ser su esposa de inmediato. Ella dijo: «Oh, rey. En este momento mi padre Kanva está lejos de esta ermita. No volverá aquí durante muchos meses. Antes de proponerle matrimonio a una niña, el consentimiento de su tutor es esencial. Por lo tanto, no me presiones para que dé una respuesta a tu propuesta ahora. Vuelve más tarde y solicita el consentimiento de mi padre para dirigirte a mí».
Dushyanta no pudo soportar la idea de esperar tanto tiempo antes de casarse con ella. Nunca se había acostumbrado a esperar nada en su vida. Intentó convencerla de un matrimonio instantáneo. Dijo: «Oh, Shakuntala, es cierto que la práctica común es buscar el consentimiento de los guardianes antes del matrimonio; sin embargo, en circunstancias extraordinarias, las Escrituras permiten un gandharva vivaha, en el que dos personas que se aman se casan entre sí con testigos. Se ha recurrido con frecuencia a esa práctica en los casos en que no se puede contactar a los tutores de inmediato para conocer su opinión. Por favor, no me atormentes, vamos a casarnos inmediatamente, ya que no puedo pensar en una vida sin ti».
Así que Shakuntala permitió que la convencieran de casarse con el rey inmediatamente, muy en contra de su mejor juicio. El amor ardiente debió de ser su única excusa, ya que no se habría perdido nada al esperar unos meses para que su padre regresara y el matrimonio se llevara a cabo de acuerdo con el modo común. Se casaron, con sólo las criaturas del bosque como testigos. El rey y Shakuntala pasaron un mes muy agradable allí en la ermita. Ya era hora de que Dushyanta regresara a su reino, pues no había dejado una palabra acerca de dónde se lo podía encontrar. Quería llevar a su esposa junto con él.
Sin embargo, Shakuntala no pudo consentir esto. Ella dijo: «Mi padre volverá muy pronto. Si no estoy en la ermita para darle la bienvenida, estará muy preocupado. Dado que nuestro matrimonio se realizó muy simplemente, es justo que llegues en forma, acompañado por tu séquito, para llevar a tu novia a tu hogar. Regresa a tu reino ahora, pero vuelve pronto y llévame a tu reino».
Dushyanta estuvo de acuerdo en que éste era un buen plan y regresó a su país. Antes de ir, le dio su anillo de sello, como muestra de su afecto. Mientras tanto, Shakuntala no podía apartar al rey de su mente. Pasó todo el tiempo meditando, esperando el momento en que Dushyanta regresara y la llevara a su reino. Estaba tan distraída que incluso dejó de atender su jardín favorito, donde se había encontrado con el rey por primera vez. Mientras estaba en este estado de ánimo, el sabio Durvasa vino a visitar a su padre. No encontró a nadie en la ermita, ya que Shakuntala había empezado a vagar por el bosque todo el día. El sabio finalmente la encontró sumida en sus pensamientos, bajo un baniano. Sabía quién era ella, ya que no era su primera visita a la ermita. Él le preguntó dónde estaba Kanva. Tan grande fue la abstracción de Shakuntala en sus propios asuntos, que ni siquiera notó que el sabio le estaba hablando. De hecho, ni siquiera notó su presencia. Después de repetir sus preguntas muchas veces, Durvasa se enojó mucho. Era un sabio de temperamento bastante corto, notorio por sus maldiciones pronunciadas con ira. Maldijo a Shakuntala así: «¡Ya que estás abstraída en tus pensamientos, que aquél en el que estás pensando olvide tu propia existencia!».
Su voz resonante mientras pronunciaba la maldición sacudió a Shakuntala de su abstracción. Humildemente le pidió perdón y le pidió que anulara la maldición. Le dijo con lágrimas que no había notado su llegada, ya que estaba pensando en su marido. Finalmente, el sabio cedió. No pudo anular por completo la maldición, y la enmendó para que Dushyanta no la olvidara permanentemente, sino sólo temporalmente. Después de esto, el sabio se despidió. Algún tiempo más tarde, el sabio Kanva regresó a su ermita. Shakuntala le relató todos los incidentes que ocurrieron durante su ausencia, incluido su matrimonio con Dushyanta y la maldición de Durvasa. Kanva estaba preocupado por la maldición, pero se consoló con el reflejo de que sólo era temporal.
Pasaron unos meses y Shakuntala descubrió que estaba embarazada. Kanva decidió que era hora de ir al reino de su marido, ya que el heredero al trono debería nacer en el país de su padre. Encontró un grupo de brahmanes que planeaban visitar el reino de Dushyanta. Les pidió que escoltaran a su hija adoptiva con su marido. Todo el grupo comenzó su viaje. Shakuntala siempre llevaba el anillo de sello que Dushyanta le había dado en su dedo anular. Mientras viajaban, se estaban bañando en un río, y su anillo se deslizó de su dedo y fue arrastrado por el río. Estaba muy molesta, ya que era lo único que tenía como recuerdo de su marido. Ella no había aceptado ningún otro regalo de él.
Los brahmanes la acompañaron a la corte de Dushyanta. Por supuesto, la maldición de Durvasa había entrado en vigencia para entonces y él no la reconoció en absoluto. Él le dijo: «Oh, doncella, ¿quién eres tú? ¿Qué es lo que buscas de mí? ¿Has sufrido alguna injusticia en mi reino? De ser así, me ocuparé de que se haga justicia».
Shakuntala estaba muy sorprendida. «Oh rey, ¿no me reconoces? No he cambiado tanto en estos seis meses que hemos estado separados. Hace siete meses me conociste en el bosque, cerca de la ermita de Sage Kanva. Usaste palabras de cariño conmigo y me pediste que fuera tu esposa. A pesar de que te pedí que esperaras a que mi padre regresara, me convenciste de que me casara contigo de inmediato. Nos casamos de acuerdo con los derechos del gandharva vivaha. Volviste a tu reino, prometiendo regresar pronto y llevarme a mi lugar correcto como tu reina. Ahora ni siquiera me reconoces. ¿Es ésta la práctica de los reyes? Acéptame como tu esposa, tu reina».
Por supuesto, Dushyanta no recordaba nada de esto. Él pensó que ella era una impostora, y se enojó mucho. «Oh, doncella. Tu forma justa no coincide con la astucia de tu mente. Nunca te había visto antes. Tu audacia al afirmar que me casé contigo no tiene paralelo. Tu estratagema no tendrá éxito. Puedo ver que estás embarazada. Estás intentando imponerme ese hijo, después de haber perdido tu virtud ante otra persona. ¡Vete de mi presencia, antes de que cambie de opinión para ejecutarte por tus acusaciones infundadas!».
Al escuchar las duras palabras pronunciadas por el rey, Shakuntala se desmayó. Cuando despertó, ardiendo con justa ira, dijo: «Oh, rey, pensaste que cuando hiciste tu promesa no hubo más testigos que nosotros dos. Olvidas que Mitra, Varuna y otros dioses son siempre testigos de una promesa. Por alguna razón mejor conocida por ellos, los devas no vienen a mi rescate. Debiste haber sido derrotado, cuando hablaste esas palabras duras y rompiste tu promesa. Los dioses siempre castigarán al que rompa los juramentos. No me quedaré un instante en este lugar donde he sido insultada así».
Al escuchar sus palabras, Dushyanta se llenó de asombro; sin embargo, no la recordaba del todo, y se mantuvo firme en su negativa. Los brahmanes que habían acompañado a Shakuntala la consolaron y la llevaron de vuelta a la ermita de su padre. Kanva vio que todavía quedaba mucho tiempo por recorrer antes de que la maldición de Durvasa siguiera su curso, consoló a su hija y le aconsejó que aceptara su destino. Él le aseguró que su futuro estaría lleno de felicidad que pasaría en compañía de su esposo y su hijo, y que los tiempos oscuros actuales pasarían.
A su debido tiempo, Shakuntala tuvo un hijo varón. Él había heredado la belleza de su madre y su valor de su padre. Kanva lo llamó Bharata. Pasaron diez años, durante los cuales el niño creció hasta convertirse en un niño. Kanva le enseñó las Escrituras y el dharma (el camino de la verdad). Además de esto, como corresponde a un príncipe, le enseñaron el uso de las armas, y destacó particularmente con el arco.
El anillo de sello que había sido arrastrado por el río yació en el fondo durante mucho tiempo. Por fin, fue tragado por un pez. Este pez fue atrapado en la red de un pescador en el reino de Dushyanta. Cuando abrió el pescado para cocinarlo, encontró el anillo dentro. Inmediatamente reconoció el anillo de sello de su rey, y lo llevó a la corte. Cuando Dushyanta lo vio, la maldición de Durvasa se levantó. Inmediatamente recordó a Shakuntala. Estaba muy afligido, porque ella había venido a su encuentro, sólo para ser insultada en su corte. Decidió buscarla y disculparse por su conducta, y pedirle que fuera su reina. Conocía el bosque en el que había conocido a Shakuntala, pero no pudo recordar la ubicación exacta del jardín en el que la conoció. Fue solo, sin su séquito, y pasó muchos días en el bosque, en busca de la ermita de Kanva.
Buscó comida en este bosque. Un día vio un gordo jabalí en el bosque. Lo persiguió y finalmente logró derribarlo con sus flechas. Al mismo tiempo, otro cazador también había disparado sus flechas contra el mismo jabalí. Ambos llegaron al jabalí al mismo tiempo. El Rey estaba muy sorprendido de que el otro cazador fuera un niño de diez años. Por supuesto, éste no era otro que su hijo, pero naturalmente el rey no lo reconoció. Ambos comenzaron a discutir, alegando que el jabalí era suyo. La discusión se volvió violenta y el niño desafió al rey a combatir. El rey dudó, ya que no era apropiado que un guerrero tan famoso luchara contra un simple niño. Sin embargo, cuando Bharata lo acusó de cobardía, se enojó mucho y aceptó el desafío. Muy rápidamente, una vez que comenzó la batalla, Dushyanta se dio cuenta de que, aunque sólo tenía diez años, su oponente era un guerrero consumado. El rey estaba muy presionado para contrarrestar el asalto del niño. La batalla se prolongó durante horas, pero al final, el rey fue derrotado y hecho prisionero. Según las reglas de combate individual de aquellos tiempos, se convirtió en esclavo del vencedor. El niño lo llevó a su casa, que era la ermita de Kanva. Allí, el rey se encontró con Shakuntala y se dio cuenta de que su conquistador no era otro que su hijo. Hubo una reunión muy feliz, con el rey pidiendo perdón al sabio y a su esposa por los eventos que habían tenido lugar en su corte. Ambos lo perdonaron de inmediato, ya que era irreprochable en este asunto, la maldición de Durvasa era la causa de su comportamiento.
Dushyanta regresó a su reino, acompañado por su esposa y su heredero. A su debido tiempo, abdicó al trono a favor de su hijo. Bharata gobernó por un largo tiempo. Conquistó a todos los reyes del mundo y los puso a todos bajo su control. Desafortunadamente, aunque tuvo muchos hijos, no encontró a ninguno de ellos digno de gobernar el reino después de él.
Panchatantra
El Panchatantra (Cinco Tratados) es una antigua colección india de fábulas de animales en sánscrito. El autor del texto es desconocido, pero ha sido atribuido a Vishnu Sharma en algunas recensiones y a Vasubhaga en otras. El Panchatantra es una serie de interrelaciones, fábulas tejidas, muchas de las cuales despliegan metáforas de animales antropomorfizados con virtudes y vicios humanos.
Además de una breve introducción, consta de cinco partes. Cada parte contiene una historia principal, que a su vez contiene varias historias «embozadas» en ella, ya que un personaje narra una historia tras otra.
El mono y el cocodrilo
Había un árbol de jamun (baya negra) en la orilla de un río, que estaba lleno de dulces frutos durante todo el año. Este árbol era el hogar de un mono llamado Raktamukha. Solía ​​pasar sus días felizmente jugando y saltando, y solía comer las dulces frutas.
Un día, un cocodrilo llamado Karalamukha salió del río para descansar un poco debajo del árbol. Cuando Raktamukha lo vio desde el árbol, dijo: «Oh, cocodrilo, este árbol es mi hogar y has venido a este árbol a descansar. Esto te convierte en mi invitado. Por favor, acepta algunas frutas».
Raktamukha tomó muchas frutas y las tiró en la boca del cocodrilo. Karalamukha amaba las dulces frutas y se hizo amigo de Raktamukha. Karalamukha se fue en la noche después de agradecer la generosidad del mono.
Karalamukha comenzó a venir al árbol todos los días, y se hicieron buenos amigos. Hablaban durante mucho tiempo y disfrutaban de comer las dulces frutas juntas.
Un día, Karalamukha le dijo a Raktamukha que quería tomar algunos de las frutos del jamun para que su esposa conociera su dulzura. Entonces, el mono tomó felizmente más frutas para que el cocodrilo las llevara a casa.
Karalamukha las tomó y se las ofreció a su esposa, y narró la historia de su amistad con el mono que vivía en el árbol. La esposa del cocodrilo estaba encantada de comer esos dulces frutos. Dijo: «Oh, querido, estos frutos son tan dulces como el néctar. Si el mono los come todos los días, me pregunto si será aún más sabroso. Trae el corazón del mono para mí».
Karalamukha estaba asombrado al escuchar esto. Dijo: «Querida, no puedo matar ni engañar al mono para obtener su corazón. Es mi amigo. Es injusto pensar en tal cosa».
Pero su esposa le suplicó por el corazón del mono. Cuando no pudo convencer al cocodrilo de que lo hiciera por ella, dejó de comer e insistió en que preferiría morir si el cocodrilo se negaba a hacer lo que deseaba.
Karalamukha no tuvo más remedio que sucumbir a sus deseos. Aunque estaba triste, ideó un plan para atrapar a su amigo y fue con Raktamukha.
Él dijo: «Oh, amigo, mi esposa ama mucho los frutos y le conté a mi esposa sobre nuestra amistad. Ahora está ansiosa por conocerte. Está enojada conmigo por no presentarte con ella antes. Por lo tanto, te ha invitado a nuestra casa para la cena. Acepta nuestra invitación».
El mono aceptó de inmediato, pero ¿cómo podía ir a la casa del cocodrilo? No podía nadar. El cocodrilo dijo: «Siéntate en mi espalda y te llevaré a mi casa».
Y entonces Raktamukha se sentó en Karalamukha y entraron al agua del río. Karalamukha lo llevó a aguas más profundas, donde planeaba matarlo. Raktamukha se asustó mucho con tanta agua a su alrededor. Le suplicó a su amigo que se moviera lentamente.
En este momento, el cocodrilo sabía que había tenido éxito en su plan y tenía al mono totalmente bajo su control. Pensó que no era posible que escapara, por lo que reveló su plan: «Oh, mono, la verdad es que te llevo a hacer feliz a mi esposa. Ella desea comer tu corazón. Ella cree que su gusto debería ser aún mejor que los frutos jamun que tienes todo el tiempo».
Al escuchar esto, Raktamukha se sorprendió. Pero no entró en pánico. En lugar de eso, dijo ingenuamente: «Oh, amigo, ¿por qué no dijiste eso antes? Sería mi privilegio si pudiera servir a tu esposa con mi corazón. Eres un buen amigo, y deberías haberme dicho antes. He dejado mi corazón en el árbol jamun. Regresemos y traeré mi corazón de inmediato».
El tonto cocodrilo le creyó y se dio la vuelta. Karalamukha llevó a Raktamukha al árbol creyendo que el mono debía sacar su corazón del árbol. Pero tan pronto como Raktamukha saltó de la espalda del cocodrilo, trepó al árbol y se sentó en una rama alta. Finalmente se había salvado del malvado plan del cocodrilo.
Karalamukha quería saber: «¿Qué está causando este retraso? Se está haciendo tarde y mi esposa está esperando». Raktamukha respondió: «Oh, amigo mío, ¿cómo puede uno sacar su propio corazón y guardarlo en el árbol? Me engañaste para matarme, y a cambio te engañé para salvarme. Deja que esto sea una lección para ti por ser tan infiel. Vete y nunca vuelvas».
El cocodrilo supo que había sido engañado, y se sintió avergonzado por sus acciones. Se fue.
Puranas
Los Puranas están repletos de historias morales en las que se busca destruir el Mal y vindicar la Virtud. Describen incidentes relacionados con avatares, devas, vamshas, r​eyes, rishis, demonios y la humanidad en general. El mensaje subrayado en todos los Puranas es que todas las especies en la Creación del Señor —ya sean devas o demonios, la humanidad u otros seres vivientes— están obligados por el principio básico, i. e., una siembra como cosecha. El propio karma o acción se decide por la acción previa en el ciclo interminable de nacimientos y muertes. Esta acción actual de cualquier ser da forma al futuro karma. La fuerza suprema crea Maya o Ilusión, e influenciada por Tri Gunas, o las Tres Características de la Naturaleza de Satva-Rajas Tamas, Maya decide todas y cada una de las acciones o la causa que conduce a la reacción o al efecto. Por lo tanto, la moralidad es el punto crucial y el comportamiento es la piedra angular de todos los seres, con especial referencia a los seres humanos. Veda Vyasas escribió dieciocho Puranas principales, además de varios Upa-Puranas. Los principales Puranas son Brahma Purana, Brahma Vaivarta Purana, Brahmanda Purana, Bhagavata Purana, Vishnu Purana, Matsya Purana, Kurma Purana, Varaha Purana, Vamana Purana, Shiva Purana, Linga Purana, Skanda Purana, Markandeya Purana, Agni Purana, Narada Purana, Padma Purana, Bhavishya y Garuda Purana. Algunos de los Upa-Puranas prominentes incluyen Deva Bhagavata, Narasimha, Vayu, Sthala y Nilamata Puranas.
Vamana Avatar
(Vamana significa enano en sánscrito. El Señor Vishnu tomó el avatar de un niño brahmán enano para salvar al mundo una vez más de los asuras).
El rey Bali era nieto de Prahalada, a quien el Señor Vishnu había salvado de su padre Hiranyakashyapa en el avatar de Narasimha. Bali fue sabio y buen rey, gobernó tan bien que todas las personas en la tierra fueron más felices bajo su gobierno. Aunque era un asura, gobernó siguiendo el dharma.
Bali le rezó al Señor Brahma para obtener una bendición a fin de convertirse en un buen rey y mostrarle al mundo que los asuras también pueden ser buenos, y para permanecer invicto en cualquier batalla contra cualquier oponente.
Debido a que Bali fue un rey justo, el Señor Brahma lo bendijo.
Bali, después de eso, comenzó a expandir su imperio y derrotó al dios Indra y tomó el control del cielo y comenzó a gobernar todos los mundos pacíficamente.
El gurú de Asura, Shukracharya, sugirió a Bali que debería realizar «cien ashwamedha yagna» (sacrificios) para que su lugar fuera permanentemente el del rey de todos los mundos.
Bali ordenó los preparativos para ello.
Indra estaba muy triste, ya que Bali estaba ganando popularidad y perdió su cielo. La madre de Indra, Aditi, vio a sus hijos apurados y rezó al Señor Vishnu.
Cuando Vishnu apareció ante ella, le pidió a Vishnu que naciera como su hijo y terminara con el rey Bali.
El Señor Vishnu dijo: «El rey Bali es un hombre justo y está destinado a convertirse en el rey de todos los mundos, pero debido a que has orado por mí y me has pedido este favor, muy pronto naceré como tu hijo y haré lo que tú has deseado».
Después de un breve periodo, Aditi estuvo embarazada del Señor Vishnu y dio a luz a un bebé que creció hasta convertirse en un joven apuesto, pero muy pequeño para su edad; era muy inteligente y se llamó Vamana.
Para cuando Vamana llegó a la edad de cinco años, el rey Bali realizó noventa y nueve ashwamedha yagna y sólo uno más lo convertiría en el rey de los mundos.
La ceremonia del hilo de Vamana se realizó a la edad de cinco años y salió a hacer viksha (mendigar) como parte del ritual y llegó al lugar donde Bali estaba representando el centésimo yagna.
Al ver al niño radiante en el yagna, Bali se levantó y se acercó a él. Shukracharya inmediatamente reconoció a Vishnu y le advirtió a Bali que no se le acercara, pero Bali se sintió atraído por él y fue hacia él.
Bali le dijo al niño: «Me siento honrado de tenerte aquí en el yagna, doy limosna a cualquiera que venga a verme hoy, por favor pregúntame qué deseas tener».
Antes de que Vamana pudiera hablar, Shukracharya interrumpió a Bali y lo llevó a un lado y le dijo que su Señor Vishnu había venido en la forma de un brahmán y lo destruiría si le concedía algo.
Bali estaba feliz de saber que era su dios quien había venido a él y le pidió que le diera algo; nada podría ser más satisfactorio y más precioso para él en su vida.
Sin preocuparse por la advertencia de su gurú, Bali fue a ver a Vamana y le pidió que deseara lo que quisiera.
Vamana sonrió a Bali y dijo: «Sólo necesito tres pasos de tierra medidos por mis pies».
Bali se divirtió con ese simple deseo y dijo: «Te concedo lo que pediste».
Tan pronto como Bali lo dijo, Vamana comenzó a crecer en tamaño y siguió creciendo a tal tamaño que cubrió toda la tierra con un paso, el cielo con otros pies y no quedó nada para poner sus pies en el tercer paso prometido.
Vamana preguntó dónde pondría los pies para el tercer paso. Bali, impresionado por el poder del Señor Vishnu, lloraba y le decía: «Te ofrezco mi cabeza para pisar». Vamana sonrió y puso sus pies en la cabeza de Bali y lo empujó hacia patala (subterráneo).
Todos los dioses estaban felices con el evento y se apoderaron del cielo otra vez.
Mahabharata
El Mahabharata es una epopeya que comprende cien mil estrofas divididas en dieciocho libros, o parvas. La historia épica representa una exploración extendida de las responsabilidades establecidas por el código de dharma. Además de narrar un cuento heroico, el Mahabharata contiene una colección de escritos sobre un amplio espectro de aprendizaje humano, que incluye ética, derecho, filosofía, historia, geografía, genealogía y religión. También presenta una serie de leyendas, historias morales y cuentos locales, todos entrelazados en una narrativa elaborada. Tradicionalmente, la autoría del Mahabharata se atribuye a Vyasa.
La historia Mahabharata
El rey Santanu se casó con una mujer que encontró junto al río. Tuvieron muchos hijos y ella los ahogó a todos. El rey la detuvo derribando al último niño. Luego dijo que era una diosa y que este niño era un dios, pero tuvo que permanecer en la tierra como castigo por robar una vaca sagrada en una vida pasada. El niño se llamaba Devavratha, pero era conocido como Bhishma.
La diosa regresó a donde sea que vayan las diosas, y el rey continuó gobernando. Un día se enamoró de una mujer; su nombre era Satyavathi. El rey Santanu le preguntó a su padre si podía casarse con ella, y él dijo que sí, pero sólo si los hijos de Satyavathi heredaban, dejando al pobre Bhishma. Bhishma fue realmente genial con esto y dijo que permanecería célibe para que nunca tuviera hijos. Por lo tanto, el rey Santanu y Satyavathi se casaron. Tuvieron dos niños: uno no tuvo hijos y murió en la batalla, y otro, Vichitravirya, creció hasta la edad adulta y se casó con dos mujeres, Ambika y Ambalika. Pero antes de que cualquiera de sus esposas tuviera hijos, Vichitravirya murió y no mucho después el rey Santanu también murió. Por lo tanto, el único miembro sobreviviente de la familia era Bhishma, que había hecho un voto de celibato y se negó a romperlo.
Lo que la reina Satyavathi no le había dicho a nadie era que antes de casarse había nacido de un pez y había tenido un encuentro con un sabio y dio a luz a un hijo llamado Vyasa. Entonces, aunque Vyasa no era exactamente el heredero, todavía podía heredar. Todos acordaron que Vyasa debería dormir con las dos esposas de Vichitravirya y los niños heredarían. Ambika dio a luz a un niño llamado Dhritarashtra. Él era agradable y habría llegado a ser rey, pero nació ciego. Mientras tanto, la otra esposa de Vichitravirya se unió a Vyasa y dio a luz a un niño llamado Pandu.
Dhritarashtra, siendo ciego, se da cuenta de que realmente no puede gobernar, por lo que le da su reino a su hermano Pandu. Es un tipo muy agradable y le encanta cazar. Un día sale a cazar y mata a un ciervo mientras está en el medio del «juego del amor». Resulta que no es un ciervo común sino un dios, quien maldice a Pandu y dice esencialmente que «ya que me interrumpiste, voy a ensuciarme contigo». La maldición dice que si tienes relaciones sexuales morirás. Pandu no tiene hijos en este momento, pero tiene dos esposas: Kunthi y Madri. Él decide que no puede gobernar, por lo que él y sus esposas pasan el rato en el bosque.
Un día Kunthi (la primera esposa de Pandu) llama al dios del sol. Él realmente aparece. Ella da a luz a un niño que nombra Karna, pero lo envía río abajo en una canasta. Es descubierto y criado por un soldado y su esposa. Vuelve más tarde como una fuerza a tener en cuenta. Pandu piensa que tal vez las cosas funcionarán para él si juega el sistema. Él le dice a Kunthi que tiene relaciones con otros dioses para tener hijos. Kunthi se lleva a Yama (dios de la muerte y la justicia) y ella da a luz a Yudhishthira. Luego se une con Vayu (dios del viento) y tiene a Bhimasena. Finalmente hace la escritura con el dios Indra y da nacimiento a Arjuna. Mientras tanto, la segunda esposa de Pandu, Madri, atrae a los dioses Aswins y tiene a los gemelos Nakua y Sahadeva. Todos son niños, todos son increíbles y son colectivamente conocidos como los Pandavas.
Pandu simplemente no puede resistir sus impulsos e intenta tener sexo con su esposa Madri. Él muere en sus brazos y ella se arroja. Kunthi (la otra esposa de Pandu) lleva los niños al hermano ciego de Pandu, Dhritarashtra, para que puedan ser criados para heredar. Mientras tanto, Dhritarashtra se casó con la princesa Gandharai y se convirtió en un rey ciego. Gandharai se venda los ojos Ella simpatiza con su ceguera y nunca vuelve a ver. Mientras Pandu estaba afuera en el maderas con sus dos esposas evitando el sexo, Dhritarashtra se convirtió en rey, y él y Gandharai tuvieron cien hijos Estos hijos no son buenos chicos y pelean con sus primos todo el tiempo. El más viejo de estos niños se llama Duryodhana y es un verdadero malvado. Esta colección de niños es llamada Kauravas.
Todos los ciento cinco niños son atendidos por Bhishma, quien está constantemente tratando de entrenarlos.
Los hermanos malvados tenían envidia de su primo Yudhishthira y comenzaron a maquinar destronarlo. Su primer intento de matar a los Pandavas fue quemándolos dentro de un palacio. Los Pandavas lograron escapar, pero luego los malvados hermanos una vez más intentaron ganar control. Uno desafió al hermano mayor, Yudhishthira, a un juego de dados que llevó a Yudhishthira a perder todo, incluso su esposa y la de sus hermanos, Draupadi. Él, junto con sus hermanos y su esposa Draupadi, fueron exiliados del reino. Por doce años tuvieron que vivir en el bosque y en el decimotercer año debieron esconderse en una ciudad, disfrazados. Fue durante esos trece años que los hermanos crecieron para aprender cómo era vivir con lo mínimo y adquirir más conocimiento. Después, el decimotercer año, Duryodhana decidió que lucharía contra ellos, lo que llevó a una gran guerra y a la muerte de muchos. Muchos murieron por ambos lados, y después de la guerra, se dio cuenta de que nada se ganó realmente.
La figura más dramática de todo el Mahabharata, sin embargo, fue Krishna, quien fue la personalidad suprema de Dios mismo, descendió a la tierra en forma humana para restablecer a sus devotos como cuidadores de la tierra y que practicaron el dharma. Krishna era el primo de ambas partes, pero era amigo y consejero de los Pandavas, se convirtió en el cuñado de Arjuna, y sirvió como mentor y auriga de Arjuna en la Gran Guerra. Krishna se retrata varias veces como ansioso por ver la guerra y en muchas formas en que los Pandavas fueron sus instrumentos humanos para cumplir ese fin. A lo largo de sus vidas y la terrible Gran Guerra, hubo ejemplos de lagunas éticas entre hombres que nunca fueron resueltas. A raíz de la guerra, Yudhishthira sólo estaba terriblemente preocupado, pero su sentido de la injusticia de la guerra persistió hasta el final del texto. Esto fue a pesar del hecho de que todos los demás, desde su esposa hasta Krishna, le dijeron que la guerra fue correcta; incluso el moribundo patriarca, Bhishma, le habló extensamente sobre todos los aspectos de la Buena Ley (los deberes y responsabilidades de los reyes).
En los años que siguieron a la Gran Guerra, los únicos supervivientes por parte de los Kauravas, los padres de Duryodhana, el rey Dhritarashtra y su reina, Gandharai, vivieron una vida de ascetismo en un retiro forestal y murieron con calma yóguica en un incendio forestal. Kunti, la madre de los Pandavas, estaba con ellos también. Krishna se fue de esta tierra treinta y seis años después la Gran Guerra. Cuando supieron esto, los Pandavas creyeron que era hora de que ellos dejaran este mundo también y se embarcaron en el «Gran Viaje», que involucró caminar al norte hacia la montaña polar que está hacia los mundos celestiales, hasta que el cuerpo de uno cayó muerto. Uno por uno, comenzando con Draupadi, los Pandavas murieron en el camino hasta que Yudhishthira se quedó solo con un perro que lo había acompañado desde el principio. Yudhishthira llegó a las puertas del cielo y allí se negó a obedecer la orden de conducir el perro de vuelta; en ese momento el perro se reveló como una forma encarnada del dios Dharma (el dios que era el padre real y físico de Yudhishthira), que estaba allí para probar la virtud de Yudhishthira. Una vez en el cielo, Yudhishthira se enfrentó a una prueba final de su virtud: le dijeron que sus hermanos estaban en el infierno. ¡Insistió en unirse a sus hermanos en el infierno, si ese fuera el caso! Entonces se reveló que estaban realmente en el cielo, que esta ilusión había sido una prueba final para él.
Ramayana
La epopeya, tradicionalmente atribuida al sabio hindú Valmiki, narra la vida de Rama, el legendario príncipe del Reino de Kosala. El Ramayana es una de las epopeyas antiguas más grandes de la literatura mundial. Consiste en casi veinticuatro mil versos (en su mayoría establecidos en el medidor Shloka), divididos en siete Kandas (libros) y alrededor de quinientas sargas (capítulos). En la tradición hindú, se considera el adi-kavya (primer poema). Representa los deberes de las relaciones, retratando personajes ideales como el padre ideal, el sirviente ideal, el hermano ideal, la esposa ideal y el rey ideal. El Ramayana fue una influencia importante en la poesía sánscrita posterior y en la vida y la cultura hindúes.
La historia Ramayana
Había una vez un rey llamado Dasaratha, que solía gobernar la provincia de Ayodhya. Al no tener problemas, decidió realizar un gran sacrificio para engendrar un hijo. Como resultado de esto, le entregó una fruta para dar a sus esposas para que tuvieran un hijo. El rey Dasaratha la dividió por igual entre Kausalya, la esposa mayor, y Kaikeyi, su reina favorita. Pero tanto Kausalya como Kaikeyi amaban a la reina Sumitra. Así que cada una de ellas le dio la mitad de sus porciones a Sumitra y, a su vez, las reinas dieron a luz a cuatro príncipes: Kausalya al mayor, Rama; Kaikeyi al segundo, Bharat, y Sumitra a Laxman y Shatrughna. Los cuatro príncipes crecieron bajo la tutela de sabios y se convirtieron en excelentes guerreros. Laxman estaba muy apegado a Rama desde la infancia.
Durante sus viajes con el sabio Vishwamitra, una vez llegaron a Mithila, donde el rey Janaka había pronunciado un swayamvar (ceremonia de cacería del novio) para su hija Sita. Era la diosa Laxmi encarnada en este mundo, y estaba destinada a casarse con Rama. La condición en el swayamvar era que quien pudiera levantar el arco pesado, que le fue presentado por Shiva, podría ganar la mano de Sita en matrimonio. Uno por uno, los reyes que vinieron por el swayamvar fracasaron en sus intentos. Cuando Rama fue y levantó el arco, se levantó fácilmente. Por lo tanto, Rama se casó con Sita en Mithila y regresaron a Ayodhya como una familia feliz.
Pero la felicidad no duraría mucho. Desde un incidente temprano en la vida del rey Dasaratha, su reina favorita, Kaikeyi, quien una vez lo salvó de un tigre, le había dado el don de la vida. Entonces le había concedido dos dones. Pero en ese momento Kaikeyi controló la situación con las bendiciones y su malvada criada sirvienta Manthara le recordó que la incitó a usar las bendiciones para llevar a su hijo Bharat al trono en lugar de al Señor Rama. Su mente envenenada por el mal, Manthara le pidió al rey Dasaratha dos bendiciones: una, que Bharat se convirtiera en el rey, y otra, , que Rama fuera desterrado al bosque por catorce años. Dasaratha murió poco después de que Rama partiera al exilio.
Rama, siguiendo las palabras de su padre, se fue al bosque poco después con su esposa Sita y su hermano favorito, Laxman, lo acompañó también al bosque. Bharat, que estaba lejos en la casa de un pariente, se enteró de esto y fue al bosque y le pidió a su hermano Rama que regresara. Pero Rama se negó a volver a la promesa de su padre. Entonces Bharat tomó las sandalias de Rama y las colocó en el trono y gobernó virtualmente en Ayodhya hasta el regreso del Señor Rama del destierro.
Hay muchos relatos emocionantes durante los catorce años de destierro de Rama. Pasaron por diferentes bosques, diferentes ashrams (ermitas) y varios rishis y vivieron de los frutos del bosque. Durante estos años libraron muchas guerras con asuras (demonios) para salvar a los sabios, y ayudaron a los sabios a llevar a cabo sus oraciones, que estaban siendo constantemente perturbadas por los asuras. El punto culminante de sus Vanvaas (destierro) fue la larga guerra contra el rey de los asuras, Ravana.
La hermana de Ravana, Surpanakha, estaba enamorada de la belleza de Rama cuando lo vio pasar por el bosque de Panchavati, y quería casarse con Rama. Rama la rechazó y le pidió que fuera con Laxman. Laxman también se negó y esto la enojó. Pensó en Sita como la razón principal detrás de esto y trató de dañar a Sita. Laxman le cortó la nariz.
Enfurecida, regresó y volvió con su hermano Khara para luchar contra Rama. Pero Rama y Laxman también derrotaron y mataron a Khara. Luego huyó y se refugió en Ravana, el poderoso rey de los asuras, a quien el Señor Shiva le otorgó la inmunidad, de los dioses, los asuras y todas las criaturas, excepto los seres humanos, a los que consideraba demasiado serviles. Por lo tanto, el Señor Vishnu tuvo que encarnar como humano para matar a Ravana. Ravana deseaba a Sita desde hacía largo tiempo. Y en la furia del momento, decidió un plan para secuestrar a Sita.
Con la ayuda de su tío Maricha, se disfrazó como un ciervo hermoso y vagó cerca del paradero de Rama, Sita y Laxman. Al ver al hermoso venado, Sita se sintió atraída por él y le pidió a Rama que lo persiguiera. Rama luego dejó a Laxman cuidar a Sita, y luego fue tras Maricha en la forma del ciervo. Después de un rato, Laxman y Sita escucharon los gritos de Rama pidiendo ayuda. Fue un ardid de Maricha para distraer a Laxman y a Sita. Sita estaba preocupada y le pidió a Laxman que fuera a ver qué pasaba. Pero al mismo tiempo, Laxman no quería dejar sola a Sita. Ante la insistencia de Sita, él trazó una línea y le pidió que no cruzara la línea, popularmente llamada Laxman Rekha (línea de Laxman). Le aconsejó que no la cruzara o de lo contrario podría estar en peligro.
Poco después de irse, Ravana, que esperaba esta oportunidad, se disfrazó de mendigo y pidió una donación de Sita. Sita entró a comprar granos para donar al mendigo. Cuando salió, le dijo al mendigo que fuera a buscarlo, ya que no podía cruzar el Laxman Rekha. El mendigo actuó como si estuviera ofendido y Sita cruzó la línea para darle limosna, y Ravana, en contra de sus deseos, la arrastró en un carro y la llevó a su ciudad natal, Lanka, en contra de sus deseos. Mientras iba por el camino dejó caer sus joyas para que Rama pudiera seguir su ruta.
El viejo rey de los buitres estaba retirado y no tenía fuerzas trató de pararlo, pero sus alas fueron cortadas y cayó sangrando. Cuando Rama y Laxmam llegaron y vieron este pájaro, lo reconocieron como Jatayu. Y luego le describió que «traté muy duro a mi querido Rama, pero mi Señor, lo siento. Fallé en mi esfuerzo. Traté de salvar a la Madre Sita, pero no pude salvarla. Me siento muy mal por haber fallado». El Señor Rama le dijo: «Realmente has ganado. Eres victorioso porque no es el resultado del esfuerzo lo que me preocupa. Es tu hermoso esfuerzo. Tuvo todas las descalificaciones con todas tus descalificaciones, prestó servicio e hizo todo lo posible».
Finalmente Rama y Laxmam llegaron al reino de Kishkindha. Éste era gobernado por el rey mono Bali, que había desterrado a su hermano Sugreeva. Rama y Laxman llegaron a la colina donde vivían el desterrado Sugreeva y su amigo Hanuman. Hanuman cayó de inmediato a los pies del Señor Rama y le mostró las joyas, que Sita les había arrojado cuando estaba en camino a Lanka. Rama ayudó a Sugreeva a derrocar a su hermano Bali fuera de Kishkindha y convertirse en el rey. A cambio, Rama consiguió que todo el ejército de monos de Sugreeva incluyera a Hanuman para ayudarlo en la búsqueda de Sita.
Hanuman, mientras buscaba a gran distancia, cruzó a Lanka al otro lado del mar y reconoció a Sita allí. Luego transmitió el mensaje de haber encontrado a Sita con Rama. Rama luego le declaró la guerra a Ravana para que recuperara a Sita. Vibhishana, que era el hermano de Ravana, se acercó al lado de Rama y se convirtió en devoto de Rama. El ejército de monos liderado por Hanuman formó un enorme puente que cruzaba desde tierra firme hasta Lanka. Entonces Rama se llevó su ejército a Lanka y organizó una guerra en toda regla.
Ravana fue derrotado al final y Rama trajo a Sita a su casa y luego en el proceso su Vanvaas (período de destierro) terminó y regresó para gobernar Ayodhya como un rey justo y difundir Ram-Rajya (ley ideal) en Ayodhya.
Traducciones de Kathakali Roy, Monalisha Dasgupta,
Saberee Mandal, Sayani Hazra y Dibyajyoti Mukhopadhyay.