nunca hay dos de nada
Truman Capote
hoy es la primera vez que me doy cuenta
de la presencia de la vida
César Vallejo
otra vez
la primera y la última se tocan
eslabón que se cierra en un brusco destello
ni termina conmigo
ni empieza en mí
de ser
este pequeño dios
la vez
árbol que hundiéndose en la brisa
ve extender su rumor
para tocarse en otros
trueno hacia adentro
redes del suelo
bajo la densa sombra
semilla repartida en otras sangres
largo río de palabras
sin nombre
agua que canta previa a soñar
antes siquiera de ser líquida
incesante
con tempo giusto
en la íntima gota de su diapasón
agolpa
la lluvia de las horas
me diluvia infinito
y me arrastra consigo;
torrente en confusión
de muchedumbres:
«las incógnitas y Babilonia
dictan la Astronomía
momia del faraón
mirando
desde el reflejo de olvidarse
estela maya
inmóvil
y en el cuerpo la danza
abandonada en la cumbre
la pirámide
vuelca el horizonte
grano en la arena rumbo al azar y suerte al viento
gota desierta
ausente y única
germen en parto
hoja de luz
sufrir verde de hierba
amor apenas
y
un paso
a la
continuidad »
caer a levantarse
en otros
así las hojas del otoño y las generaciones
como la yema se piensa embrión en el después
volver a ser
mota de polvo suspendida
en un mar de polvo
y misterioso y triste y meláncolico
como somos cuando nos mira la verdad
me miro en los otros
más vivo que la vida
como la primera vez que me di cuenta de la vida
y tantos repitiendo la vez
de ser hombre
entre los hombres.