Cuando se rompió el brazo de mi madre
en aquel accidente,
ya nunca fui capaz
de recordar el nombre de su hueso.
Desde que mi compadre perdió un órgano
cruzando a la otra edad,
no me viene a los labios cuál ha sido.
Tan pronto como a padre lo operaron
sobre un mediodía de cuchillos,
se me olvidó su parte intervenida.
Ahora me sucede esto de ahí,
donde te lo señalo,
donde duele
como un pozo sin agua
o un ruido fuera de contexto.
Iré perdiendo así cada palabra,
canjeada por dolores,
hasta quedar sin léxico ni cuerpo,
fantasma de la lengua,
puro yo nadie.