Saltillo, Coahuila, 1997. Su libro más reciente es Matunuck, 1950 (Árbol que nace torcido, 2024).
El amor es un toro mecánico
del que nadie se baja nunca
con elegancia
Valeria Tentoni
Quería hacer de este poema
un juego de luz
que me quemara las manos
partiera con la luz del cielo y se estrellara
en una banqueta sobre las hojas
pudiera confundir el rojo
de tu cabello teñido
en ese corte por encima de los hombros
que llevabas en el 2000 y la música electrónica
la música electrónica que sonaba como un campo electromagnético
como una lámpara proyectada contra la pared
una pantalla colgada de los hilos y los cuerpos de todos
eran parte de la luz
era como un carrusel dorado
y tu cabello una onda de mar
hacía tanto frío y nosotros frente al agua que nos mojaba la ropa
la música sí
sí sí sí
se detenía
tú girabas tu cabello y la cabeza
mientras Yenifer y Carlos
inflaban su vestido
como un salvavidas redondo
una dona que imagino color verde
bajo la tela transparente del vestido
era un camino de luz lo que nos mantenía despiertos
y las pupilas no
no no no
se detenían
teníamos la noche entera
y las luces de la ciudad respiraban por nosotros
las casas tenían grandes ventanales
que también respiraban por nosotros
tú nos tomaste una foto
y ella exhalaba por nosotros
el baile continuaba,
y Carlos nos decía somos muy afortunados
mientras pasaba su barba alrededor de mi mandíbula
y yo: somos bendecidos
y la música sí
mientras él tenía que aguantar el equilibrio
queríamos ser un grupo post norteño punk
que pudiera hacer de esta música un movimiento escalonado
tú no lo entendías
y las pupilas sí
que era nuestra primera vez
y como era la primera estábamos confiados
teníamos fe en nuestros talones y en esas manos invisibles que indudablemente a
[uno lo salvan
o le revelan algo de su nombre por encima de los ojos
saltar al agua
que el aire soplara otra vez en remolino
y tú siguieras moviendo tu cabello
por encima de los hombros
nadie lo podía creer
la música
el agua
y las pupilas no
tú bailando en el centro de las luces
o en el amor cerrando tus ojos distraídos
yo pensando que esto es aún real
por la manera en que siempre me acompañan
tu cabello era rojo dorado
sólo tú un carrusel
todos girábamos
por lo que hacías con tu cabello
o seguíamos bailando
y las luces nos proyectaban en los cerros
los planetas
el movimiento de todos estaba contenido
y tú me recordabas al oído
que de este lado nunca salgo bien